PLEBISCITO CIUDADANO



Amparados por la Constitución, desde Marea Ciudadana convocamos un #PLEBISCITO CIUDADANO con el que se mostrará mediante nuestro voto y firma cual es la voluntad de la ciudadanía.

Más de 900 personas se han presentado voluntarias para llevar a cabo este plebiscito, que se celebraría entre el 23 y el 30 de junio, y que tiene entre sus objetivos que el Gobierno dé forma jurídica a las propuestas ciudadanas. La falta de democracia, la corrupción o el pago de la deuda ilegítima son algunas de los tremas sobre los que se podrá ver reflejada la voluntad del pueblo.

Con esta acción plebiscitaria se abre así una nueva vía de protesta ciudadana, esta vez jurídica, legal y democrática. Conseguiremos en los tribunales lo que este Gobierno no nos quiere dar y que por derecho nos corresponde: el derecho a decidir.

Artículo 1
La soberanía reside en el pueblo
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.

Artículo 23
1. Los ciudadanos tiene el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por
medio de representantes [...]

¿Pero qué es un plebiscito exáctamente y cómo se lleva a cabo?



APUNTES PARA UNA ESTRATEGIA DE CAMBIO

(PÚBLICO.ES, 16/05/2013)


Vicenç Navarro

Como he indicado en varias ocasiones, estamos viendo el final de la Primera Transición de la dictadura a la democracia, Transición que se realizó con un enorme dominio de las fuerzas conservadoras (en realidad, ultraconservadoras) que controlaban los aparatos del Estado y la mayoría de los mayores medios de difusión y persuasión. Este dominio quedó reflejado en el sistema político que se estableció durante aquel proceso de Transición, el cual, aún cuando se define como democrático, se caracteriza por su escasísima sensibilidad y  calidad democrática. Varios indicadores, entre otros muchos, reflejan tales limitaciones. Uno de ellos es el diseño y composición del Estado y sus políticas públicas, en las cuales las fuerzas conservadoras (de varios signos políticos) tienen gran protagonismo. Otro indicador de la baja calidad democrática es la ley electoral, la cual está profundamente sesgada en contra de amplios sectores de las izquierdas.

Esta situación ha generado un sistema representativo que es distante de la opinión popular, siendo esta última, por lo general, más progresista que las políticas públicas llevadas a cabo por la clase política gobernante. La distancia entre gobernantes y gobernados es enorme en España. La democracia en este sistema llamado representativo se limita a votar cada cuatro años dentro de un contexto sesgado en el que el voto útil y las leyes electorales reproducen un bipartidismo que se considera por la población gobernada como insuficiente y conservador, pues limita las posibilidades de participación en el proceso de decisión. Este conservadurismo explica el enorme retraso social de España (con uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15) y su inhabilidad de admitir que el Estado español es un Estado plurinacional. Estos grandes déficits democráticos se han acentuado con las crisis financieras y económicas actuales, donde las enormes limitaciones de la democracia española aparecen con toda intensidad. La crisis de legitimidad del sistema político hoy existente en España es enorme.

¿Qué puede hacerse?
La mayor causa de esta crisis de legitimidad es la amplia percepción de que el Estado español (sea central o autonómico) no está realizando las políticas que la mayoría de la ciudadanía desea. De ahí el amplio apoyo al eslogan del 15-M de que "no nos representan". ¿Qué puede hacerse ante esta realidad?

Una medida muy urgente es romper con el fatalismo que parece haberse adueñado de amplios sectores de la población de que no hay nada que pueda hacerse para cambiar tales políticas. El abusivo control de los medios de mayor difusión del país (controlados por la estructura del poder, y muy en especial del financiero) hace que el mensaje procedente del establishment de que "no hay alternativas", esté calando en la percepción popular. A esta percepción está contribuyendo el mensaje extendido en algunos sectores de las izquierdas radicales de que, a no ser que todo el capitalismo desaparezca y se establezca el socialismo, no hay nada que hacer. Todo lo demás es, como decía una de estas voces, "humanizar el capitalismo". Y puesto que no se ve que el capitalismo vaya a desaparecer pronto, el mensaje que se transmite es que no hay nada que, mientras tanto, se pueda hacer.

Lo peor de tal postura, sin embargo, es que no entiende como el cambio ocurre. Si el proyecto transformador es ir hacia un proyecto en el que cada persona reciba los recursos según su necesidad, y que éstos se financien según las habilidades y posibilidades de cada persona (lo que solía llamarse socialismo), entonces hay que darse cuenta de que el socialismo se construye y/o destruye cada día en el seno de las sociedades capitalistas. Cuando se crea o refuerza un servicio público de salud universal financiado progresivamente, por ejemplo, se está construyendo el socialismo. Cuando se privatiza su financiación, se está destruyendo. Pues bien, bajo este criterio, e independientemente de cómo se defina el proyecto, hay un enorme potencial de movilización. En realidad, varias encuestas han mostrado que la mayoría de la población en España está de acuerdo con tal principio.

De esta observación deriva la gran importancia de que las fuerzas progresistas utilicen un lenguaje y unos ejemplos de intervenciones públicas con las cuales las clases populares puedan identificarse. Y también es importante referirse a casos concretos dentro y fuera de España de experiencias exitosas (como múltiples ejemplos de cooperativismo, por ejemplo). Hay que mostrar que, en contra de lo que se nos dice, sí que hay alternativas en cada caso y en cada momento. Adoptar posturas totalizantes indicando que los cambios no son posibles a no ser que haya un cambio total del sistema (el fin del capitalismo) es paralizante. No es por casualidad que tales propuestas aparezcan entre intelectuales académicos que tienen sus necesidades inmediatas cubiertas. Las personas con necesidades exigen, con razón, que se les resuelva su problema, no en un futuro lejano, sino ahora. Y las izquierdas tienen que darles una solución ahora, y no sólo en el futuro.

La necesidad de un movimiento político
Hoy la sociedad civil está enormemente agitada. Pero las derechas continúan fuertes, y las izquierdas débiles. ¿Por qué? Una de las razones es la excesiva centralidad de la vida política en la lucha parlamentaria dentro de las instituciones del Estado donde dominan las fuerzas conservadoras. Se necesita que la riqueza de acciones reivindicativas se traduzca en un movimiento político, que no tiene porqué significar un nuevo partido político. En realidad, ya hay demasiados partidos políticos de izquierda. Las izquierdas están atomizadas en España. Lo que se necesita es una movilización de protesta y de promoción de propuestas factibles y reales para cada uno de los problemas que la ciudadanía presenta. La PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) es un ejemplo de ello. Hay que cambiar el centro de la actividad política, sin sustituirla. Es necesario crear la presión para que los partidos realicen lo que la ciudadanía desea, presión que debe ser continua y no limitarse a la esfera legislativa. El movimiento 15-M es un buen ejemplo de ello. Ha tenido un enorme impacto en cambiar la temática y narrativa política del país.

