“HA LEGADO LA HORA DE REINVENTAR LA POLÍTICA Y EL MUNDO”

(ATTAC España, 22/04/2013)


Ex director de la edición francesa de 'Le Monde diplomatique' y profesor de Teoría de la Comunicación, es uno de los observadores más lúcidos de la realidad política.

Manuel Fernández-Cuestaeldiario.es
Ignacio Ramonet: sociólogo semiólogo, especialista en geopolítica y profesor de Teoría de la Comunicación
 

Ignacio Ramonet (Redondela, 1943), es uno de los pensadores más lúcidos de los últimos tiempos. Instalado en París desde 1972, sociólogo y semiólogo, especialista en geopolítica, profesor de Teoría de la Comunicación, sagaz periodista, su forma de mirar e interpretar la modernidad y, por extensión, la globalización, hace de sus ideas un punto de inflexión necesario contra el pensamiento dominante. Diario Kafka ha hablado con él sobre la actualidad política, la crisis y los emergentes movimientos sociales, Europa y el porvenir.

Diario Kafka: ¿Asistimos a un renacimiento de los movimientos de protesta ciudadana? Ignacio Ramonet: Desde que estalló la actual crisis financiero-económica, en 2008, estamos asistiendo a una multiplicación de los movimientos de protesta ciudadana. En primer lugar, en los países más afectados (Irlanda, Grecia, Portugal, España), los ciudadanos –cívicamente– apostaron por apoyar, con sus votos, a la oposición, pensando que esta aportaría un cambio de política tendente a menos austeridad y menos ajuste. Pero cuando todos estos países cambiaron de Gobierno, pasando de la izquierda o centro-izquierda a la derecha o centro-derecha, la estupefacción fue completa, ya que los nuevos Gobiernos conservadores radicalizaron aún más las políticas restrictivas y exigieron más sacrificios, más sangre y más lagrimas a los ciudadanos. Ahí es cuando empiezan las protestas. Sobre todo porque los ciudadanos tienen ante sus ojos los ejemplos de dos protestas con éxito: la del pueblo unido en Islandia y la de los contestatarios que tumban las dictaduras en Túnez y Egipto. Además, destaca el hecho de que las redes sociales están facilitando formas de la organización espontánea de las masas sin necesidad de líder, de organización política, ni de programa. Todo está listo entonces para que surjan, en mayo de 2011, los indignados españoles, y que su ejemplo se imite de un modo u otro en toda la Europa del sur.

DK: ¿Por qué los partidos políticos de la izquierda son mal comprendidos por estos movimientos? IR: Porque lo que los medios califican de "partidos políticos de la izquierda" tienen, en opinión de esos movimientos y de las mayorías exasperadas, muy poco de izquierda. No hay que olvidar, además, que estos partidos están comprometidos con esta misma política conservadora que ellos fueron los primeros en aplicar, sin anestesia. Recuérdese lo que ocurrió en España cuando, de pronto, en mayo de 2011, Rodríguez Zapatero, sin avisar ni explicar, decidió aplicar un brutal plan de ajuste ultraliberal que era exactamente lo contrario del ADN del socialismo.

DK. ¿Cuál fue el pecado original de Mayo del 68? ¿Son los movimientos de hoy hijos tardíos del 68? ¿Cree que pueden realmente construir contrapoder político, alternativa real de Gobierno, o son más bien movimientos emocionales? IR: No se pueden comparar las dos épocas. Mayo del 68 era una crisis contra un país en expansión (nacimiento de la sociedad de consumo, crecimiento alto, pleno empleo), que seguía siendo profundamente conservador y hasta arcaico en materia de costumbres. Hoy sabemos que fue menos una crisis política que una crisis cultural. El movimiento del 15M, sin embargo, es el reflejo del derrumbe general de todas las instituciones (Corona, justicia, Gobierno, oposición, Iglesia, autonomías…). En ese sentido, es lo más positivo que ha ocurrido en la política española desde el final del franquismo. Lo más fresco e innovador. Aunque no se ha traducido en movimiento político con perspectivas de conquistar el poder, revela un sentimiento profundo de hartura de la sociedad española golpeada por la crisis y por las brutales medidas de austeridad del Gobierno de Mariano Rajoy. Se podría decir que los movimientos de protesta son una buena noticia ya que demuestran que las sociedades europeas, y en particular su juventud tan castigada por la crisis social, está expresando su descontento general hacia la situación que se está viviendo y hacia el tipo de solución neoliberal que los Gobiernos y la Unión Europea están aplicando contra la crisis. Es más, estos movimientos rechazan la adopción de medidas de austeridad extremadamente serias, de ajuste económico, en una Europa del sur donde más del 20% de los jóvenes menores de treinta años se encuentra en paro. Curiosamente, esta juventud se expresa de una manera pacífica, no violenta, inspirándose en varios movimientos generales.

