UN MODELO QUE CONDUCE AL DESASTRE

(Queda la palabra, 31/08/2012)
 

Juan Francisco Martín Seco

El INE ha hecho pública la revisión de los datos macroeconómicos de los años 2010 y 2011 que empeoran significativamente los que hasta ahora se habían facilitado, y que muestran que ha sido principalmente el consumo el causante de tal desviación. Las expectativas para los próximos años no son mejores. Los propios organismos internacionales que recomiendan los ajustes, basándose en los efectos que van a causar esas medidas, agravan las previsiones macroeconómicas, con lo que el círculo se cierra: un deterioro de la economía imposibilitará el cumplimiento de los objetivos del déficit, dando nuevos pretextos a los halcones de Berlín, Frankfurt y Bruselas para recomendar nuevos ajustes, y vuelta a empezar.

El objetivo de déficit público (ingresos menos gastos) se fija como porcentaje del PIB. Un empeoramiento de la actividad económica influirá sobre su cumplimiento por distintas vías. La primera es meramente matemática, aun cuando se alcanzase la cuantía del déficit en valores absolutos se rebasaría el objetivo al haberse reducido el denominador (el PIB). Pero la contracción de la economía afectará también vía numerador a través de los llamados estabilizadores automáticos, mayores gastos en prestaciones de desempleo y sobre todo una menor recaudación. Conviene recalcar el nombre, "estabilizadores automáticos", con el que tradicionalmente se quería expresar el efecto beneficioso que en épocas de recesión tenían al incrementar automáticamente el déficit y así reactivar la economía. El objetivo que impone Alemania y que tan fielmente cumplen los otros gobiernos es el opuesto, reajustes y recortes; los podríamos denominar "desestabilizadores discrecionales" porque tienen poco de automatismo. Hay otro factor que influye negativamente en el cumplimiento del objetivo de déficit, los gastos financieros. Cuanto más se deteriora la actividad, más desconfían los mercados y mayor tipo de interés exigen en la compra de la deuda pública, y mayores gastos financieros, por lo tanto, tiene que soportar el presupuesto.

Es sumamente ilustrativo contemplar el gráfico de la evolución de la prima de riesgo desde mayo de 2010. Da perfecta idea de que -prescindiendo de las lógicas variaciones a corto plazo de todo mercado, ocasionadas por las diversas manifestaciones, rumores o acontecimientos puntuales- la tendencia es claramente alcista, y que hoy saludamos como buena noticia el que los tipos de interés hayan descendido a un nivel que hace unos meses nos parecía intolerable. A pesar de los múltiples sacrificios a los que se ha sometido a la sociedad española, lo único que se ha logrado ha sido empeorar la economía e incrementar la prima de riesgo. Continuar por este camino conduce al desastre más absoluto. Ante los nuevos rescates, deberíamos mirar a Grecia.

El modelo de la austeridad impuesto por Alemania carece de consistencia. Está basado únicamente en un ilusorio incremento de la competitividad, deprime el consumo interno y se orienta en exclusiva al sector exterior, lo que puede favorecer a un país, mientras los otros países no apliquen o no puedan aplicar la misma política. Es un modelo tendente no tanto a agrandar la tarta sino a robar un trozo al vecino. A la economía alemana le va medianamente bien gracias a que esquilma las economías del resto de países de la Eurozona; se financia a interés negativo, debido a que los demás Estados se ven obligados a soportar una elevada prima de riesgo, y el fundamento de su crecimiento se encuentra en el exceso de exportaciones sobre sus importaciones, que tiene su contrapartida en los déficits de la balanza de pagos por cuenta corriente de otra serie de países como Grecia, Portugal, España o Italia.

Esa política, que está siendo desastrosa para los habitantes de muchos países de la Eurozona, tampoco resulta demasiado beneficiosa para la mayoría de los alemanes, sometidos a un proceso de ahorro forzoso, ahorro que, como ocurre casi siempre, se termina acumulando en pocas manos. Muchos trabajadores alemanes, aun cuando gocen de una situación relativamente mejor que la de sus homólogos de los países del sur, han visto empeoradas sus condiciones laborales y sociales. Recordemos la agenda 2000 que Schroeder dejó de regalo a Merkel, y consideremos los empleos a tiempo parcial y los tan cacareados minijobs que, como siempre, se justifican afirmando que es mejor un empleo malo que ninguno.

El ahogamiento financiero y la recesión económica de los países del sur tienen que terminar por influir negativamente en la economía alemana. Alemania ha fundamentado su modelo de crecimiento en las exportaciones, y destrozar las economías de sus clientes por fuerza debe afectar a su actividad y a la de toda la Eurozona.

DE BANCOS MALOS Y GOBIERNOS TERRIBLES

(Pijus Economicus, 31/08/2012)

Alberto Garzón

Este viernes el gobierno de España anuncia un nuevo decreto ley que pondrá en funcionamiento el llamado banco malo. Se trata de una medida que venía incorporada en el memorándum que el Gobierno negoció con la troika, el cual no es otra cosa que un conjunto de condiciones económicas que ha de realizar España a cambio de los 100.000 millones de euros del rescate. Es decir, se trata de una nueva imposición que refleja la pérdida de un grado más en la soberanía de nuestro país.
 
Pongámonos en contexto. Actualmente estamos viviendo la resaca de la burbuja inmobiliaria, durante la cual se construyeron entre 2002 y 2007 más viviendas que en Francia y Alemania juntas (y ambas cuentan con el doble de población y el triple de territorio). Ese proceso de construcción desaforada permitió enormes ganancias al sector de la construcción-inmobiliario, que en alianza con los poderes políticos locales pudo utilizar mecanismos como las reclasificaciones y recalificaciones de suelo para añadir unos cuantos ceros a sus ganancias habituales. La conocida y práctica habitual del “pelotazo urbanístico”.
 

Pero en ese proceso no se utilizaba sólo dinero ahorrado sino también dinero prestado, así que durante todos esos años la economía española vio como su endeudamiento privado se disparaba. Las grandes empresas de la construcción se regaban con deudas y también los hogares (especialmente los más ricos) multiplicaban su endeudamiento para comprar varias viviendas y poder participar en la orgía especulativa. El acceso a la Unión Europea había supuesto el desmantelamiento del sector industrial y agrario de España, así que el binomio construcción-inmobiliarias se convirtió en el motor del crecimiento español y de la creación de empleo. Cuando la patata caliente estalló y ya nadie quería comprar viviendas todo se vino abajo. Las constructoras tuvieron que cerrar tras despedir a miles de trabajadores y sus activos (viviendas, suelo, préstamos, etc.) pasaron a formar parte de los bancos y cajas que les habían prestado el dinero.

Pero estos bancos y cajas tenían a su vez deudas contraídas con los bancos extranjeros, y ahora las viviendas, suelo y otros activos que recibían ya no valían lo mismo que antes. Incluso, podría decirse, ya no valían nada. Así que muchos bancos tuvieron y tienen que ser rescatados. Y los únicos que los pueden rescatar somos todos nosotros, el dinero público.