Este movimiento político debería ser la coalición de fuerzas y movimientos sociales, incluyendo también sindicatos e incluso miembros y simpatizantes de los partidos políticos (aún cuando éstos, los partidos políticos, no deberían ni instrumentalizar ni liderar tal movimiento político). Y la movilización debería crear un programa real, factible (que, por definición, la estructura de poder definirá como "utópico", es decir, irrealizable), siendo responsabilidad de tal movimiento documentar y mostrar que sí, que es realizable. Por ejemplo, tiene que  mostrarse que es factible, incluso hoy, en la situación actual, crear agencias públicas de crédito que lo ofrezcan a bajos intereses a las pequeñas y medianas empresas y a las familias, o que es factible garantizar la vivienda en un país con cuatro millones de viviendas vacías, y así un largo etcétera.

Este movimiento debería ser político, es decir, debería presionar para cambiar el sistema político (desde los aparatos del Estado hasta los propios partidos políticos) para hacerlo auténticamente democrático, con unas leyes electorales proporcionales, con una representatividad mayor y no única, complementada y en ocasiones sustituida por otras formas de democracia que incluyan desde referéndums vinculantes a fórums asamblearios de decisión. Y con cambios de los sistemas de información públicos y privados, condicionando la utilización de un recurso público (las ondas radiotelevisivas en el aire) a su diversidad ideológica, puesto que la escasez de tal diversidad es uno de los mayores problemas que tiene la democracia española.

Ni que decir tiene que existirá una enorme resistencia a estos cambios. Pero estos cambios son posibles. Y la propia experiencia española así lo muestra. El problema de la Primera Transición es que los partidos de izquierda abandonaron la movilización popular (en realidad, la desmovilizaron), adaptándose rápidamente a las instituciones del Estado dominadas por las fuerzas conservadoras. Pero hay que ser conscientes de que lo que forzó el fin de la dictadura fueron las movilizaciones populares, lideradas por el movimiento obrero. Y la estructura de poder favoreció su desmovilización dando excesivo protagonismo a los partidos, y dentro de ellos a las élites gobernantes de tales partidos. Esta Segunda Transición no debería caer en el mismo problema. Los partidos políticos son importantes y fundamentales en una democracia. Pero su función (muy acentuada en los partidos auténticamente democráticos y progresistas) es la de transmitir en el lenguaje legislativo lo que exija el movimiento político avalado por la participación popular, en lugar de ser instrumentos de poderes fácticos (tanto religiosos como financieros y económicos) que violan y corrompen el proceso democrático.

Por ello seria aconsejable que se establecieran asambleas en las que se denunciaran las enormes limitaciones de la democracia existente en España y en sus CCAA, con presentación de alternativas factibles y reales que, sin lugar a dudas, crearan una enorme resistencia, hostilidad y represión, como está ocurriendo ya. Pero los jóvenes de todas las edades tienen que ser conscientes de que son los herederos de las movilizaciones de las generaciones anteriores que consiguieron establecer y expandir los derechos políticos, sociales y laborales que ahora nos están sustrayendo.

Este movimiento debería ser muy amplio, abarcando un gran abanico de sensibilidades políticas y sociales, que tuviera como objetivo realizar una segunda Transición que nos llevara de una democracia tan incompleta y de un bienestar tan insuficiente como existe hoy en España a una democracia más desarrollada, que tuviera componentes de representatividad (basada en la proporcionalidad), así como componentes de democracia directa, como referéndums vinculantes (incluyendo derechos a decidir a nivel estatal central, autonómico y local), y formas asamblearias de decisión, expuestas a un amplio abanico de medios de información abierto a todas las sensibilidades. Tal democracia facilitaría la resolución de los enormes problemas sociales y económicos que la mayoría de la población experimenta, pues tales problemas –por difícil que parezca- son de fácil solución científica, aunque de imposible resolución dentro de las estructuras políticas hoy existentes. Así de claro.

INDIGNADOS, LA LUCHA CONTINÚA

(Público.es, 15/05/2013)

Esther Vivas

“No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” fue la consigna que abrió las manifestaciones del 15 de mayo del 2011 en muchas ciudades del Estado español y que dieron lugar al movimiento del 15M. Un grito de indignación contra aquellos que venden nuestros derechos al mejor postor. Hoy, dos años después, un nuevo eslogan, de la mano de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), se impone: “Si se puede”. Hemos pasado de la indignación a la toma de conciencia del poder del nosotros.

El mayor logro de este movimiento de la indignación colectiva ha sido el de cambiar la percepción del mundo que nos imponen. En el teatro de la vida, se han encendido de golpe las luces que anuncian el fin de la función. La fiesta se ha terminado. Y entre atónitos y ofuscados observamos que somos víctimas de un saqueo a gran escala. Ya no son los mismos de siempre quienes gritan contra el capital. Ahora, son muchos los que se sienten robados por el expolio colectivo que significa la crisis.

Tomar conciencia de que “no es una crisis es una estafa” es el primer paso para cambiar las cosas. Como decía el filósofo francés Daniel Bensaïd: “La indignación es un comienzo. Una manera de levantarse y ponerse en marcha. Uno se indigna, se subleva, y después ya ve”. Y, dos años después, vemos más robo, más saqueo y más pillaje. Vemos cómo se sigue rescatando a la banca, mientras se nos hunde en la miseria. Vemos a ricos más ricos y a pobres más pobres. Y nos damos cuenta de que la respuesta pasa por solucionarlo nosotros.

La PAH ha sido el máximo exponente de este cambio de percepción de los de abajo. Frente al desamparo gubernamental y la impunidad de la banca, auto-organización y desobediencia. Huérfanos de victorias, la PAH ha significado esperanza para quienes sufren el drama de los desahucios e inspiración para los que luchan. Desalojos parados, ILP en el Congreso, escraches, “obra social”… son pequeñas grandes victorias que demuestran que pelear sirve. Imprescindibles cuando estamos hambrientos de triunfos, ante un malestar creciente, pero, incapaz de frenar unos ajustes sinfín.

El 15M ha mutado en innumerables frentes contra la crisis. Se ha transformado en un mar de mareas de infinitos colores. Quienes ocuparon plazas, actualmente, ocupan viviendas vacías, bancos, universidades, hospitales. Desobedecen, no queda otra. Y la PAH ha crecido gracias a muchos activistas que salieron por vez primera a la calle un 15 de mayo, o volvieron a ella tras largos años de letargo. Y una vez las asambleas de barrio fueron menguando, la PAH se convirtió en un referente de lucha, como también las mareas en sanidad, educación, cultura y cada vez en más ámbitos. Ante la tragedia de los desahucios, soluciones reales. Ante la realidad de los recortes, resistencias concretas.

Pero el 15M, también, ha dado lugar a multitud de iniciativas a pequeña escala: huertos urbanos, redes de intercambio, grupos y cooperativas de consumo ecológico, ateneos populares, que señalan que otro mundo no sólo es imprescindible sino posible. El movimiento de los indignados ha creado espacios de encuentro, de ayuda mutua, redes de resistencia… Y nos ha enseñado a empezar a cambiar el mundo aquí y ahora, no sólo en los discursos, sino, sobre todo, en las prácticas.