DK: ¿Qué otros efectos está produciendo esta crisis en Europa? IR: La crisis se está traduciendo también en un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada. Todo ello es un desafío para las democracias, porque ese "terror difuso" se transforma a veces en odio y repudio. En varios países europeos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el diferente, los otros (musulmanes, gitanos, subsaharianos, sin papeles…) y crecen los partidos xenófobos, racistas y de extrema derecha.

DK: ¿Son los movimientos sociales y políticos actuales, culminando en el 15M, capaces superar a los partidos políticos tradicionales de la izquierda? IR: No sabemos hacer política sin partidos políticos. Lo que reclaman los contestatarios, los indignados en casi toda Europa del sur, es cambiar las reglas del juego: desmontar el truco. Nuevas reglas supondrían, por ejemplo en España, una nueva Constitución como reclama un número cada vez mayor de ciudadanos. Una Constitución que dé más poder a los ciudadanos, que garantice más justicia social y que sancione a los responsables del actual naufragio. Un naufragio que no puede sorprender a nadie. El escándalo de las hipotecas basura era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Nadie se inmutaba, porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo. En la historia larga de la economía, el Estado ha sido siempre un actor central. Solo desde hace treinta años –o sea, nada en una historia de siglos–, el mercado ha querido expulsar al Estado del campo de la economía. Hay que volver al sentido común, a un keynesianismo razonable: tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea indispensable. La prueba evidente del fracaso del sistema neoliberal actual son los ajustes y rescates que demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace ahora pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, ¡con empobrecerlos aún más! ¿Se producirá un incendio social? No es imposible. Las repercusiones sociales del cataclismo económico son de una brutalidad inédita: 23 millones de parados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres. Los jóvenes aparecen como las víctimas principales. Por eso, de Madrid a Londres y Atenas, de Nicosia a Roma, una ola de indignación levanta a la juventud. Añádase, además, que en la actualidad, las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las está abandonando al borde del camino. En España, una parte se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal de la Unión Europea y del Gobierno. "No nos representan", dijeron todos los indignados.

DK: ¿Cómo ve Europa y el proyecto común europeo dominado, estos años, por Alemania y su política de austeridad? IR: El curso de la globalización parece como suspendido. Se habla cada vez más de desglobalización, de descrecimiento. El péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora podría ir en la dirección contraria. Ha llegado la hora de reinventar la política y el mundo. Todas las sociedades del sur de Europa se han vuelto furiosamente anti alemanas puesto que Alemania, sin que nadie le haya otorgado ese derecho, se ha erigido en jefe –autoproclamado – de la Unión Europea enarbolando un programa de sadismo económico. Europa es ahora, para millones de ciudadanos, sinónimo de castigo y sufrimiento: una utopía negativa.

DK: ¿Hay alternativas frente al abandono del campo de batalla de la socialdemocracia tradicional? IR: La socialdemocracia ha fracasado porque ella misma ha participado en la liquidación del Estado de bienestar, que era su principal conquista y su gran seña de identidad. De ahí el desarraigo de muchos ciudadanos que pasan de la política absteniéndose, limitándose a protestar o votando por Beppe Grillo (que es una manera de preferir un payaso auténtico en lugar de sus hipócritas copias). Otros han decidido votar a la extrema derecha, que sube espectacularmente en todas partes, o en menor grado, optar por la izquierda de la izquierda que encarna hoy el único discurso progresista audible. Así estaban también en América Latina hace poco más de un decenio, cuando las protestas derrocaban Gobiernos democráticamente elegidos (en Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú…), que aplicaban con saña los ajustes dictados por el FMI. Hasta que los movimientos sociales de protesta convergieron con una generación de nuevos líderes políticos (Chávez, Morales, Correa, Kirchner, Lula, Lugo…) que canalizaron la poderosa energía transformadora y la condujeron a votar en las urnas programas de refundación política (constituyente), de reconquista económica (nacionalizaciones, keynesianismo) y de regeneración social. En ese sentido, se observa cómo a una Europa desorientada y grogui, América Latina le está indicando el camino.