Esta es precisamente la esencia de todo el problema actual. Si el banco quiebra entonces se produce un efecto dominó y los que prestaron a los bancos españoles no pueden cobrar su dinero. Si el banco es rescatado, entonces los flujos de dinero seguirán yendo hacia el extranjero al menos durante un tiempo más (que puede ser infinito mientras sigan produciéndose este tipo de rescates). Por supuesto estos rescates siempre van acompañados de condiciones, por más que los ejercicios de retórica del Gobierno pretendan hacer creer lo contrario. La troika y el Gobierno del PP, en esencia, no están rescatando a España sino a los acreedores, es decir, a los bancos alemanes y de otros países que prestaron a los bancos españoles en su afán por sacar beneficios de la burbuja inmobiliaria. Ya ocurrió con Grecia y Portugal.

El banco malo sólo persigue cambiar esos activos que no valen nada por algo de dinero que valga algo. Buscan salvar los muebles como puedan, nunca mejor dicho. El banco acepta una pérdida (que compensará de otra forma) al vender una vivienda o suelo por debajo del que la recibió, pero muy por encima de lo que recibiría si lo quisiera vender ahora mismo a cualquier sujeto económica. Por esa razón el propietario del banco malo, el Estado, pierde mucho más. Esto es, perdemos todos. Se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias. Una clarísima transferencia de dinero desde lo público hasta lo privado. Una explicación completa y detalla del funcionamiento genérico del banco malo puede leerse aquí.

El coste es inmenso. En primer lugar porque el gobierno asumirá pérdidas en esas operaciones: comprará las viviendas y suelo muy por encima de lo que ahora mismo valen y esperará, quién sabe cuanto, a venderlas más adelante. No es probable (¡ni deseable!) que vuelva una burbuja inmobiliaria, así que las pérdidas están aseguradas. Pero en segundo lugar porque todas estas medidas no corrigen los problemas reales de la economía, que son la falta de crecimiento económico que genere empleo. Más al contrario, aceleran el empobrecimiento de la economía y llevan a una mayor recesión. El crédito bancario no puede volver a fluir porque los bancos están absolutamente empantanados con deudas e incluso aunque no fuese así no tendrían a quien prestar en una economía en recesión. Pero el plan del memorándum y la troika prosigue porque el objetivo no es crear empleo sino empobrecer la economía (con objeto de acabar compitiendo con países como China, con bajos salarios y a través de la exportación). Estas cuestiones las expliqué con más detenimiento aquí.

Hay alternativas al banco malo, y a falta de una Unión Europea sensata (que rescate a las personas y no a los bancos) todas pasan por dejar quebrar a los bancos y nacionalizarlos después. Las viviendas y otros activos inmobiliarios podrían servir para crear un “banco bueno” que creara un stock de viviendas de alquiler público barato. Las estimaciones del censo de 2011 (que todavía está realizándose) plantean que en nuestro país hay entre 5 y 6 millones de viviendas vacías, muchas de las cuales son propiedad de los bancos. De forma paralela es conocida la necesidad de vivienda por gran parte de la población, especialmente joven. Hablamos de un problema que tiene solución técnica, pero que requiere enfrentar con la radicalidad necesaria a los poderes económicos y financieros que nos gobiernan sin legitimidad alguna.

El gobierno acredita con esta medida y una vez más que estamos ante una inmensa estafa y con un plan que responde únicamente a los intereses de los poderes financieros extranjeros. Este gobierno no se preocupa de los ciudadanos sino que sólo obedece las órdenes de instancias no democráticas que son las que realmente mandan. Ausencia de democracia y un gobierno traidor a sus votantes y a sus ciudadanos.
 
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RADIO 3 CANCELA 'CARNE CRUDA': NI VENCÉIS NI CONVENCÉIS

(Zona Crítica, 31/08/2012)

La nueva dirección de Radio 3 ha decidido cancelar el programa diario 'Carne Cruda', tras tres años en antena de la cadena pública. Hoy se emite el último programa, grabado antes del verano, con lo que el equipo no podrá despedirse de los oyentes.
Javier Gallego es el director y presentador de Carne Cruda.
Queridérrimos oyentes,

Lamento muchísimo tener que comunicaros que la nueva dirección de Radio 3 y de RNE me acaba de despedir y ha levantado el programa "Carne Cruda" de su parrilla de emisión. Se cumplen desgraciadamente los temores que muchos me habíais manifestado y que yo había desestimado pues creí en la palabra del recién nombrado director de la emisora, Tomás Fernando Flores, que aseguró hace un mes que el programa continuaría la próxima temporada. A la manera del presidente del Gobierno, el nuevo responsable de Radio 3 responde lamentablemente al dicho "Donde dijo digo, digo Diego" aunque en su caso sería más apropiado decir "Donde dije digo, digo Tomás Fernando". Así, cuando fue nombrado director se comprometió conmigo a mantenerme en antena y a solo dos días de terminar el curso (y con todas las programaciones de radio cerradas, por cierto), me echa sin darme ni siquiera la oportunidad de despedirme en antena de vosotros, pues los programas de final del verano son grabados. Por eso lo hago desde aquí. Me pueden quitar el micrófono pero no la palabra. Y mucho menos, quienes no cumplen la suya.

La nueva dirección de la emisora, formada por Tomás Fernando y su segundo, Benito Pinilla, ha alegado motivos económicos para justificar mi cese y la retirada del programa. Por esa misma razón, hace un mes acepté una rebaja del 20% de mi sueldo y de la retribución del resto de colaboradores del programa, condición que hemos tenido que asumir todos los trabajadores externos de la casa para continuar en antena. Se supone que así cuadrábamos el exiguo presupuesto de la emisora. Pero ahora el equipo directivo dice haber encontrado inesperadamente un nuevo agujero presupuestario mayor del que creía y culpa a la anterior dirección de no haberle dejado las cuentas a su disposición. Solo le faltó a Tomás Fernando decirme que la culpa es de la "herencia recibida", por utilizar la terminología oficial del partido. La culpa es de la herencia y el culpable es Carne Cruda, por lo visto, pues es el único programa diario que va a ser suprimido de la parrilla, a pesar de haber doblado la "audiencia recibida" y de ser el espacio más seguido en Facebook de todo Radio Nacional. Pero no nos echaremos flores nosotros. Para echarnos ya esta Flores. Sí, nos ha echado Flores. Pero llenas de espinas.

Dice que nos echa porque el programa sale muy caro. No tengo ningún problema en publicar mi sueldo de autónomo, sin pagas extras ni derecho a vacaciones. Cobro alrededor de 1400 euros mensuales limpios después de pagar Seguridad Social, IRPF, el impuesto de sociedades y el resto de gastos de la empresa que tuve que constituir por exigencia de Radio Nacional, que trata así de evitar una relación directa con la persona física. Muchos de los colaboradores contribuyen desinteresadamente al programa y tres cobran una cantidad simbólica de 50 euros por colaboración después de haber trabajado gratis las dos primeras temporadas. El resto del equipo son contratados de RNE cuyos contratos siguen vigentes. Además, tras la noticia del despido, yo he ofrecido a Tomás Fernando Flores la posibilidad de negociar, lo que a él no parece habérsele ocurrido como solución. Me ha prometido consultarlo y llamarme. No lo ha hecho. No he vuelto a tener noticias suyas. Ni las puedo esperar de quien ya ha demostrado que no cumple lo que promete.

