(ATTAC España, 27/02/2013)
Gabriel González – ATTAC Mallorca
La unidad de los de abajo y las direcciones (cúpulas o aparatos) de los partidos.
Sin
un un proceso constituyente desde abajo para construir una fuerza
política poderosa, hegemónica y representativa, frente a una hipotética
confrontación electoral se dará la circunstancia de que la mayoría
social que actualmente rechaza las políticas impuestas por la minoría
gobernante sufrirá el voto disperso a la vez que concurrirá a esa
confrontación con una sociedad escéptica a creer que de semejante
dispersión podrá pergeñarse una respuesta solvente a los tremendos
problemas que padecemos. Algunos optaremos por formaciones políticas
minoritarias o en extremo minoritarias, engrosaremos la mayoría
abstencionista o como mucho votaremos resignadamente por las opciones
menos alejadas de nuestras aspiraciones de otro mundo que veremos
difícilmente posible, sin motivos para implicarnos decididamente, con
lo cual, y tras analizar los resultados, constataremos que siendo
mayoría real quedaremos en situación de minoría en número de
representantes en el Parlamento. Podremos echar la culpa a ley
electoral, a “la abstención” o decir que somos ignorantes, etc.Todo
ello escapes exculpatorios de una mirada superficial.
Esa situación facilitará a la minoría triunfante (PP – PSOE) obtener
los apoyos suficientes para consolidar el modelo absolutista de los
mercados. ( podrían realizar algunos cambios menores, incluídos los
territoriales y del modelo de estado, pero sin tocar el dogma
neoliberal) Por tanto, no es suficiente una coalición electoral más o
menos amplia de lo que hay, una SYRIZA a la española
derrotada electoralmente y autocomplaciente porque “vamos por buen
camino” Sólo tenemos una opción, señalada por Rajoy: alcanzar la
mayoría absoluta con nuestras propias fuerzas en las condiciones
realmente existentes. Lo curioso de estas palabras de Rajoy,
pronunciadas varias veces, no es que sean una indicación de nuestra
debilidad, sino que son ahora indicativas de lo posible. Pero se deben
cumplir algunos requisitos para que esta circunstancial mayoría social
pueda emerger como fuerza creadora y constituyente de una nueva
realidad: que aquéllos elementos con amplia visión y capacidad
integradora logren constituir una dirección política del proceso
superadora de las reticencias pseudo-ideológicas y capaz de implicar a
la mayoría abstencionista en un proyecto vital radicalmente democrático y
solvente. La responsabilidad fundamental en esta emergencia la tienen
las direcciones de los partidos con aspiraciones de cambio, pero también
los dirigentes de la sociedad civil organizada y las personas que
viendo como el viejo régimen se tambalea pueden y deben decir su palabra ahora.
No habrá una segunda oportunidad. No se pueden mantener las condiciones
sociales a voluntad, todo cambia, todo se renueva, y el poder lo hace
especialmente rápido, no requiere de grandes reflexiones y acuerdos
entre muchas partes, el poder ve y actúa…salvo en momentos de debilidad
aparente, y en el avance de nuestras fuerzas también hay obstáculos.
Esas pequeñas agrupaciones políticas que pretenden acceder a una
posición de influencia en el conjunto del amplio movimiento para
dirigirlo de acuerdo a sus intereses, sin comprender que sus intereses
no son realizables en el terreno estricto de la competencia y que sólo
podrán realizar una parte de ellos cediendo su parte al todo, para
verse incluídas en la marea ciudadana en marcha. Así, icluídos en el
anónimo colectivo, pueden ejercer su influencia dialogando, señalando
las verdades, convenciendo. Pero también pueden, eso sí, mantenerse como
dulces derrotados llevándose nuestras aspiraciones de cambio por
delante. No debemos permitírselo.
Y tampoco instalarnos en la inacción esperanzada de que “ocurra
algún cambio” No ocurrirá. Nosotros tenemos que provocar el cambio que
queremos ver. Podemos proponer, desde abajo y sin “referentes” nuestros
puntos de vista, proyectos, acciones para la creación de esa fuerza
política emergente. No contra los políticos o partidos actuales o sin
ellos, pero no sin nosotros. Reflexionar conjuntamente
las bases programáticas de gobierno para ser refrendadas por la mayoría
social,discutir y proponer las personas que mejor pudieran representar
al movimiento, para ser refrendadas también por la mayoría social.
Estamos hablando de un proyecto constituyente de los de abajo en una
formación política para ganar las elecciones nacionales, autonómicas y
locales, ahora y en las condiciones presentes. Descartemos, pues, los
viejos pactos electorales de partidos minoritarios para ejercer la
oposición. Descartemos también las coaliciones preelectorales
incompletas y con ánimo de sumar matemáticamente supuestos votos
estables que dejan estar la abstención en su estática indiferencia.
Descartemos la espera del príncipe azul revolucionario. Y si viene,
echémoslo a patadas. Siendo lo que somos, con las fuerzas que tenemos y
en el lugar que estamos, hagamos la democracia ahora, desde aquí abajo y
empezando por nuestro entorno más próximo, exigiéndonos excelencia en
la acción.
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