Sin embargo, la crisis social y económica se ha profundizado. La ofensiva del capital por acabar con nuestros derechos ha ido a más. La pobreza, el hambre, el paro, los desahucios… son una realidad que afecta cada vez a un mayor número de personas. La crisis se extiende como una mancha de aceite, mientras los mismos de siempre continúan haciendo negocio con el dolor de los otros. Los grandes empresarios y la banca se frotan las manos ávidos de más tijeras y recortes, entretanto los políticos de turno les allanan el camino, y se colman, de paso, los bolsillos. La indignación y la desobediencia no ceden, pero son insuficientes para detener la tromba de ajustes, y sufrimiento. La resistencia a la crisis remontó hace dos años desde muy abajo y tras décadas de derrotas.

Al mismo tiempo, asistimos a una crisis política y de régimen, impensable poco tiempo atrás. El bipartidismo que gobernaba el país se hace, afortunadamente, añicos. Y mientras el PSOE se hunde incapaz de levantar cabeza, el PP sufre la erosión del gobierno y de la crisis. A la monarquía, intocable entre los intocables, se le pierde todo el respeto y el rey se convierte en el hazmerreír de la calle. Y a pesar de la injusticia de la justicia, que en palabras del fiscal general del Estado Eduardo Torres-Dulce, se “congratula” de la suspensión de la imputación de la infanta Cristina por el caso Nóos, el pueblo ya los ha juzgado.

En Catalunya, a golpe de sentencia del Tribunal Constitucional aumentan las aspiraciones soberanistas, y el corsé de la Constitución se vuelve insoportable. El españolismo más rancio insta a la “unidad del reino”, y la caverna a la “una, grande y libre”. Vuelven los ruidos de sables. Y un general en la reserva, Juan Antonio Chicharro, justificaba, a principios de año, una intervención militar en Catalunya ante una posible ruptura con el Estado. En sus palabras, “la patria es más importante que la democracia”. Asimismo, la Asociación de Militares Españoles, a finales del 2012, instaba a declarar “el estado de guerra, el estado de excepción o el estado de sitio” en Catalunya, “en caso de fractura o separatismo”. Visto lo visto, Franco no ha muerto.

Y, mientras, quienes mandan corren a criminalizar y a reprimir a los que luchan, muestra de la desesperación y el miedo de un poder al que se le mueven los cimientos. Frente a la imposibilidad de aplicar los recortes por las buenas, se opta por imponerlos a las malas. Detenciones preventivas, balas de goma, páginas web para delatar a manifestantes, endurecimiento del Código Penal, sanciones administrativas y mucho más. La represión y la violencia de Estado es un síntoma claro del temor de los de arriba. Su mundo se tambalea, pero sus cimientos, muy a nuestro pesar, continúan fuertes.

La necesidad de la política se hace evidente. Y los tiempos de Toni Negri y John Holloway, de “cambiar el mundo sin tomar el poder”, caen lejos. Hoy se constata, amargamente, cómo el poder nos afecta, la Ley Hipotecaria nos echa de casa y la reforma laboral nos deja sin empleo. Hay que aprender del que “se vayan todos” en Argentina, el 2002, y cómo luego volvieron los mismos de siempre, con la familia Kirchner al completo. O ahora en Islandia, cómo después de una revuelta social y de una nueva constitución ciudadana, la socialdemocracia y los verdes traicionaron las aspiraciones emancipatorias de la gente y volvió la derecha. Si no somos capaces de construir, entre todos, un nuevo instrumento político y social por y para los de abajo, respetando la autonomía del movimiento y sin olvidar la centralidad de la calle, continuaremos siendo “mercancía en manos de políticos y banqueros”. El debate sobre la perspectiva política de cambio está siendo, actualmente, más discutida que nunca en organizaciones, movimientos y activistas sociales. Buena noticia.

Hace dos años decíamos que el 15M era sólo el principio. Y así es. La lucha continúa.

EL 15-M RECUERDA QUE SIGUE VIVO EN SU SEGUNDO ANIVERSARIO

 (20 MINUTOS, 12/05/2013)

Mirentxu Mariño 20m, Jesús Travieso 20m
  • El movimiento de los 'indignados' cumplió dos años con movilizaciones en varias ciudades españolas.
  • Madrid fue, una vez más, la ciudad que más manifestantes acogió.
  • Sin embargo, la asistencia a este 'cumpleaños' cayó respecto al año pasado.
  • Todas las 'mareas' anti-recortes y la PAH estuvieron presentes en la protesta.
  • Así te hemos contado las manifestaciones de este 12-M.
'Nos han vendido'
Han pasado dos años desde que el mayor movimiento social surgido en España iniciara su camino. En estos 24 meses, el 15-M ha pasado por varios altibajos, debido a las innumerables movilizaciones que han llevado a cabo y las críticas recibidas desde varios sectores. Un desgaste que llevó a muchos a afirmar que los 'indignados' se habían desmovilizado. Que el despertar social generado en la Puerta del Sol de Madrid se había apagado; que el "Sí, se puede" se había diluido.

Pero no fue así, tal y como se ha visto este domingo, 12 de mayo, en el que han advertido que ahora pasan a la "rebelión", sumando esta actitud a la habitual de denuncia. Y todo ello, a pesar de que fueron menos los que asistieron a este paso adelante del movimiento respecto al pasado año, y en el que no se registró ni un incidente.

Fueron miles los que paralizaron el centro de Madrid este domingo durante la manifestación —convocada bajo el lema 'De la indignación a la rebelión'— hasta que en torno a las 18:45 horas, con casi una hora de adelanto, se reunieron en Sol, donde se celebró el fin de fiesta. Pero la jornada comenzó por la mañana, cuando una de las tres columnas que aglutinaron a los manifestantes, la Sur, partió desde Leganés. Las otras dos, Noreste y Oeste, se empezaron a mover por la tarde, cuando se reunieron en Cibeles tras pasar por Atocha o los alrededores del Congreso, que volvió a estar completamente vallado por la Policía —que estuvo observando, a la vez que aislada de los actos—. Cabe destacar que ni los organizadores ni autoridades han ofrecido datos de asistencia a las protestas.

Todo dentro de un ambiente festivo, a pesar de que menos gente haya salido a la calle. Pero ésto no se ha notado en los momentos cumbre del día, como la concentración en Sol o el 'grito mudo'. Es algo que es una característica inherente a este movimiento: aunque sean pocos, casi siempre logran hacerse oír.

Aunque las razones para protestar pueden haber aumentado tras las medidas de estos últimos doce meses impulsadas por el Gobierno de Mariano Rajoy, además de por los escándalos de corrupción, los argumentos no han cambiado: fin del capitalismo, cambio de la ley electoral, 'devolver' la democracia a los barrios, devolver el dinero 'robado' a los servicios sociales y ruptura con Europa. Pero este domingo también dieron un paso adelante en sus reivindicaciones, al anunciar que ahora llegaba el momento para la "rebelión". Así se recogió en las distintas pancartas que portaban los asistentes, aunque hubo espacio para otras, tales como 'Tu sobre, mi recorte', 'No a los recortes' o 'Escrache al sistema'.