Por todas estas razones y por la forma poco verosímil en que me justificó su decisión, no pude creer a Tomás Fernando cuando se apresuró a decirme al cesarme que no era por motivos políticos, aunque yo ni siquiera los había sugerido. 'Excusatio non petita, acusatio manifesta' que decían los latinos, es decir, dime de qué te excusas y te diré de que te acuso. Yo acuso a la nueva dirección de Radio 3 de haberme engañado dos veces: cuando me dijo que seguiría y cuando me dice que no hay motivos ideológicos para que no continúe. Fui un ingenuo al creerle la primera vez. No seré tan idiota de creerle una segunda.

Su discurso y maneras se parecen tanto a las del actual Gobierno que cualquiera diría que el Gobierno está detrás. No voy a ser tan mal pensado. No está detrás. Está delante porque ni siquiera se molesta en ocultarlo. No han ocultado que les estorbaban periodistas que pueden ponerles en tela de juicio, como Ana Pastor, Toni Garrido o Juan Ramón Lucas, a los que han despedido cuando mas éxito tenían sus respectivos programas. Para ellos, mi respeto y admiración porque han caído por una causa digna y que los periodistas debemos dignificar: hacer periodismo. Lo dije cuando el Gobierno decidió tomar el control de la radio televisión pública gracias a su mayoria absoluta:  Venceréis pero no convenceréis, como afirmó Unamuno. Hoy pienso que me equivoqué: ni vencen ni convencen. Convence el que tiene razones y ellos han demostrado que solo saben responder a los argumentos del contrario con la fuerza. Y no vencen porque cada decisión que toman les hace perder el escaso crédito que tienen entre gran parte de la ciudadanía, incluidos algunos de sus votantes.

Yo sí que siento que he ganado muchísimo en estos tres años fabulosos de radio. He ganado a la audiencia más viva, inquieta, exigente, combativa y bulliciosa que un programa puede desear, incluidos algunos críticos feroces que siempre conviene tener para la sana confrontación de opiniones. He ganado la posibilidad de hacer radio en libertad y el privilegio de compartirlo con un equipo esforzado y talentoso que se ha dejado la piel en las ondas. Ha sido un placer inconmensurable y un privilegio compartir con ellos y con vosotros tantas experiencias radiofónicas y periodísticas estimulantes y emotivas, tantas horas de discusión, ideas, lucha, indignación y pensamiento crítico. Ha sido una satisfacción aprender de los muchos errores y tener la oportunidad de enmendarlos y tratar de mejorarnos a cada paso. Os doy mi palabra de que lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido. A los que dirán que tengo lo que me merezco, solo puedo darles la razón. De hecho, este programa y su audiencia es mucho mas de lo que esperaba como recompensa. Por eso sigo contento en este momento triste. Puede que me hayan quitado el programa y el trabajo pero ya no me pueden quitar lo radiado.

Sé que solo soy uno de tantos que pierde su empleo en estos días amargos. Sé que solo soy uno de tantos periodistas que pierde su trabajo en este país precario. Y sé que Radio 3 seguirá siendo una grandísima emisora sin el programa pues cuenta con una plantilla con mucho talento que hace un enorme trabajo con muy pocos medios. Lo que quiero decir es que yo soy uno más. Pero aparte de mi pena personal y de la que sentiréis muchos por la pérdida de Carne Cruda, creo que hay algo más importante que todos tenemos que defender. Parafraseando mi adorada película "Amanece que no es poco", todos somos contingentes pero la radiotelevisión pública es necesaria. Es necesario un medio de comunicación público independiente y crítico que sirva a los ciudadanos para controlar a este Poder. Y es más necesario que nunca cuando el Poder trata de gobernar a golpe de decreto y tijeretazo, sin control por parte del ciudadano y tratando de controlar hasta los pensamientos que éste tiene. Hay compañeros en Radio Nacional que tratan de salvaguardar su dignidad profesional y un periodismo decente en estos tiempos oscuros de purgas, censuras y consignas informativas que ya se están imponiendo en Radio Nacional. Les deseo suerte, fuerza y sobre todo, valor. Valor es lo que más necesitamos en estos tiempos.

Yo creo haber luchado por la radio pública desde dentro. Ahora me toca hacerlo desde fuera. Cuento con vosotros. Que la radio nos acompañe.

EN NOMBRE DE LA MAYORÍA ABSOLUTA

(Zona Crítica,  31/08/2012)

Rosa María Artal


El PP está llevando a cabo con inusitada presteza lo que parece un cambio del modelo de Estado en España. Se apoya en la mayoría absoluta que otorgaron a Mariano Rajoy 10.830.693 ciudadanos, el 30,37% del electorado. Conviene recordar que con más porcentaje y más votos, Zapatero no la consiguió en los dos anteriores comicios.

No cabe poner en entredicho la legalidad del Gobierno del PP de acuerdo con nuestras leyes electorales, pero sí preguntarse –a la vista de sus actuaciones– si no está aplicando una mayoría "absolutista" para obtener los fines que persigue. De entrada elude a casi el 70% del electorado que no apostó por Mariano Rajoy. Tampoco da la impresión de pensar en cuántos ciudadanos se inclinaron por él creyendo –en el más estricto sentido de la palabra– que solucionaría la crisis. Lo más grave sin embargo es la torsión del propio concepto de democracia, no solo en actitudes, sino en leyes que se han puesto en vigor.

Un Gobierno democrático ha de atenerse a normas y convenios de mayor rango que los resultados electorales. Para empezar, España es "un Estado social y democrático de Derecho", según consagra el Artículo 1º de la Constitución. Social, no mercantil. Y por tanto asegura una serie de derechos a los ciudadanos.

El derecho a la sanidad, por ejemplo. Está recogido en la Constitución española, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y está declarado desde 2010 por la ONU –de la que formamos parte– "Derecho Humano esencial". Pues desde este 1 de septiembre, el PP deja sin sanidad pública gratuita a más de 150.000 emigrantes y numerosos españoles que no cumplen los requisitos de una salud pagada en virtud de contratos de trabajo.

La reforma laboral tampoco parece ajustarse escrupulosamente a varios artículos constitucionales: el derecho al trabajo (artículo 35), el derecho a la negociación colectiva (artículo 37) o el derecho a la libertad sindical (artículo 28). El Gobierno –y su prensa afín– atacan en particular a los sindicatos.

Por muchos que sean sus errores, su labor también está avalada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 23.4: "Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses". En este sentido, que hayan dejado de ser vinculantes los convenios laborales en las negociaciones colectivas sitúa al trabajador en la indefensión ante el empresario. Agravada de día en día en el país que ostenta el récord de desempleo del mundo desarrollado.

Estamos viendo cercenado el derecho a la justicia con las leyes de Gallardón –que prácticamente reservan los recursos a las sentencias a los más ricos y que han sido protestadas por el propio poder judicial– o la supresión o restricción de los turnos de guardia de oficio en algunas comunidades autónomas. Asistimos atónitos a presiones gubernamentales para adoptar determinada postura como ocurrió para intentar salvar a Dívar. La separación de poderes es consustancial a la democracia.