EUROPA, LA MAYOR CRISIS SOCIAL DE LA DÉCADA

(ATTAC España, 21/04/2013)

Rosa María Artal – Comité de Apoyo de ATTAC España

Bruselas acaba de hacer público un balance que demuestra las consecuencias que para la sociedad está acarreando la caótica política de la Unión Europea. Habla de "situación crítica", de "consecuencias graves" o de hitos de desigualdad y pobreza jamás alcanzados en anteriores crisis.

Menos empleo y más paro. Peores condiciones de vida para la población tras el aumento de impuestos y los recortes de los presupuestos públicos. Ese es el diagnóstico para toda la UE del «Estudio Trimestral sobre el Empleo y la Situación Social en la UE» de la Comisión Europea.

El desempleo ha seguido aumentando en enero de 2013 hasta alcanzar los 26,2 millones en toda la UE y los 19 millones en la zona del euro, es decir, el 10,8 % y el 11,9 %, respectivamente, de la población activa. No hay precedentes de unas diferencias tan grandes entre el sur o la periferia y el norte de la zona euro, que en 2012 alcanzaron los 10 puntos porcentuales.

"Nunca ha habido tantos jóvenes desempleados o inactivos. El desempleo juvenil no sólo ha alcanzado un nuevo máximo en todos los Estados miembros de la UE (en enero de 2013 estaban desempleados el 23,6 % de los jóvenes activos), sino que, además, los períodos de desempleo tienden a ser mucho más largos entre los jóvenes. Durante el tercer trimestre de 2012 llevaban desempleados más de un año el 7,1 % de los jóvenes activos frente al 6,3 % del año anterior. Esta tendencia entraña el grave riesgo de que los jóvenes se desentiendan del mercado laboral y de la sociedad en su conjunto. El número cada vez mayor de jóvenes menores de 25 años sin estudios, trabajo ni formación asciende actualmente a unos 8 millones y ello es motivo de gran preocupación".

En el cuarto trimestre de 2012, por otro lado, el PIB de la UE se contrajo un 0,5 %, la mayor caída desde principios de 2009.

Los cambios introducidos en los regímenes fiscales y en las prestaciones sociales y los recortes realizados en el sector público, sigue explicando el Estudio, han generado importantes caídas del nivel de renta real de las economías domésticas y, especialmente, del nivel de vida de las rentas más bajas. Los recortes del gasto y el aumento de fiscalidad están influyendo de muy distinta manera en las rentas altas y en las bajas. El porcentaje de población de la UE que está pasando dificultades económicas está muy por encima de los niveles jamás observados durante la última década y ya afecta a más de una de cada cuatro economías domésticas con un bajo nivel de renta.

La reducción del gasto social es mucho mayor que la que se ha producido en anteriores recesiones, dice el Estudio, añadiendo con gran empecinamiento en el error: "lo que demuestra la excepcional necesidad de llevar a cabo un saneamiento de las cuentas públicas mientras dure la crisis del euro". En numerosos Estados miembros la caída del gasto social, añade, ha neutralizado la función de estabilizador económico que tienen los sistemas de protección social y "es posible que ello haya contribuido a agravar la recesión, al menos a corto plazo", concluye imbuido de ese "optimismo" de la actual UE que suelen luego contradecir los hechos. No es imaginable que quien, a sabiendas, ha empobrecido de tal forma a la población, se decida a devolver lo rapiñado.

Nos esperan las mismas políticas, los mismos errores, con su carga acumulativa. La mayor crisis social de la década. De esta década ¿cuántas más quedan por este camino?