Cada uno con su grupo

Este último fue otro de los lemas centrales de la protesta, inspirado en las concentraciones frente a domicilios de políticos como medida de presión, y muy marcado por las actuaciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) contra los desahucios. Estos activistas, junto a 'Stop desahucios' —con sus miembros vestidos de rojo—, fueron de los que más gente movilizaron.

Porque otro de los aspectos más destacables de este segundo aniversario del 15-M es la mayor proliferación de los 'grupos', tales como las 'mareas' —verde de educación o blanca de sanidad—, los 'yayoflautas', que fueron los más enérgicos y los primeros en cada columna, o agrupaciones como Democracia Real YaJuventud sin Futuro.

Con un 'grito mudo' a las 20.00 horas en punto, y la posterior explosión de rabia en forma de cánticos, se ponía fin a la manifestación, dando paso a las asambleas que celebraron los barrios y grupos de trabajo congregados. Dispuestos por las plazas que rodean el Km. 0 madrileño, recordaron los logros de estos dos años de movilizaciones, y discutieron sobre cuáles debían ser los objetivos del futuro del movimiento. Entre las actuaciones que más se destacaron en las reuniones están las concentraciones anti-desahucios, de las que se habló con orgullo.

También hubo momento para la emoción, gracias a la presencia de Olga Lucas, la viuda de José Luis Sampedro, que murió recientemente y que para muchos de los que se manifestaron este domingo era todo un referente de lucha social.

Lucas fue la encargada de leer los resultados de la consulta por la Sanidad Pública realizada en Madrid, en la que los ciudadanos pudieron opinar sobre la privatización de seis hospitales en la Comunidad madrileña. Los resultados de una iniciativa en la que han votado casi un millón de personas fueron contundentes: un 94% dijo "NO" a los planes del Gobierno de Ignacio González de llevar a cabo esta "externalización" de centros públicos.
Un "NO" más que se sumó a otros muchos, incontables en este día. Pero también hubo espacio para un "Sí", que regresó como se esperaba. El "Sí, se puede".

En otras ciudades

Barcelona. La Policía ha cifrado en 5.000 el número de asistentes, y la marcha ha desembocado en la ocupación de un edificio deshabitado de cuatro plantas ubicado en el casco viejo de la ciudad. Desde la azotea desplegaron una pancarta con el lema "Edificio ocupado", y ofrecieron la vivienda a una familia con niños que había sido desahuciada de su hogar y que logró entrar en el edificio pasadas las 20.30 horas después de que se pudiera reabrir, a golpe de martillo, el acceso que había sido tapiado.

Valencia. Multitudinaria marcha por las calles valencianas para recordar que los ciudadanos siguen "más indignados que nunca" y que el movimiento 15M "sigue vivo".

Castilla y León. Valladolid, Salamanca, León, Ávila y Segovia acogieron las protestas, en las que se festejó el segundo aniversario de este movimiento desde el convencimiento de la utilidad de este arma de conciencia social contra problemas como el desahucio y la corrupción en los ámbitos político y económico, según sus organizadores.

Gijón. Miles de personas protestaron contra el actual sistema político y se pararon frente a la sede del PP en la ciudad, cuyo portal empapelaron con sobres, en los que se podían leer los nombres de algunos de los altos cargos del partido.


Zaragoza. Unas 1.500 personas, según la Policía, se reunieron para apelar a la implicación de los ciudadanos en el movimiento de forma "real y activa", para cambiar el sistema.

Bilbao. Cerca de un millar de 'indignados' recorrieron el centro de Bilbao, en una marcha encabezada por una pancarta con el lema "Sus beneficios, nuestra miseria. Borroka orokorra" (lucha general)".

Palma de Mallorca. Unas 300 personas clamaron contra la situación política y social, una pacífica protesta que ha sido seguida por los turistas que paseaban por el centro de la ciudad.

Galicia. Medio centenar de manifestantes se reunieron en Ourense y Pontevedra para respaldar la convocatoria.

Santander. La Plaza Porticada de la ciudad cántabra volvió a acoger a colectivos sociales que celebraron asambleas abiertas y evocaron el espíritu de un movimiento que ahora "tiene que estar en la calle más que nunca", según sus portavoces.

¿QUIÉN NOS HA EMPOBRECIDO?

(ATTAC España, 7/05/2013)

Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC España
La puesta en marcha de planes de actuación contra la exclusión social ha vuelto a despertar tópicos e insultos contra Andalucía.

Dejando a un lado maldades como las del diputado del PP que nos compara por ello con Etiopía, la crítica que me parece menos rigurosa es la que se viene haciendo para culpar de la pobreza y de nuestro atraso, que es cierto que padece Andalucía, a los 30 años de autonomía y gobierno del Partido Socialista.

Tengo la convicción de que nos conviene analizar y censurar abiertamente lo que nos parezca que se ha hecho mal en esta etapa de autonomía y democracia. Es lo que permitiría hacerlo bien en el futuro porque implicar a toda la ciudadanía en el debate sobre los errores de los gobiernos y en el diseño de su propio futuro es la mejor manera de evitar que se cometan de nuevo. Pero eso es una cosa y otra desvirtuar la historia tratando de que los pueblos se flagelen sin cesar, para que así se hastíen, se desmovilicen y terminen renegando de ellos mismos y de sus intereses auténticos.

¿Acaso es lógico creer, como dicen los dirigentes del PP, que la situación actual en la que se encuentra nuestra economía, tan mala, solo es el resultado de la política del gobierno de la Junta de Andalucía?, ¿no tiene nada que ver con ella, con la consolidación de un modelo productivo depredador e insostenible, por ejemplo, lo que han hecho los ayuntamientos, muchos de ellos gobernados desde hace años por el PP, o el conjunto de la sociedad civil, de la que sus votantes y dirigentes también forman parte?, ¿no tiene ninguna responsabilidad ese partido, financiado como ya sabemos por promotores, bancos y grandes empresarios, por la nefasta especialización de nuestra economía, impuesta, precisamente, para favorecer a esos grupos de poder económico?, ¿no han influido tampoco las leyes del Gobierno central, como la del suelo, las fiscales, ambientales o energéticas, que promovieron Aznar y ahora Rajoy?

Por otro lado, y sin que esto mengüe la responsabilidad de quienes han gobernado Andalucía en los últimos 30 años, me parece que nada de lo que ocurre hoy día se puede entender sin considerar de dónde venimos. Decir que la pobreza y el atraso son el resultado del gobierno reciente de la Junta de Andalucía solo sirve, entre otras cosas, para lavarle la cara a una dictadura que todavía no condena claramente el PP y que se impuso, precisamente, para sostener a los grupos sociales que sí que empobrecieron realmente y durante decenios a nuestra tierra.

A todos nos avergüenza, por ejemplo, mantener índices tan elevados de fracaso escolar (que mejoran, por cierto). Pero, ¿acaso es extraño que se den hoy cuando ayer, en 1970 por ejemplo, solo tenía estudios de bachiller superior el 13,2% de toda la población andaluza, el 10,9% de las mujeres o el 3,5%, el 4,4% o el 4,8% de la que vivía en las zonas rurales de Cádiz, Málaga o Sevilla respectivamente?, ¿o cuando solo el 18,7% de la que vivía en el campo tenía el bachiller elemental (prácticamente la mitad que la media nacional)?