Sería prolijo para un artículo enumerar lo que no es sino una actitud. ¿La que expresó en el Congreso de los Diputados el exabrupto de la popular Andrea Fabra? Recortes e incrementos nada inocentes. Copagos, merma de la ayuda a la dependencia y al desempleo, dificultad de acceso a la cultura como si ese valor esencial fuera accesorio, colegios segregados por sexo, discriminación de los alumnos en los comedores según su poder adquisitivo, pavor a las tecnologías de la información en los textos escolares, el aborto, la mujer tutelada de nuevo, la familia, la autoridad frente al diálogo… una vuelta al pasado, en definitiva, con fuertes tintes del capitalismo salvaje al uso. Un cambio del modelo social.

El flagrante asalto a las radiotelevisiones públicas que han vuelto a ser "de partido" y con destituciones arbitrarias debidas a la inquina personal de dirigentes del PP, como ha ocurrido con Ana Pastor en TVE.

Con una gestión económica nefasta hasta límites que ni los más críticos y conocedores de datos podían anticipar, con un país a las puertas de un segundo rescate, en el que todas las cifras económicas se desmoronan y pierden los ciudadanos calidad de vida y derechos en cascada, el PP se desliza por terrenos peligrosos en el modelo de Estado en el que está empecinado.

Y, además, la agenda del presidente como secreto inviolable. Comparecencias parlamentarias –de Rajoy y de todo su equipo– que son sistemáticamente rechazadas por la mayoría absoluta. O la ausencia de auténticas entrevistas periodísticas y ruedas de prensa.
Hemos visto inducir conceptos perversamente erróneos que no parecen basados solo en la ignorancia, al asegurar varios miembros del partido gobernante que "la soberanía popular reside en el Parlamento", según atestigua el vídeo, por ejemplo, de la ministra Fátima Báñez. Es en el pueblo donde reside, y las Cortes la representan.

Un Gobierno ha de gobernar, pero ¿hasta dónde llegan las prerrogativas de su mayoría absoluta? Si decidiera –que de ningún modo es el caso– abolir la propiedad privada, ¿sería legítimo también? Pues muchas acciones en la línea ideológica del PP asisten al mismo contrasentido.

El ensañamiento con los funcionarios del sector público por ejemplo, está destinado tan solo a privatizar servicios esenciales de este… Estado social que costeamos con nuestros impuestos, en beneficio de unos pocos.

¿Todo vale con las mayorías absolutas? Terribles ejemplos del pasado hacen temer que no. La relajación actual de los valores democráticos o la prioridad del pago a la especulación sobre las necesidades de los ciudadanos dibujan inquietantes escenarios. También se decidió la inclusión de esa prelación en la Carta Magna, sin más trámite, por la mayoría de PSOE y PP, en este caso juntos.

Es la inacción de la sociedad la que posibilita estas conductas desviadas de las que se convierte en cómplice. No basta con acudir a las urnas. Cuando creemos en fundamentos básicos de nuestra convivencia, como es el valor democrático del voto, hay que pensar en sus condicionantes. Nadie como José Luis Sampedro definió mejor lo que nos ocurre, yendo a las auténticas causas de la situación que nos está llevando al abismo:

"¿Democracia? Es verdad que el pueblo vota y eso sirve para etiquetar el sistema, falsamente, como democrático, pero la mayoría acude a las urnas o se abstiene sin la previa información objetiva y la consiguiente reflexión crítica, propia de todo verdadero ciudadano movido por el interés común. (…)  Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento".

Vivimos tiempos muy duros que pueden llevar a perversiones indeseables. Leyes y factores por modificar, de forma apremiante ante el cariz de los acontecimientos. Pero cuando se ha incumplido el programa y las promesas electorales, cuando la palabra de Rajoy (y de su equipo) es papel mojado tras la lluvia de los hechos caída sobre él, y cuando asistimos al cambio de un modelo de Estado, lo mínimo que se le puede pedir a un partido democrático es que coteje en las urnas si ésa es la voluntad de la mayoría real y convenientemente informada. Nuevas elecciones. ¿Con este panorama político? Esa es ya otra historia que también habrá que contar.

15S O 25S … THAT'S THE QUESTION?

(ATTAC España, 31/08/2012)


Patricia Olascoaga – ATTAC-País Valencià

No, esa no es la cuestión.

A principios de verano aparecen dos convocatorias de movilización general en respuesta a las políticas neoliberales más crueles para la gran mayoría de la población, el 15 de Septiembre "Cumbre Social" y el 25 de Septiembre "Ocupa el Congreso". Más allá de las características de una y otra, una preocupación me asistió en ese momento: ¿cómo va a recibir la población dos convocatorias para el mismo mes, con 10 días de diferencia, centrando la acción en Madrid, llamando cada una a la mayor cantidad de personas a sumarse? Eso nos dice, por lo menos, que el diálogo entre ambas es nulo y que siendo dispares, pueden llevar a la fractura del movimiento social activo de los últimos meses, según como se gestionen los apoyos en esta "convivencia" en el panorama político y social actual. En aquel momento me llamaba la atención la casi nula repercusión mediática que el 25S había tenido en los medios de comunicación y la tímida difusión a través de las redes sociales, frente a la convocatoria del 15S, que ocupó primeras páginas de los periódicos y algún minuto en los noticieros, de mano de los representantes de los dos grandes sindicatos participantes de la Cumbre Social, anunciando la "Marcha a Madrid" para pedir un referéndum sobre las medidas de ajuste.

A la luz de lo leído estos últimos días, la preocupación de fractura del movimiento social, desgraciadamente, no era ilusoria, visto cómo se están desarrollando los debates al respecto.

Ya a mediados de agosto, parece haberse invertido la presencia mediática de una y otra convocatoria, mientras el 15S casi no aparece, el 25S ha ganado terreno, especialmente en las redes sociales y periódicos digitales. Aunque eso parezca un hecho baladí, leyendo los comentarios suscitados, creo que responde más a variables de carácter mediático que político, fácilmente identificables. Una de ellas es la forma en que se dan estos comentarios, con excepciones interesantes, lo general son una marea de opiniones expresada a veces de manera acalorada, que tienen un tono de enfrentamiento personal que consigue "enganchar"; ya que hace recordar a una forma muy trillada en los debates televisivos de audiencia, donde se propicia que aparezcan aquellas emociones más a flor de piel, presentes en estos momentos en la mayoría de nosotr@s: rabia, desesperación, inquietud.

Es verdad que este tono permite una forma de catarsis colectiva, los límites de aguante de las personas están sobrepasados casi hasta la desesperanza, por lo que puede llegar a ser útil, incluso necesaria; pero mal canalizada, claro está, si tal enfrentamiento se realiza entre y dentro de las fuerzas de izquierdas, sin más argumento que un señalarse con el dedo. Como ejemplo, selecciono un comentario en particular que resume los muchos que he leído: "…qué penita de país, ni los de izquierdas apoyan los movimientos de izquierdas". Esta sensación poco racionalizada, puede establecer una brecha en el movimiento social, una cuña difícilmente salvable, si se ahonda en resquemores hacia aquellos, personas u organizaciones, que están en el mismo lado de la cancha. Siempre el debate no se encauce hacia propuestas claras y concretas, únicas debatibles más allá de la expresión de la propia subjetividad. Esa es la cuestión.