Artículo publicado en El Mercurio Digital

LA REBELIÓN DE LOS RICOS

(ATTAC España, 13/04/2013)


Juan Francisco Martín Seco – Consejo Científico de ATTAC España

Resulta bastante evidente, y todos los datos así lo indican, que uno de los efectos queridos, y quizá perseguido como principal, por la revolución neoliberal que comienza a expandirse por el mundo a mediados de los setenta es el incremento de las desigualdades. Ello parece bastante lógico. La liberalización de mercados tanto de productos y servicios como financieros conduce a que el capital pueda imponer sus condiciones a los poderes públicos o, al menos, a que estos se escondan tras la globalización para aplicar medidas reaccionarias que de otra manera las sociedades no permitirían.

Pero es en el proyecto de la Unión Europea donde aparece de forma más clara el intento de subversión del capital respecto de las ataduras democráticas. En la UE los mercados, los de mercancías al igual que los de capital, se hacen plenamente supranacionales mientras que todos los aspectos políticos y el resto de los aspectos económicos quedan confinados en los Estados nacionales. La Unión Monetaria ha venido a perfeccionar este panorama dejando inermes a los gobiernos y obstaculizando su política redistributiva. El resultado solo puede ser el incremento de la desigualdad y de los desequilibrios no solo personales sino también regionales, al carecer la Unión de mecanismos redistributivos entre los países.

Tradicionalmente, el Estado Social y de Derecho se basa, con mayor o menor intensidad, sobre una cuádruple unidad: comercial, monetaria, fiscal y política. Es sabido que las dos primeras generan desequilibrios regionales, tanto en tasas de crecimiento como en paro, desequilibrios que son paliados al menos parcialmente mediante las otras dos unidades, la fiscal y la política. La unión política implica que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones independientemente de su lugar de residencia. La unión fiscal, como consecuencia de la unión política y de la actuación redistributiva del Estado en el terreno personal (el que más tiene más paga y menos recibe), realiza también una función redistributiva en el regional, que compensa en parte los desequilibrios creados por el mercado.

Confirmación de lo anterior la tenemos en el comportamiento de cualquier Estado, federal o no, y por más liberal que sea. Incluso cuando después de la Segunda Guerra Mundial, los aliados -con el fin de evitar que Alemania pudiese repetir en el futuro los comportamientos pasados- imponen su partición y la división de la zona occidental en una serie de länder, se tiene muy presente la necesidad de este equilibrio interterritorial. Principio que se recoge en la Constitución de Bonn de 1949, que se concreta en la Ley de 1950, aún en vigor, y que obliga a que los Estados más fuertes ayuden a los más débiles con "el fin de mantener la uniformidad en las condiciones de vida". Así mismo, en 1991 con la unificación de las dos Alemanias se creó el pacto de solidaridad por el que los cinco länder del Este recibían, y seguirán recibiendo hasta 2019, 105.000 millones de euros para paliar su déficit en infraestructuras y 1.000 millones anuales para asistencia social y desempleo. Todo ello se financia con el llamado impuesto de solidaridad, un recargo del 7,5% en el impuesto sobre la renta hasta 1998, que se ha convertido en el 5,5% desde esa fecha hasta 2019.

La Unión Monetaria europea ha roto este equilibrio creando una unidad comercial y monetaria pero sin que se dé, ni se busque, la unidad fiscal y política entre los países, lo que genera una situación económica anómala. La UM está produciendo resultados muy desiguales, beneficiando en gran medida a Alemania y a algún que otro país pequeño de su órbita y perjudicando a todos los demás. La renta per cápita del país germánico que antes de la creación del euro perdía posiciones respecto a la media europea a partir de la constitución de la UM las gana, mientras que la mayoría de los otros miembros de la Eurozona las pierden. Sin esa unión fiscal, la UM deviene imposible porque lo que ahora se está produciendo es una transferencia de fondos en sentido inverso, transferencia a través del mercado, opaca y encubierta, pero no por eso menos real. El mantenimiento del mismo tipo de cambio entre Alemania y el resto de los países empobrece a estos y enriquece a aquella; genera un enorme superávit en la balanza de pagos del país germánico mientras que en las de las otras naciones se provoca un déficit insostenible. Se crea empleo en Alemania y se destruye en los demás países miembros.