Lo cierto es que en los últimos 30 años han mejorado de manera indiscutible el bienestar y las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los andaluces, aunque no siempre hayamos ganado posiciones relativas respecto a otros territorios. Y si no han mejorado más y la crisis nos azota de modo especial ha sido precisamente porque no se han combatido con resolución los viejos males que nos empobrecen desde hace ya mucho tiempo, el proteccionismo a los grupos de poder económico y la desprotección a los más débiles, el clientelismo, la dependencia y la cultura del subsidio o del negocio rápido, o la concentración de la renta y la propiedad que reduce el poder adquisitivo de la población y debilita el mercado interno, todo lo cual impide salir de la pobreza porque no deja que sea toda la población la que contribuya a crear riqueza.

La solución es erradicarlos y no tirarnos los trastos a la cabeza buscando votos como sea.

Artículo publicado en El País Ganas de escribir

HAY ALTERNATIVA

(Hay alternativa, 5/05/2013)


Boaventura de Sousa Santos - Público.es
Boaventura de Sousa Santos es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra.  
 

La muerte de Margaret Thatcher sirvió de motivo para revisitar y debatir el eslogan que la hizo famosa: TINA (There Is No Alternative), o sea, no hay alternativa al capitalismo neoliberal. Mucho se discutió sobre lo que podría y debería haber sido hecho de otro modo y solamente los conservadores (y tal vez ni todos) permanecieron fieles a la bondad absoluta del eslogan. Los indicadores de bienestar de Inglaterra tienen hoy valores muy inferiores a los de la época en que Thatcher llegó al poder. Nada de esto tuvo relieve en la Europa continental y la razón es sencilla: la zona del euro vive de forma aguda una nueva versión de la TINA, las políticas de austeridad impuestas por Alemania. El daño social que la nueva ortodoxia puede causar en Europa es muy superior al que causó en Inglaterra, pero tenemos una moneda que, a pesar de común, es administrada apenas por un país, porque no tenemos un mar del Norte para descubrir petróleo y porque el nivel de bienestar del que se parte es ya bajo en algunos países, como es el caso de Portugal. ¿Estaremos condenados a solo cuestionar eficazmente la nueva ortodoxia cuando los jóvenes europeos asistan al funeral de Angela Merkel y la degradación social haya alcanzado el nivel de catástrofe?

Para responder negativamente a esta pregunta son necesarias dos condiciones: identificar las alternativas y disponer de actores políticos capaces de luchar por ellas. En este momento, en Portugal como en otros países europeos, la reflexión seria sobre estas condiciones fue relegada a los márgenes de la sociedad política, sean ellos los jóvenes indignados y las masas de desempleados decididos a luchar en la calle para huir del abismo del suicidio, o los grupos de activistas e intelectuales forajidos de la mediocridad partidaria para poder pensar críticamente y actuar de manera que no contradiga el pensamiento. En esos márgenes reside la esperanza. El próximo 11 de mayo, los forajidos de la mediocridad partidaria se reúnen en Lisboa en el coloquio Vencer la crisis con el Estado Social y con la Democracia. Me refiero a la iniciativa del Congreso Democrático de las Alternativas. Los participantes saben que se enfrentan a un enorme desafío: identificar, a partir de los márgenes, alternativas que sean menos marginales que ellos mismos. O sea, crear una contra-hegemonía creíble entre los ciudadanos y las organizaciones sociales como condición previa a cambiar los partidos existentes o, en caso de que fuese inviable, a crear nuevos partidos. He aquí los desafíos.

Primero, vencer la barrera de comunicación social, hoy dominada por intereses y comentaristas que, como máximo, quieren que todo cambie para que todo siga igual. Segundo, explotar la idea de que, en la lucha social, la renovación de la izquierda puede venir de los que saben que están en el lado de la dignidad sin distinciones marcadas por los pasados de izquierda y/o de derecha. Tercero, no renunciar a concebir la cohesión social en el único terreno en el que no es la pócima milagrosa de los discursos presidenciales: en la disminución de las desigualdades sociales y en la eliminación de las discriminaciones sexuales, raciales, religiosas. Cuarto, mostrar que la democracia necesita ser constantemente democratizada so pena de ser secuestrada por dictaduras varias, sean éstas el capital financiero, la corrupción endémica, los autarcas dinosaurios, los legisladores que legislan en defensa propia por el encanto de un corto viaje entre los escaños parlamentarios y el bufete de abogados, o los dueños de supermercados que enseñan educación cívica a los portugueses como si estos fuesen una oferta más. Quinto, convencer sobre todo a los jóvenes de que la apatía social es tan antidemocrática como el terrorismo y que hay más activismo más allá de Facebook y Twitter. Sexto, hacer las cuentas de manera que quede claro que los portugueses nunca vivieron por encima de sus posibilidades, excepto el 1% que hizo fortuna en paraísos fiscales, en las sociedades público-privadas, en los fraudes bancarios, en comisiones ilegales de obras públicas innecesarias, en premios de gestión que, al final, fue ruinosa, en honorarios astronómicos de gestores entrenados para dar beneficios a patrones chinos extorsionando los últimos céntimos a consumidores empobrecidos también por el recibo de la luz. Séptimo, dar voz a la lección de la historia europea de que el Estado Social no es un peso o una "grasa" sino un músculo imprescindible de la cohesión social, del desarrollo y de la democracia. Octavo, prestar atención especial a los técnicos de la administración pública y a las fuerzas de seguridad, mostrándoles que la otra cara de la austeridad es el desprecio por la condición de ciudadanía y la represión de la protesta social, y que se deben mirar en el espejo de cada víctima que hayan provocado.

“HA LEGADO LA HORA DE REINVENTAR LA POLÍTICA Y EL MUNDO”

(ATTAC España, 22/04/2013)


Ex director de la edición francesa de 'Le Monde diplomatique' y profesor de Teoría de la Comunicación, es uno de los observadores más lúcidos de la realidad política.

Manuel Fernández-Cuestaeldiario.es
Ignacio Ramonet: sociólogo semiólogo, especialista en geopolítica y profesor de Teoría de la Comunicación
 

Ignacio Ramonet (Redondela, 1943), es uno de los pensadores más lúcidos de los últimos tiempos. Instalado en París desde 1972, sociólogo y semiólogo, especialista en geopolítica, profesor de Teoría de la Comunicación, sagaz periodista, su forma de mirar e interpretar la modernidad y, por extensión, la globalización, hace de sus ideas un punto de inflexión necesario contra el pensamiento dominante. Diario Kafka ha hablado con él sobre la actualidad política, la crisis y los emergentes movimientos sociales, Europa y el porvenir.