Téngase en cuenta que disentir no es desistir, ni sabotear, ni traicionar; verbos no dichos en los foros, pero que flotan peligrosamente sobre algunas de las frases. Ya es tristemente conocido que deslizar el foco del problema hacia nuestros iguales es una estrategia antigua y eficaz para quitar de la mira el verdadero enemigo, y de paso, desmantelar la unión de las fuerzas afines, únicas capaces de hacerle frente, siempre y cuando esa unión se mantenga. O sea, continuar por un camino de enfrentamientos casi personalistas dentro del movimiento social, es el mejor aliado para la perpetuidad del sistema y el aborto de un posible acuerdo para un amplio frente de izquierdas. Como ambos van unidos: perpetuidad del sistema y ausencia de un gran frente social opositor, esta ausencia de un movimiento unido, es necesaria para mantener las cosas como están; por supuesto, esto lo sabemos todos, también los secuaces del sistema que harán esfuerzos para que esta ruptura se produzca. Esa es la cuestión. Otro elemento que flota en el ambiente y que ejerce su papel de manera encubierta a veces, de una forma tan aparentemente inocente, como afirmar que "la clase política son todos iguales". Pues no, ni son clase, aunque este sustantivo sirva para resumir coloquialmente una burocracia acomodada, cómplice y servil a los intereses de los capitales; ni son todos iguales. Por no citar ejemplos que la historia nos ha dado, aceptemos por lo menos que hay otra forma de hacer política y esta depende sólo, de los intereses que se defiendan: el capital o el bien común. Esa es la cuestión.

La otra variable a que hacía referencia, es el fondo o temas en los que se centra el debate, recurrente en muchas de las opiniones. Sin un análisis no ya riguroso y transparente, trasmitiendo las consecuencias que "rodear el congreso" tendría durante y después de la acción, tampoco lo hay de los elementos coyunturales, que son las condiciones necesarias de base para una propuesta de acción de este calibre, y por supuesto, no se profundiza en un proyecto factible para el día después, ni como va a ser gestionado por esta misma ciudadanía que dicen, tendría un papel central, protagonista.

Explicar esto sería lo idóneo, si habláramos de formar a esa ciudadanía a la que se convoca en participación democrática y política. Y se apropie de los mecanismos con que gestionar el posible escenario abierto durante y después de la acción. Esta es la cuestión, cómo construir lo común en un proyecto a largo plazo.

La gravedad que la fractura del movimiento social supondría para el futuro inmediato es obvia: solo una gran fuerza social, no sólo movilizada sino conciente y politizada, será capaz de presionar para que el proceso que se abra el día después del 15S o el 25S, sea en la línea de "democratizar" la democracia promoviendo la transparencia, con la participación efectiva de la ciudadanía más allá del voto cada cuatro años o acciones de "rompo la baraja" sin más, en la línea de desmantelar el sistema económico de primacía única de los grandes capitales financieros , de imponer el bien común como único interés al que proteger, de revertir todas las políticas neoliberales que adecuaron las condiciones para que la situación de crisis injusta e inmoral que vivimos, haya sido posible. Pero lo esencial no reside únicamente en una fuerza social movilizada; acordémonos de grandes concentraciones de gentes marchando, aplaudiendo y apoyando un único líder iluminado para conducir el país hacia la prosperidad. Se requiere no sólo que esté movilizada, sino consciente y politizada, comprometida con su presente, no sólo de sí mism@ en un ejercicio de individualidad para solucionar su propia situación, sino presente entendido como el presente y futuro de los semejantes y del planeta, de lo común. Lo cual implica un cambio de paradigma, otra cultura en la forma de entender lo nuestro, de entender la participación y el compromiso. En este sentido es innegable la necesidad de "conductores" de todo proceso de cambio, en el sentido de "facilitadores" sobre los que no debe recaer otra tarea, que la de gestionar las condiciones para promover la necesidad de unión en lo colectivo; ya que sólo en el otro y con el otro afín, que no igual, se gesta la idea de lo común que está en permanente construcción. Por lo que el cambio ha de ir de la delegación "ciega" a unos representantes o convocantes anónimos, a la acción conjunta en un frente organizado con proyección de futuro, durante el proceso. Esta es la cuestión.

En estos momentos aparentemente confusos, tenemos frente a nosotr@s un cruce de caminos frente al que hay que decidir. Y la disyuntiva no es el 15s o el 25S, si a ese terreno se pretende llevar el debate. Oímos argumentos golosos para todos los gustos, románticos, que apelan a grandes gestas que prenden como cantos de sirena en una ciudadanía a la que se le está robando todo, que está necesitada de encauzar la desesperación, de ser tenida en cuenta, escuchada, de ser partícipe. La disyuntiva es cómo se va a forjar esta participación: ¿grandes gestas o acciones permanentes en lo local? A falta de saber cuál es la mejor opción, la única peor, es aquella que divida el capital social en luchas intestinas que consigan, por un lado, fragmentar las inquietudes y el apoyo de la ciudadanía hacia un cambio real de sistema en apoyos de un día, hacia una u otra convocatoria como si de rivales de un ring se tratase, por otro que se consiga monopolizar el debate con comentarios de ataques personales carentes de argumentación política. Por lo que todo esfuerzo que hagamos en el sentido de buscar acuerdos para la unión de las fuerzas de izquierdas en base a postulados compartidos, y se fomenten cauces de participación permanente y real de la ciudadanía; desde las bases organizadas, que las hay, y propuestas concretas que también las hay; ya es andar camino, ya es crear esa otra conciencia política, global, planetaria, propiciando otra forma de hacer política y, por qué no decirlo, de cambio profundo del sistema. Esa es la cuestión.

CINCO FALACIAS SOBRE SANIDAD E INMIGRANTES

(Escolar.net, 30/08/2012)


1. «No pueden tener sanidad si no pagan a la Seguridad Social». Falso. La sanidad ya no se financia con cargo a la Seguridad Social, sino con los impuestos. Cualquier persona que viva en España, con o sin papeles, paga impuestos desde el momento en que consume y compra, por ejemplo, una simple barra de pan. Además, si aceptamos que el pago de la Seguridad Social es requisito imprescindible para la sanidad pública, ¿tendrían derecho a ella los parados? ¿Puede ser ese el criterio en un país con una economía sumergida del 20% y un paro del 25%?

2. «Nadie va a quedar desatendido porque los inmigrantes podrán ir a urgencias». Falso. Si el Gobierno pretende ahorrar 500 millones de euros -una cifra exagerada que no ha explicado-, es obvio que será a cambio de negar servicios y asistencia a los inmigrantes sin papeles. Si la asistencia fuese la misma, ¿cuál sería el ahorro?



DESOBEDIENCIA CIVIL, ESTADO DE DERECHO Y LA IZQUIERDA

(Pijus Economicus, 30/08/2012)

Alberto Garzón

Las acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), y su réplica en Extremadura, han sido fenómenos políticos que han marcado la agenda mediática en las últimas semanas, pero desgraciadamente y por lo general los debates se han limitado a aspectos superficiales de la acción. Con ánimo de descender hacia el fondo teórico de de tales acciones el compañero Luis Felip [LF] [2] ha escrito un post en su blog en el que reflexiona sobre el binomio legalidad y legitimidad, trayendo al debate aspectos cruciales de lo que es la estrategia y táctica de la izquierda anticapitalista. El objetivo, a mi entender, es dilucidar si estas acciones son coherentes y consistentes con la acción política de la izquierda y, en concreto, de Izquierda Unida. Mi intención es hacer aquí algunas aportaciones a dicho debate, tratando de justificar que estas acciones son tácticas adecuadas que se inscriben en una estrategia que busca alcanzar una democracia real y un verdadero Estado de Derecho.
 