La UM no solo está incrementando la disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que propicia las fuerzas centrífugas dentro de cada país. De hecho, algunas Comunidades Autónomas aspiran a copiar el modelo de desarticulación fiscal europeo y que incurramos dentro de nuestro país en unos desequilibrios territoriales semejantes a los que se están generando en la Eurozona. Cataluña o la Italia del Norte pueden preguntarse por qué tienen que financiar ellos a Andalucía o a la Italia del Sur, si Alemania no lo hace, obteniendo beneficios similares o mayores de la unión mercantil, monetaria y financiera.

El ejemplo ha cundido y ha llegado incluso a los länder alemanes. Los Estados ricos del sur, Baviera, Hesse y Baden-Württemberg, los tres con un PIB per cápita superior a los 36.000 euros, se quejan, protestan e incluso recurren al Tribunal Constitucional porque consideran que transfieren demasiados recursos a los Estados con menores rentas per cápita, principalmente Berlín (29.000 euros) y Sajonia oriental (23.000 euros). Es la rebelión de los ricos.

En nuestro país, a pesar de que las diferencias de renta per cápita entre las regiones son bastante mayores que en Alemania (la de las cuatro primeras, País Vasco, Madrid, Navarra, Cataluña, casi dobla a la de las dos últimas, Extremadura y Andalucía), también se ha producido la rebelión de los ricos. Comenzando porque el País Vasco y Navarra lograron introducir en la Constitución un régimen fiscal especial, el concierto, que los deja al margen de toda política redistributiva. El mantenimiento de este sistema no es ajeno al puesto que ocupan en el ranking de renta per cápita.

Aunque el nacionalismo catalán lleva ya mucho tiempo protestando por lo que considera un exceso de solidaridad, ha sido a partir del Estatuto y principalmente en los momentos actuales con el pacto fiscal cuando la ofensiva se ha hecho más radical, hasta el punto de amenazar con la independencia en el caso de que no se conceda a Cataluña un régimen de financiación parecido al del País Vasco. Incluso los políticos madrileños que siempre han estado al margen de estas reivindicaciones comienzan a quejarse de que a Madrid no se la trata adecuadamente.

Detrás de todo lo anterior se encuentra la pretensión de los ricos de romper los mecanismos redistributivos, es decir, de copiar el modelo de la Unión Europea, que implica la integración de los mercados y una moneda única, pero sin querer oír hablar de unión presupuestaria y fiscal. Los resultados de ese modelo en Europa están claros, abrir progresivamente una enorme brecha entre el Norte y el Sur que cierra toda perspectiva de futuro y que abocará, se quiera o no, a la marcha atrás. Es un modelo condenado al fracaso. Repetirlo miméticamente dentro de los Estados miembros, amén de injusto resulta totalmente inviable porque la ruptura fiscal y presupuestaria entre las regiones conduciría a romper también la unidad monetaria y de mercado.

Artículo publicado en República.com
www.telefonica.net/web2/martin-seco

“GRACIAS, JOSÉ LUIS”



Alberto Garzón Espinoza

Se ha ido uno de los grandes. José Luis Sampedro nos ha dejado. Pero la tristeza de no poder volver a escuchar sus lúcidas reflexiones queda compensada por la satisfacción de saber que podremos contar por siempre con la totalidad de su obra. Una obra que a muchos nos ha ayudado a estimular la conciencia crítica y el pensamiento humano, aquel que sitúa a las personas y a la naturaleza por delante del dinero y del libre mercado. Y aunque suelen destacarse sus trabajos de divulgación y de reflexión general sobre economía política, lo cierto es que los firmes fundamentos de Sampedro procedían de un estudio pormenorizado de cómo opera el sistema económico capitalista.

La primera vez que leí a Sampedro fue en su libro Conciencia del subdesarrollo (1973), uno de los textos que abrió en España la línea de investigación sobre el subdesarrollo económico y social. Sampedro fue catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y sus estudios fueron sin duda el inicio de toda una escuela de pensamiento económico. Uno de sus discípulos más brillantes fue Carlos Berzosa, quien fuera durante mucho tiempo rector de la UCM, y con quien actualizó aquel libro veinticinco años después para encontrar que la vigencia de los planteamientos era absoluta.

Aquella línea de pensamiento abierta por Sampedro, que hunde sus raíces en el marxismo y en el llamado pensamiento estructuralista y dependentista, sobrevive en nuestros días en las muchas generaciones que nos hemos formado en el departamento de economía aplicada I de la UCM. Es fácil comprobar, por ejemplo, que la comisión de economía del 15-M y colectivos como Economía Crítica, Colectivo Novecento y Econonuestra están repletos de economistas formados en aquel departamento. Por todas partes transpira y sobrevive el pensamiento al que Sampedro dio forma con sus obras.