Diario Kafka: ¿Asistimos a un renacimiento de los movimientos de protesta ciudadana? Ignacio Ramonet: Desde que estalló la actual crisis financiero-económica, en 2008, estamos asistiendo a una multiplicación de los movimientos de protesta ciudadana. En primer lugar, en los países más afectados (Irlanda, Grecia, Portugal, España), los ciudadanos –cívicamente– apostaron por apoyar, con sus votos, a la oposición, pensando que esta aportaría un cambio de política tendente a menos austeridad y menos ajuste. Pero cuando todos estos países cambiaron de Gobierno, pasando de la izquierda o centro-izquierda a la derecha o centro-derecha, la estupefacción fue completa, ya que los nuevos Gobiernos conservadores radicalizaron aún más las políticas restrictivas y exigieron más sacrificios, más sangre y más lagrimas a los ciudadanos. Ahí es cuando empiezan las protestas. Sobre todo porque los ciudadanos tienen ante sus ojos los ejemplos de dos protestas con éxito: la del pueblo unido en Islandia y la de los contestatarios que tumban las dictaduras en Túnez y Egipto. Además, destaca el hecho de que las redes sociales están facilitando formas de la organización espontánea de las masas sin necesidad de líder, de organización política, ni de programa. Todo está listo entonces para que surjan, en mayo de 2011, los indignados españoles, y que su ejemplo se imite de un modo u otro en toda la Europa del sur.

DK: ¿Por qué los partidos políticos de la izquierda son mal comprendidos por estos movimientos? IR: Porque lo que los medios califican de "partidos políticos de la izquierda" tienen, en opinión de esos movimientos y de las mayorías exasperadas, muy poco de izquierda. No hay que olvidar, además, que estos partidos están comprometidos con esta misma política conservadora que ellos fueron los primeros en aplicar, sin anestesia. Recuérdese lo que ocurrió en España cuando, de pronto, en mayo de 2011, Rodríguez Zapatero, sin avisar ni explicar, decidió aplicar un brutal plan de ajuste ultraliberal que era exactamente lo contrario del ADN del socialismo.

DK. ¿Cuál fue el pecado original de Mayo del 68? ¿Son los movimientos de hoy hijos tardíos del 68? ¿Cree que pueden realmente construir contrapoder político, alternativa real de Gobierno, o son más bien movimientos emocionales? IR: No se pueden comparar las dos épocas. Mayo del 68 era una crisis contra un país en expansión (nacimiento de la sociedad de consumo, crecimiento alto, pleno empleo), que seguía siendo profundamente conservador y hasta arcaico en materia de costumbres. Hoy sabemos que fue menos una crisis política que una crisis cultural. El movimiento del 15M, sin embargo, es el reflejo del derrumbe general de todas las instituciones (Corona, justicia, Gobierno, oposición, Iglesia, autonomías…). En ese sentido, es lo más positivo que ha ocurrido en la política española desde el final del franquismo. Lo más fresco e innovador. Aunque no se ha traducido en movimiento político con perspectivas de conquistar el poder, revela un sentimiento profundo de hartura de la sociedad española golpeada por la crisis y por las brutales medidas de austeridad del Gobierno de Mariano Rajoy. Se podría decir que los movimientos de protesta son una buena noticia ya que demuestran que las sociedades europeas, y en particular su juventud tan castigada por la crisis social, está expresando su descontento general hacia la situación que se está viviendo y hacia el tipo de solución neoliberal que los Gobiernos y la Unión Europea están aplicando contra la crisis. Es más, estos movimientos rechazan la adopción de medidas de austeridad extremadamente serias, de ajuste económico, en una Europa del sur donde más del 20% de los jóvenes menores de treinta años se encuentra en paro. Curiosamente, esta juventud se expresa de una manera pacífica, no violenta, inspirándose en varios movimientos generales.

DK: ¿Qué otros efectos está produciendo esta crisis en Europa? IR: La crisis se está traduciendo también en un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada. Todo ello es un desafío para las democracias, porque ese "terror difuso" se transforma a veces en odio y repudio. En varios países europeos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el diferente, los otros (musulmanes, gitanos, subsaharianos, sin papeles…) y crecen los partidos xenófobos, racistas y de extrema derecha.

DK: ¿Son los movimientos sociales y políticos actuales, culminando en el 15M, capaces superar a los partidos políticos tradicionales de la izquierda? IR: No sabemos hacer política sin partidos políticos. Lo que reclaman los contestatarios, los indignados en casi toda Europa del sur, es cambiar las reglas del juego: desmontar el truco. Nuevas reglas supondrían, por ejemplo en España, una nueva Constitución como reclama un número cada vez mayor de ciudadanos. Una Constitución que dé más poder a los ciudadanos, que garantice más justicia social y que sancione a los responsables del actual naufragio. Un naufragio que no puede sorprender a nadie. El escándalo de las hipotecas basura era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Nadie se inmutaba, porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo. En la historia larga de la economía, el Estado ha sido siempre un actor central. Solo desde hace treinta años –o sea, nada en una historia de siglos–, el mercado ha querido expulsar al Estado del campo de la economía. Hay que volver al sentido común, a un keynesianismo razonable: tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea indispensable. La prueba evidente del fracaso del sistema neoliberal actual son los ajustes y rescates que demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace ahora pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, ¡con empobrecerlos aún más! ¿Se producirá un incendio social? No es imposible. Las repercusiones sociales del cataclismo económico son de una brutalidad inédita: 23 millones de parados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres. Los jóvenes aparecen como las víctimas principales. Por eso, de Madrid a Londres y Atenas, de Nicosia a Roma, una ola de indignación levanta a la juventud. Añádase, además, que en la actualidad, las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las está abandonando al borde del camino. En España, una parte se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal de la Unión Europea y del Gobierno. "No nos representan", dijeron todos los indignados.

DK: ¿Cómo ve Europa y el proyecto común europeo dominado, estos años, por Alemania y su política de austeridad? IR: El curso de la globalización parece como suspendido. Se habla cada vez más de desglobalización, de descrecimiento. El péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora podría ir en la dirección contraria. Ha llegado la hora de reinventar la política y el mundo. Todas las sociedades del sur de Europa se han vuelto furiosamente anti alemanas puesto que Alemania, sin que nadie le haya otorgado ese derecho, se ha erigido en jefe –autoproclamado – de la Unión Europea enarbolando un programa de sadismo económico. Europa es ahora, para millones de ciudadanos, sinónimo de castigo y sufrimiento: una utopía negativa.

DK: ¿Hay alternativas frente al abandono del campo de batalla de la socialdemocracia tradicional? IR: La socialdemocracia ha fracasado porque ella misma ha participado en la liquidación del Estado de bienestar, que era su principal conquista y su gran seña de identidad. De ahí el desarraigo de muchos ciudadanos que pasan de la política absteniéndose, limitándose a protestar o votando por Beppe Grillo (que es una manera de preferir un payaso auténtico en lugar de sus hipócritas copias). Otros han decidido votar a la extrema derecha, que sube espectacularmente en todas partes, o en menor grado, optar por la izquierda de la izquierda que encarna hoy el único discurso progresista audible. Así estaban también en América Latina hace poco más de un decenio, cuando las protestas derrocaban Gobiernos democráticamente elegidos (en Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú…), que aplicaban con saña los ajustes dictados por el FMI. Hasta que los movimientos sociales de protesta convergieron con una generación de nuevos líderes políticos (Chávez, Morales, Correa, Kirchner, Lula, Lugo…) que canalizaron la poderosa energía transformadora y la condujeron a votar en las urnas programas de refundación política (constituyente), de reconquista económica (nacionalizaciones, keynesianismo) y de regeneración social. En ese sentido, se observa cómo a una Europa desorientada y grogui, América Latina le está indicando el camino.