La desobediencia civil
Los propios ejecutores de las acciones mencionadas han defendido su proceder basándose en que eran acciones de desobediencia civil, esto es, acciones pacíficas que se sitúan en la frontera externa de la ley. Como nos recuerda LF, “para Rawls, la desobediencia civil significa que, asumiéndose lo fundamental del estado democrático de derecho realmente existente (a pesar de sus imperfecciones), y en especial los principios de justicia que lo rigen, se lleva a cabo una forma de disensión” que se situará en la frontera de la ley por su lado externo.

LF repasa los rasgos propios de una acción de desobediencia civil (entiendo que siguiendo a Fernández Buey), y entre los cuales se encuentra la existencia de una finalidad política, el respeto a las reglas de juego, la aspiración de alto consenso en la población, la aceptación de las consecuencias legales y su naturaleza pública, pedagógica y pacífica. Naturalmente en la historia podemos encontrar muchos ejemplos de acciones que se ajustan a tal descripción, siendo los más citados en estos días las acciones de Gandhi y de Rosa Parks. La acción del SAT podría perfectamente también enmarcarse  aquí.

El otro día conversando con Máximo Pradera llegamos a una analogía que a mi entender permite expresar lo anterior con claridad. En el fútbol hay unas acciones que se llaman “faltas tácticas” y que no persiguen ni hacer daño al rival ni negar la necesidad de existencia de un árbitro. Sencillamente son acciones sancionables, es decir, son faltas, pero que buscan un objetivo que va más allá de ese momento en el juego. En el fútbol se realizan para romper el ritmo, para recibir amonestaciones -tarjetas amarillas- que ajusten la estrategia de temporada de un equipo o para otros fines. La acción del SAT, por ejemplo, se enmarca en este tipo de táctica. Dentro de las reglas de juego es una “falta” que no busca hacer daño y para la cual se acepta sus consecuencias legales, pero el objetivo real es una denuncia política sobre un fenómeno (el hambre y falta de democracia económica) y una percepción (leyes injustas, reglas de juego desiguales).

Aceptado lo anterior, la pregunta que debe formularse, a mi entender, es en qué estrategia política se inscriben estos quebrantamientos selectivos de la ley, es decir, qué objetivo se persigue al llevarlos a cabo.

Estado de Derecho y liberalismo
LF nos recuerda que hasta el advenimiento de las revoluciones de la ilustración y la concepción de Estado de Derecho, esto es, del gobierno de las leyes, algunos pensadores como Tomás de Aquino justificaban toda desobediencia a la ley bajo el amparo del derecho natural, la ley de Dios. En dicho contexto institucional -monarquías absolutas- la desobediencia quedaba justificada por concepciones morales derivadas de la religión.

Sin embargo, el advenimiento de la Ilustración nos traería el concepto de libertad civil, que se resume en las palabras de Kant: “nadie me puede obligar a ser feliz a su manera (tal como él se figura el bienestar de los otros hombres), sino que cada uno tiene derecho a buscar su felicidad por el camino que le parezca bueno, con tal de que al aspirar a semejante fin no perjudique la libertad de los demás“. Sobre este principio nacerían dos conceptos distintos: el de Estado de Derecho y el de Capitalismo. Por un lado el ideal de vivir al margen de las creencias de los demás pero de acuerdo a las leyes y a la Razón, y por otro lado el ideal de permitir que los derechos de propiedad de los medios de producción permitan acrecentar la riqueza individual sin ningún tipo de intervención externa.

Esta es precisamente la tesis de actuales y brillantes filósofos marxistas como Carlos Fernández Liria y Luís Alegre Zahonero [2], quienes denuncian que la ideología dominante pretende hacer creer que Estado de Derecho y Capitalismo son la misma cosa, a la vez que critican las experiencias políticas del llamado socialismo real precisamente por olvidar que el fin más alto del ser humano es el de convertirse en un ciudadano en el marco de un verdadero Estado de Derecho: un Estado de Derecho socialista.

Lo que Liria y Zahonero nos recuerdan es que el ideal del ciudadano de la ilustración y del liberalismo -la defensa de lo expresado por Kant y que se refleja en el “libertad, fraternidad e igualdad” de la Revolución Francesa de 1789; es decir, la utopía liberal- es incompatible con el capitalismo. Bajo el capitalismo el Estado de Derecho se convierte en una mentira, en una apariencia, en una simulación. El ideal de la ilustración aplicada al ámbito económico -el famoso laissez faire y el papel de la mano invisible- anula el concepto de ciudadano libre. Como asegura Naredo, “la principal contribución de esa utopía liberal al mantenimiento y expansión del capitalismo fue la de permitir la máxima libertad de acción a aquellos que detentaban el poder económico, lavándoles la conciencia de todo escrúpulo para que guiaran su actuación exclusivamente con arreglo a sus intereses más inmediatos de lograr un enriquecimiento rápido” [3]. Bajo el capitalismo los ciudadanos no existen como se espera de ellos en el ideal liberal, sino que únicamente existen trabajadores forzados a ser alquilados por algún poseedor de medios de producción; trabajadores esclavos de su situación de desposeídos.

La traición de ese ideal liberal, de ese proyecto de la Ilustración, llevó por ejemplo a los anarquistas a buscar un nuevo neologismo que se ajustara a sus pretensiones reales. Los anarquistas acogieron el término libertario para expresar la necesidad de seguir buscando el ideal del hombre y mujer libre [4]. Noam Chomsky también reclama para sí el concepto original del pensador liberal [5], de la misma forma que nosotros podríamos alzar nuestra voz y decir: “los liberales no son los verdaderos liberales; son unos farsantes que aprovechando su poder económico han usurpado nuestro lenguaje en su beneficio“. Por estas razones Liria y Zahonero consideran que el proyecto de la Ilustración murió con la ejecución de Robespierre en 1794 y que completar el proyecto de la ilustración sólo puede lograrse con el socialismo, es decir, con la democracia económica y con la supresión del ideal liberal aplicado a la economía.

No obstante, la ideología dominante, y también las prácticas del llamado socialismo real, han llevado a una impresión generalizada de que las pretensiones comunistas son opuestas al ideal de la ilustración. Nada más lejos de la realidad. Como recuerda Erik Hobsbawm en su magnífico Historia del Siglo XX, “la medalla conmemorativa del Partido Socialdemócrata alemán exhibía en una cara la efigie de Karl Marx y en la otra la estatua de la libertad. Lo que rechazaban era el sistema económico, no el gobierno constitucional y los principios de convivencia“. Por entonces “el movimiento obrero socialista defendía, tanto en la teoría como en la práctica, los valores de la razón, la ciencia, el progreso, la educación y la libertad individual“. Pero fueron las contradicciones propias del sistema económico las que llevaron a tal crisis económica -la Gran Depresión- y a tal conmoción en las masas, por lo general poco o nada instruidas, que el crecimiento de movimientos fascistas permitió derribar las instituciones liberales y sumir a la humanidad en la fatídica II Guerra Mundial.