Sampedro siempre atacó a la economía convencional, aquella que intenta abstraerse de su anclaje social y que trata a las personas como meros recursos humanos, como simples mercancías preparadas para ser compradas y vendidas. A diferencia de la también recientemente fallecida Margaret Thatcher, cuyo individualismo le llevó a anunciar la no existencia de la sociedad,  Sampedro fue siempre un defensor de la cooperación y de la reciprocidad. Nos enseñó que el sistema capitalista de competencia debería ser sustituido cuanto antes por un sistema de cooperación en el que primara la satisfacción de las necesidades humanas que van mucho más allá de las cifras.

Su trabajo como divulgador económico cristalizó en un estupendo libro titulado El Mercado y la Globalización (2002) en el que de una forma nítida se desglosaba todas las deficiencias de un modelo de sociedad organizado en torno al dinero y la búsqueda de ganancia económica. Uno de los libros más recomendables para entender nuestra situación actual. De hecho, Sampedro era un economista que no ignoraba el mundo en el que vivía y que entendió perfectamente los riesgos de seguir organizándonos como sociedad bajo un sistema económico capitalista.

En definitiva, se nos ha ido una de las mentes más brillantes de nuestro país y todo un ejemplo de lucha social y de compromiso intelectual. Pero nos queda el deber moral de continuar su proyecto, buscando conquistar nuestro lugar en el mundo.

LA DEUDA Y LA SUPUESTAMENTE ANTICUADA LUCHA DE CLASES

(ATTAC España, 2/04/2013)


Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Juan Torres, en un excelente artículo publicado en Público (24.03.13), titulado La guerra mundial de la deuda señalaba que el mayor problema existente hoy en el mundo referente al crecimiento de la deuda no es la deuda pública, como constantemente subrayan la mayoría de medios de información, sino la deuda privada, la cual ha alcanzado unos niveles inasumibles en la práctica totalidad de países a los dos lados del Atlántico Norte. Según el Banco Internacional de Pagos (BIP), la deuda total privada de los países de la Eurozona es de 15,7 billones de euros, una cantidad que es casi el doble de la riqueza de los países de tal zona monetaria, medida por su PIB (8,7 billones de euros). Algo semejante ocurre en EEUU, cuya deuda privada es de 24,98 billones de dólares, que es muy superior a su PIB, que es de 16 billones de euros.

Y lo que es también alarmante, como subraya Juan Torres, es su elevado crecimiento. Según el BIP, la deuda privada en la Eurozona se ha duplicado en los últimos nueve años, una situación que se ha producido también con la deuda privada de EEUU, que se ha doblado en nueve años.

Otro dato de gran importancia es que la deuda de los hogares, que históricamente era mucho más baja que la deuda empresarial, se ha incrementado mucho más rápidamente que esta última. La explicación de todo este proceso es fácil de encontrar, aunque raramente la verá en los medios de mayor difusión, altamente influenciados por los grupos financieros y empresariales que dominan la vida económica del país y que están entrelazados con tales medios (un ejemplo de ello: el dueño de La Vanguardia, el conde de Godó, es el vicepresidente de CaixaBank, el mayor grupo financiero de Catalunya).

La causa del enorme crecimiento de la deuda privada es el enorme descenso de la masa salarial, que explica que las rentas del trabajo, de la cual derivan sus rentas la mayor parte de la ciudadanía, han ido descendiendo como porcentaje de la renta salarial total, mientras que las rentas del capital han creciendo enormemente. Es lo que solía definirse como lucha de clases, término que hoy no se utiliza por considerarse "anticuado". Sólo algunos grandes financieros, como el Sr. Warren Buffet, uno de los hombres más ricos de EEUU, pueden citarlo sin reservas, afirmando que existe una guerra de clases, y que la suya es la que gana en bases diarias. Los datos muestran que el Sr. Buffet lleva toda la razón del mundo.