EUROPA, LA MAYOR CRISIS SOCIAL DE LA DÉCADA

(ATTAC España, 21/04/2013)

Rosa María Artal – Comité de Apoyo de ATTAC España

Bruselas acaba de hacer público un balance que demuestra las consecuencias que para la sociedad está acarreando la caótica política de la Unión Europea. Habla de "situación crítica", de "consecuencias graves" o de hitos de desigualdad y pobreza jamás alcanzados en anteriores crisis.

Menos empleo y más paro. Peores condiciones de vida para la población tras el aumento de impuestos y los recortes de los presupuestos públicos. Ese es el diagnóstico para toda la UE del «Estudio Trimestral sobre el Empleo y la Situación Social en la UE» de la Comisión Europea.

El desempleo ha seguido aumentando en enero de 2013 hasta alcanzar los 26,2 millones en toda la UE y los 19 millones en la zona del euro, es decir, el 10,8 % y el 11,9 %, respectivamente, de la población activa. No hay precedentes de unas diferencias tan grandes entre el sur o la periferia y el norte de la zona euro, que en 2012 alcanzaron los 10 puntos porcentuales.

"Nunca ha habido tantos jóvenes desempleados o inactivos. El desempleo juvenil no sólo ha alcanzado un nuevo máximo en todos los Estados miembros de la UE (en enero de 2013 estaban desempleados el 23,6 % de los jóvenes activos), sino que, además, los períodos de desempleo tienden a ser mucho más largos entre los jóvenes. Durante el tercer trimestre de 2012 llevaban desempleados más de un año el 7,1 % de los jóvenes activos frente al 6,3 % del año anterior. Esta tendencia entraña el grave riesgo de que los jóvenes se desentiendan del mercado laboral y de la sociedad en su conjunto. El número cada vez mayor de jóvenes menores de 25 años sin estudios, trabajo ni formación asciende actualmente a unos 8 millones y ello es motivo de gran preocupación".

En el cuarto trimestre de 2012, por otro lado, el PIB de la UE se contrajo un 0,5 %, la mayor caída desde principios de 2009.

Los cambios introducidos en los regímenes fiscales y en las prestaciones sociales y los recortes realizados en el sector público, sigue explicando el Estudio, han generado importantes caídas del nivel de renta real de las economías domésticas y, especialmente, del nivel de vida de las rentas más bajas. Los recortes del gasto y el aumento de fiscalidad están influyendo de muy distinta manera en las rentas altas y en las bajas. El porcentaje de población de la UE que está pasando dificultades económicas está muy por encima de los niveles jamás observados durante la última década y ya afecta a más de una de cada cuatro economías domésticas con un bajo nivel de renta.

La reducción del gasto social es mucho mayor que la que se ha producido en anteriores recesiones, dice el Estudio, añadiendo con gran empecinamiento en el error: "lo que demuestra la excepcional necesidad de llevar a cabo un saneamiento de las cuentas públicas mientras dure la crisis del euro". En numerosos Estados miembros la caída del gasto social, añade, ha neutralizado la función de estabilizador económico que tienen los sistemas de protección social y "es posible que ello haya contribuido a agravar la recesión, al menos a corto plazo", concluye imbuido de ese "optimismo" de la actual UE que suelen luego contradecir los hechos. No es imaginable que quien, a sabiendas, ha empobrecido de tal forma a la población, se decida a devolver lo rapiñado.

Nos esperan las mismas políticas, los mismos errores, con su carga acumulativa. La mayor crisis social de la década. De esta década ¿cuántas más quedan por este camino?

Artículo publicado en El Mercurio Digital

LA REBELIÓN DE LOS RICOS

(ATTAC España, 13/04/2013)


Juan Francisco Martín Seco – Consejo Científico de ATTAC España

Resulta bastante evidente, y todos los datos así lo indican, que uno de los efectos queridos, y quizá perseguido como principal, por la revolución neoliberal que comienza a expandirse por el mundo a mediados de los setenta es el incremento de las desigualdades. Ello parece bastante lógico. La liberalización de mercados tanto de productos y servicios como financieros conduce a que el capital pueda imponer sus condiciones a los poderes públicos o, al menos, a que estos se escondan tras la globalización para aplicar medidas reaccionarias que de otra manera las sociedades no permitirían.

Pero es en el proyecto de la Unión Europea donde aparece de forma más clara el intento de subversión del capital respecto de las ataduras democráticas. En la UE los mercados, los de mercancías al igual que los de capital, se hacen plenamente supranacionales mientras que todos los aspectos políticos y el resto de los aspectos económicos quedan confinados en los Estados nacionales. La Unión Monetaria ha venido a perfeccionar este panorama dejando inermes a los gobiernos y obstaculizando su política redistributiva. El resultado solo puede ser el incremento de la desigualdad y de los desequilibrios no solo personales sino también regionales, al carecer la Unión de mecanismos redistributivos entre los países.

Tradicionalmente, el Estado Social y de Derecho se basa, con mayor o menor intensidad, sobre una cuádruple unidad: comercial, monetaria, fiscal y política. Es sabido que las dos primeras generan desequilibrios regionales, tanto en tasas de crecimiento como en paro, desequilibrios que son paliados al menos parcialmente mediante las otras dos unidades, la fiscal y la política. La unión política implica que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones independientemente de su lugar de residencia. La unión fiscal, como consecuencia de la unión política y de la actuación redistributiva del Estado en el terreno personal (el que más tiene más paga y menos recibe), realiza también una función redistributiva en el regional, que compensa en parte los desequilibrios creados por el mercado.

Confirmación de lo anterior la tenemos en el comportamiento de cualquier Estado, federal o no, y por más liberal que sea. Incluso cuando después de la Segunda Guerra Mundial, los aliados -con el fin de evitar que Alemania pudiese repetir en el futuro los comportamientos pasados- imponen su partición y la división de la zona occidental en una serie de länder, se tiene muy presente la necesidad de este equilibrio interterritorial. Principio que se recoge en la Constitución de Bonn de 1949, que se concreta en la Ley de 1950, aún en vigor, y que obliga a que los Estados más fuertes ayuden a los más débiles con "el fin de mantener la uniformidad en las condiciones de vida". Así mismo, en 1991 con la unificación de las dos Alemanias se creó el pacto de solidaridad por el que los cinco länder del Este recibían, y seguirán recibiendo hasta 2019, 105.000 millones de euros para paliar su déficit en infraestructuras y 1.000 millones anuales para asistencia social y desempleo. Todo ello se financia con el llamado impuesto de solidaridad, un recargo del 7,5% en el impuesto sobre la renta hasta 1998, que se ha convertido en el 5,5% desde esa fecha hasta 2019.