En definitiva, el Estado de Derecho y la democracia que tenemos actualmente sólo son apariencias de lo que deberían ser. De la misma forma que no existe una democracia real -porque la ciudadanía no tiene capacidad de decidir sobre el poder económico- tampoco existe un Estado de Derecho real. Y es a partir de este punto argumental donde yo entiendo que puede conectarse toda la tradición del marxismo y socialismo clásico (Marx, Engels, Bakunin, etc.) con los movimientos sociales actuales (decrecimiento, democracia real ya, etc.). No se trata de superar el Estado de Derecho por algo “mejor” sino precisamente de alcanzarlo, para lo cual es necesario superar el capitalismo.

La estrategia de la izquierda
Si no vivimos en una democracia real y si no estamos en un Estado de Derecho real, entonces ¿cómo lo alcanzamos? LF apunta algo con lo que estoy totalmente de acuerdo y que es consistente con la exposición anterior: “la desobediencia civil sólo se concibe como una más de las herramientas de una estrategia reformista (junto con las acciones legales y su participación en las instituciones) que, no siendo incompatible con la voluntad de transformación radical de la sociedad, marca profundamente el sentido de esta voluntad al concebir la revolución como un proceso dilatado en el tiempo, y no como un hecho puntual, que además pasa a través de las instituciones y asume las reglas del juego para dotarse de la legitimidad democrática que haga posible la acumulación de fuerzas y de hegemonía ideológica“.

Engels apuntaba lo mismo cuando afirmó que otra herramienta era igualmente fundamental: “el trabajo lento de propaganda y la actuación parlamentaria se han reconocido también aquí como la tarea inmediata del partido” [6]. Asimismo, Engels apuntaba que “con la agitación electoral se nos ha suministrado un medio único para entrar en contacto con las masas del pueblo allí donde todavía están lejos de nosotros, para obligar a todos los partidos a defender ante el pueblo, frente a nuestros ataques, sus ideas y sus actos; y, además, abrió a nuestros representantes en el parlamento una tribuna desde lo alto de la cual pueden hablar a sus adversarios en la Cámara y a las masas fuera de ella con una autoridad y una libertad muy distintas de las que se tienen en la prensa y los mítines“.

En definitiva, la estrategia de una izquierda que quiere alcanzar la democracia real y el Estado de Derecho real y que quiere ser “capaz de movilizar y orientar un bloque social amplio, y capaz de hegemonizar la lucha ideológica, ha de situar en primer plano la contradicción entre democracia y capitalismo” [LF].  Además, esta tarea ha de hacerla tanto en la práctica como en en el discurso. Efectivamente, y como no se cansa en recordar el compañero y profesor Pablo Iglesias [7] la izquierda tiene que hablar con los conceptos que entiende la gente, aquellos que están en su estructura mental y que no son otros que los que ha insertado la ideología dominante. La ideología, no lo olvidemos, se encarna en las costumbres, los modos de vida, la percepción de lo que está bien y mal.

Dicho todo lo cual, no puede negarse que los actos de desobediencia civil son un golpe extraordinario a esa misma ideología dominante. Son un impacto en la forma que tiene la ciudadanía de comprender el mundo. Son actos que explicados de forma pedagógica son fácilmente comprensibles y sirven para desactivar la hegemonía de la ideología dominante. Son actos coherentes, consistentes con el proyecto de la Ilustración y desde luego con la estrategia socialista. Lo que las acciones del SAT han dicho ha sido sencillamente lo siguiente: “olvídese usted de las instituciones que tiene asumidas en la cabeza (propiedad privada, legalidad, etc.) y piense si es justo que la gente pase hambre cuando tenemos exceso de comida; piense si es justo que haya viviendas vacías y gente sin casa; piense en eso y reformule su ideología y, en consecuencia, el apoyo pasivo que está haciendo al sistema económico que no nos permite ser libres”. Actos de desobediencia civil, pacíficos y dirigidos por el ideal de la ilustración, son en realidad la mejor forma de luchar en el campo ideológico y de alcanzar la hegemonía gramsciana. Han de extenderse.

_______
NOTAS:
[1] Luis Felip, además de amigo, es licenciado en Filosofía y responsable de formación del Partido Comunista de Málaga Ciudad.
[2] Fernández Liria, C. y Alegre Zahonero, L. (2011): El orden de El Capital. Editorial Akal.
[3] Naredo, J.M. (2003): La economía en evolución
[4] Escribía Déjacque en 1851 que “Le Libertaire no tiene más patria que la patria universal. Es enemigo de los límites: límites-fronteras de las naciones, propiedad de Estado; límites-fronteras de los campos, de las casas, de las fábricas, propiedad particular; límites-fronteras de la familia, propiedad marital y paternal. Para él, la humanidad es un solo y mismo cuerpo en el cual todos los miembros tienen un mismo e igual derecho a su libre y completo desarrollo, sean los hijos de este o del otro continente, pertenezcan a uno o a otro sexo, a tal o cual raza”.
[5] Chomsky, N. (2005): El gobierno en el futuro. Editorial Anagrama.
[6] Engels, F. (1895): Prefacio a las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Disponible en http://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/francia1.htm
[7] Iglesias, P. (2012): La izquierda ha de dirigirse a la gente común. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=153781
 
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MANUAL DE SUPERVIVENCIA ÉTICA

(3500 Millones, 30/08/2012) (Publicada originalmente el 23/02/2012)

Gracias jesus

Tal vez sea usted de los que están desconcertados. Le incomoda la reforma laboral pero es consciente de que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. Huye de radicalismos antisistema pero tiene la convicción íntima de que siempre acaban ganando los mismos. Quizás es usted de los que leen su periódico cada mañana y levantan la ceja en una de cada tres páginas, sospechando que la noticia está contaminada por la opinión o los intereses. Mantiene su contribución a una ONG internacional, pero se alarma por el número de indigentes que empiezan a poblar su barrio. Tal vez, incluso, sea usted un huérfano de partido o transita por todos ellos como un votante en pena.

Si es de los que saben del lado de quién están, pero ese lado no es ninguna de las dos Españas, bienvenido al club. Tal vez encuentre útiles algunas herramientas de mi Manual de Supervivencia Ética para Tiempos de Crisis.

Regla núm. 1 - Cuando algo parece abiertamente injusto, seguramente sea por que lo es: la complejidad de los asuntos no puede ser una razón para quedarnos quietos. Encuentren ustedes sus propias líneas rojas, el percutor que les hará ponerse en marcha. A mí, por ejemplo, me saca de quicio el maltrato legal a los inmigrantes irregulares. Comprendo todas las sutilezas de una política de inmigración, pero detener a una madre cuando lleva a sus hijos al colegio es simplemente una indecencia. Y amenazar con la cárcel a quienes hacen preguntas sobre este asunto es una indecencia doble.

Regla núm. 2 - No hay cambio sin movilización pacífica: Olvídense de las decisiones políticas racionales. En este momento (como toda la vida, en todas partes), los cambios serán el resultado de la movilización social organizada: en la calle, en las redes o donde ustedes quieran. En el desgraciado asunto de Valencia, lo más llamativo es que la población no haya salido antes en masa a denunciar el juego de vasos comunicantes entre la corrupción política y la calidad de la democracia y los servicios públicos.