Las causas del descenso de las rentas del trabajo
En EEUU el salario horario (es decir, el salario que un trabajador recibe por hora) ha ido disminuyendo desde los años ochenta cuando el presidente Reagan (el ídolo de los economistas neoliberales) inició su guerra contra los sindicatos, despidiendo a todos los controladores aéreos, mostrando así al mundo empresarial que la veda estaba abierta en contra de los sindicatos. Algo similar ocurrió con la Sra. Thatcher, cuando inició la guerra contra los mineros. Esta guerra ha sido exitosa, pues el porcentaje de la población sindicalizada en EEUU ha disminuido notablemente, siendo hoy sólo un 11,3% de toda la población activa (y ello a pesar de que el porcentaje de población a la que le gustaría sindicalizarse, si pudiera, ha ido aumentando) y ello debido a las enormes dificultades que el mundo empresarial pone a que sus trabajadores puedan sindicalizarse. El temor al despido (debido a la gran desregulación existente en el mercado laboral de EEUU) es una de las mayores causas de esta disminución de la tasa de sindicalización.

Pero existen otras intervenciones públicas que debilitan a los sindicatos. Una es la destrucción de empleo, aumentando el número de parados y personas buscando trabajo. El desempleo tiene un enorme impacto en disciplinar al mundo del trabajo. Atemoriza a toda la población que trabaja, temerosa de perder su empleo. Este aumento del miedo determina un gran deterioro de las condiciones de trabajo (el número de trabajadores que indican estar trabajando bajo condiciones estresantes ha aumentado en EEUU y en todos los países de la UE), un aumento de la precariedad y un descenso de los beneficios sociales.

Otra intervención pública es la reducción de la protección social, con disminución, no sólo de los derechos laborales, sino también de los sociales. Los recortes de gasto público social tienen también como objetivo el debilitamiento de tal protección social, que desgasta a las clases populares, atemorizándolas al perder seguridad.

Éstas son las armas del capital frente al mundo del trabajo en lo que mi amigo Noam Chomsky llama la guerra de clases ("the class war") en su introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo mismo. Ni que decir tiene que las pérdidas del mundo del trabajo conllevan ganancias del capital.

¿Quién gana esta guerra?
La pregunta que me hacen mis estudiantes es: ¿cómo el capital se beneficia de las pérdidas que la guerra de clases determina en el mundo del trabajo? La respuesta tiene varios niveles.

Uno es que en la medida que las rentas del trabajo bajan, las rentas del capital suben. Y los datos hablan por sí mismos (en España, el porcentaje de las rentas del trabajo sobre el PIB ha pasado de 2008 a 2012 —datos del cuarto trimestre— del 49 al 46%, mientras que las rentas del capital han aumentado durante este periodo del 42 al 46%). En realidad el crecimiento de las últimas se debe al descenso de las primeras. Y la mejor prueba de ello es que en el análisis de dónde va la riqueza que el mundo del trabajo está creando se ve que ha ido predominantemente a las rentas superiores que derivan sus rentas de la propiedad del capital.

Otro beneficio que el capital, específicamente el financiero, consigue del descenso de los salarios, es la necesidad que tiene la población de endeudarse. El profundo endeudamiento de las familias se debe precisamente al descenso tan notable de su capacidad adquisitiva. La enorme expansión del capital financiero ha sido precisamente basada en este endeudamiento familiar. El sector financiero está hoy, en la mayoría de países, sobredimensionado, lo cual ha creado un problema gravísimo. El enorme poder de la banca sobre los aparatos estatales y mediáticos del país ha forzado unos comportamientos públicos, como la desregulación del capital financiero, que han causado la enorme crisis financiera que, indicador de su poder, se ha intentado resolver a base de apoyo público para garantizar su existencia. La escasa demanda, causada por la disminución de la capacidad adquisitiva de la población, ha hecho que la rentabilidad de las inversiones financieras se haya desplazado de sectores productivos a sectores especulativos (facilitados por la desregulación del crecimiento del capital financiero) causa de la enorme crisis.

Nos encontramos así que junto a la austeridad que experimentan las rentas del trabajo hay una exuberancia de las rentas del capital, que está detrás de la crisis financia que está llevando a la pobreza y a la miseria a grandes sectores de la población. Ésta es la situación raramente descrita en los medios de mayor difusión y, desde luego, en La Vanguardia.

Artículo publicado en Público.es
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