La Unión Monetaria europea ha roto este equilibrio creando una unidad comercial y monetaria pero sin que se dé, ni se busque, la unidad fiscal y política entre los países, lo que genera una situación económica anómala. La UM está produciendo resultados muy desiguales, beneficiando en gran medida a Alemania y a algún que otro país pequeño de su órbita y perjudicando a todos los demás. La renta per cápita del país germánico que antes de la creación del euro perdía posiciones respecto a la media europea a partir de la constitución de la UM las gana, mientras que la mayoría de los otros miembros de la Eurozona las pierden. Sin esa unión fiscal, la UM deviene imposible porque lo que ahora se está produciendo es una transferencia de fondos en sentido inverso, transferencia a través del mercado, opaca y encubierta, pero no por eso menos real. El mantenimiento del mismo tipo de cambio entre Alemania y el resto de los países empobrece a estos y enriquece a aquella; genera un enorme superávit en la balanza de pagos del país germánico mientras que en las de las otras naciones se provoca un déficit insostenible. Se crea empleo en Alemania y se destruye en los demás países miembros.

La UM no solo está incrementando la disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que propicia las fuerzas centrífugas dentro de cada país. De hecho, algunas Comunidades Autónomas aspiran a copiar el modelo de desarticulación fiscal europeo y que incurramos dentro de nuestro país en unos desequilibrios territoriales semejantes a los que se están generando en la Eurozona. Cataluña o la Italia del Norte pueden preguntarse por qué tienen que financiar ellos a Andalucía o a la Italia del Sur, si Alemania no lo hace, obteniendo beneficios similares o mayores de la unión mercantil, monetaria y financiera.

El ejemplo ha cundido y ha llegado incluso a los länder alemanes. Los Estados ricos del sur, Baviera, Hesse y Baden-Württemberg, los tres con un PIB per cápita superior a los 36.000 euros, se quejan, protestan e incluso recurren al Tribunal Constitucional porque consideran que transfieren demasiados recursos a los Estados con menores rentas per cápita, principalmente Berlín (29.000 euros) y Sajonia oriental (23.000 euros). Es la rebelión de los ricos.

En nuestro país, a pesar de que las diferencias de renta per cápita entre las regiones son bastante mayores que en Alemania (la de las cuatro primeras, País Vasco, Madrid, Navarra, Cataluña, casi dobla a la de las dos últimas, Extremadura y Andalucía), también se ha producido la rebelión de los ricos. Comenzando porque el País Vasco y Navarra lograron introducir en la Constitución un régimen fiscal especial, el concierto, que los deja al margen de toda política redistributiva. El mantenimiento de este sistema no es ajeno al puesto que ocupan en el ranking de renta per cápita.

Aunque el nacionalismo catalán lleva ya mucho tiempo protestando por lo que considera un exceso de solidaridad, ha sido a partir del Estatuto y principalmente en los momentos actuales con el pacto fiscal cuando la ofensiva se ha hecho más radical, hasta el punto de amenazar con la independencia en el caso de que no se conceda a Cataluña un régimen de financiación parecido al del País Vasco. Incluso los políticos madrileños que siempre han estado al margen de estas reivindicaciones comienzan a quejarse de que a Madrid no se la trata adecuadamente.

Detrás de todo lo anterior se encuentra la pretensión de los ricos de romper los mecanismos redistributivos, es decir, de copiar el modelo de la Unión Europea, que implica la integración de los mercados y una moneda única, pero sin querer oír hablar de unión presupuestaria y fiscal. Los resultados de ese modelo en Europa están claros, abrir progresivamente una enorme brecha entre el Norte y el Sur que cierra toda perspectiva de futuro y que abocará, se quiera o no, a la marcha atrás. Es un modelo condenado al fracaso. Repetirlo miméticamente dentro de los Estados miembros, amén de injusto resulta totalmente inviable porque la ruptura fiscal y presupuestaria entre las regiones conduciría a romper también la unidad monetaria y de mercado.

Artículo publicado en República.com
www.telefonica.net/web2/martin-seco

“GRACIAS, JOSÉ LUIS”



Alberto Garzón Espinoza

Se ha ido uno de los grandes. José Luis Sampedro nos ha dejado. Pero la tristeza de no poder volver a escuchar sus lúcidas reflexiones queda compensada por la satisfacción de saber que podremos contar por siempre con la totalidad de su obra. Una obra que a muchos nos ha ayudado a estimular la conciencia crítica y el pensamiento humano, aquel que sitúa a las personas y a la naturaleza por delante del dinero y del libre mercado. Y aunque suelen destacarse sus trabajos de divulgación y de reflexión general sobre economía política, lo cierto es que los firmes fundamentos de Sampedro procedían de un estudio pormenorizado de cómo opera el sistema económico capitalista.

La primera vez que leí a Sampedro fue en su libro Conciencia del subdesarrollo (1973), uno de los textos que abrió en España la línea de investigación sobre el subdesarrollo económico y social. Sampedro fue catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y sus estudios fueron sin duda el inicio de toda una escuela de pensamiento económico. Uno de sus discípulos más brillantes fue Carlos Berzosa, quien fuera durante mucho tiempo rector de la UCM, y con quien actualizó aquel libro veinticinco años después para encontrar que la vigencia de los planteamientos era absoluta.

Aquella línea de pensamiento abierta por Sampedro, que hunde sus raíces en el marxismo y en el llamado pensamiento estructuralista y dependentista, sobrevive en nuestros días en las muchas generaciones que nos hemos formado en el departamento de economía aplicada I de la UCM. Es fácil comprobar, por ejemplo, que la comisión de economía del 15-M y colectivos como Economía Crítica, Colectivo Novecento y Econonuestra están repletos de economistas formados en aquel departamento. Por todas partes transpira y sobrevive el pensamiento al que Sampedro dio forma con sus obras.

Sampedro siempre atacó a la economía convencional, aquella que intenta abstraerse de su anclaje social y que trata a las personas como meros recursos humanos, como simples mercancías preparadas para ser compradas y vendidas. A diferencia de la también recientemente fallecida Margaret Thatcher, cuyo individualismo le llevó a anunciar la no existencia de la sociedad,  Sampedro fue siempre un defensor de la cooperación y de la reciprocidad. Nos enseñó que el sistema capitalista de competencia debería ser sustituido cuanto antes por un sistema de cooperación en el que primara la satisfacción de las necesidades humanas que van mucho más allá de las cifras.

Su trabajo como divulgador económico cristalizó en un estupendo libro titulado El Mercado y la Globalización (2002) en el que de una forma nítida se desglosaba todas las deficiencias de un modelo de sociedad organizado en torno al dinero y la búsqueda de ganancia económica. Uno de los libros más recomendables para entender nuestra situación actual. De hecho, Sampedro era un economista que no ignoraba el mundo en el que vivía y que entendió perfectamente los riesgos de seguir organizándonos como sociedad bajo un sistema económico capitalista.

En definitiva, se nos ha ido una de las mentes más brillantes de nuestro país y todo un ejemplo de lucha social y de compromiso intelectual. Pero nos queda el deber moral de continuar su proyecto, buscando conquistar nuestro lugar en el mundo.