Regla núm. 3 - Una cosa es tener la mayoría en las instituciones y otra tener la mayoría en la calle: En la Era Azul que vive nuestro país, el PP debería recordar (y nosotros recordarnos) que el poder que acumula en las instituciones refleja únicamente el rechazo (justificado) que despiertan otros partidos. No vale todo, porque esa mayoría puede diluirse tan rápido como se constituyó.

Regla núm. 4 - No aceptemos una guerra de pobres: Las dificultades que vive nuestro país no son una excusa suficiente para olvidar lo que está ocurriendo fuera. Regiones enteras del planeta viven desde hace décadas una ansiedad y una vulnerabilidad infinitamente mayores que las que está pasando nuestra sociedad. Asomarse a la realidad de otros es una responsabilidad del Gobierno, pero también de cada uno de nosotros.

Regla núm. 5 - No todos podemos hacer todo, pero siempre podemos hacer algo: Ver las noticias es un ejercicio abrumador. Resulta imposible cargar sobre nuestros hombros todos los problemas del mundo, pero siempre hay algo que concita mejor nuestro activismo. Hay quienes compran café y chocolate de comercio justo; los que se preguntan de dónde viene la ropa que visten; hay quienes colaboran personal oeconómicamente con una organización; otros se preocupan por leer fuentes alternativas de información e incluso contribuyen a proyectos como Periodismo Humano.

Estamos del lado de los perdedores, así que la batalla es lo de menos. Elijan la suya y peleen. No hay nada inevitable en lo que estamos viviendo.

ES NECESARIO CONCRETAR MÁS, ES HORA DE DEFINIRSE. UN LLAMAMIENTO URGENTE

(ATTAC España, 30/08/2012)


Carlos Martínez – Presidente de ATTAC Andalucía

No, no hablo de autodefiniciones ideológicas, ni tácticas, ni estratégicas individuales. Hablo de conformar el actor político colectivo imprescindible en estos momentos gravísimos que atraviesa el por ahora Reino de España. Llamo encarecidamente a actuar ya como ciudadano libre y consciente, llamo también en calidad de víctima de la crisis.

Hablo de actor político no por deformación profesional de politólogo, sino por ser un término tan ambiguo como preciso y tan amplio como inclusivo. Es a la vez una propuesta de conformar una fuerza política plural y coaligada, pero de base social y popular a la vez.

Me atrevo humildemente a pedir a personas, fuerzas sociales, sindicales y políticas que sean capaces de ponerse de acuerdo en unos puntos básicos y en poner por encima de sus intereses personales y partidarios legítimos, los de la democracia, la justicia y la dignidad, frente al robo, la rapiña y el neoliberalismo, que sustenta las políticas de rescate de bancos y grandes fortunas a costa de las clases populares y trabajadoras.

Puede ser que todas y todos no coincidamos. No importa. Pero tal vez la mayoría social y política de lo que se mueve y llena las calles, sí. Con eso ya es suficiente, además no seré yo, quien reclame ni uniformidad, ni identificación ciega, ni que se repitan los errores de los viejos partidos.

Seguro que hay personas que aspiran a más y que creen que las clases populares les siguen –pero todavía no lo saben- además somos "reformistas". Bien pues con mi respeto a actitudes más extremas, pero mi denuncia de elementos neofascistas y pro-sistema capitalista afincados por esos lares, respetando a quién honradamente aspira a más y  por tanto, sin buscar unanimidades, pero sí a conformar mayorías sociales antineoliberales y con la aspiración de cambiar el rumbo de la actual situación. Ilusionemos a los pueblos, con una forma diferente de hacer la política y de construir una sociedad diferente. Sin llamar a construir un nuevo espacio de valores y la transmisión de los valores de la igualdad, el reparto, la república y el socialismo o la justicia fraterna, no lograremos ilusionar a nadie y seremos algo más como lo que ya existe y decepciona, incluso traiciona y vende unas ideas para gobernar al servicio de las contrarias.

Pero para conseguir este objetivo, no podemos estar montando estructuras unitarias y de todos los y las de abajo, cada poco o según se le ocurra a alguien en la red. Si de verdad queremos ser el referente de la convergencia, la mejor forma de demostrarlo es simplemente juntándonos, en una sola cosa. Lo demás y perdón por el atrevimiento, son ganas de enredar.
Lo primero creo, es convocar una mesa con fecha y hora concreta. Lo propongo. Lo segundo es que todas y todos colaboremos si somos antineoliberales, antipatriarcales y defensores del medio natural y ambiental. Seamos más claros todavía, si alguien o algunos se conforman con un 12% de apoyo social, pues que lo digan claramente y todas y todos incluidos los miembros de su fuerza política, sepan a qué atenerse.

Si no manifestamos fe en nuestra capacidad de gobernar y de pedir sacrificios para cambiar esta sociedad injusta y cada día más en poder de las oligarquías, ni seremos creíbles, ni ilusionaremos. Ese y no otro ha sido el secreto de SYRIZA, o lo fueron en su momento los procesos de Latinoamérica desde Brasil a Venezuela, pasando por Bolivia.

A los que no les interese conquistar los instrumentos democráticos para alcanzar el gobierno de las cosas y la férrea voluntad  de empoderar a la ciudadanía creando instrumentos participativos de poder popular, tampoco les interesa la cosa. Los que no deseen cambiar la sociedad, modificando los instrumentos jurídicos del poder y democratizando la economía y las instituciones financieras y económicas tampoco acudirán a la cosa. La democracia no puede sustentar solo el liberal estado de derecho, sino el estado SOCIAL y de derecho, que hoy es papel mojado, máxime tras introducir el neoliberalismo más doctrinario en la actual constitución.

El régimen está en crisis y Europa, mejor dicho, la Unión Europea, también y cada vez más profunda.

Creo que se debiera partir de la premisa de que el Pacto Social heredado de los Pactos de la Moncloa, ha desaparecido y se lo cargó la reforma exprés de la Constitución del 78, aprobado por los dirigentes y gobernantes socioliberales, el PP y las derechas nacionalistas o una parte de ellas. El actual Gobierno, con el amparo de la reforma constitucional y el pacto fiscal y de estabilidad de la UE, apoyado por las cúpulas socioliberales del PSOE, está cumpliendo el objetivo de liquidar los derechos sociales, para dedicar los fondos de la educación, la salud y las pensiones-prestaciones a salvar los bancos y a los poderosos. Su premisa es primero pagar a los bancos y después ya veremos. Este gobierno títere de la Alemania, conservadora y cruel, del nuevo capitalismo germano, tan lejos ya del capitalismo renano, lo único que hace es actuar al dictado de mercados, mercaderes y poderes financieros centroeuropeos. Además, el pueblo del Reino de España, desconfía profundamente de los dos partidos del turno, ambos muy tocados y alejados en sus cúpulas de los sufrimientos reales de las personas.

Los sindicatos mayoritarios, no deben pues, creo, fiar su acción a la recuperación de lo que no volverá. El pacto del 78-79 del siglo pasado ya no existe, ni regresará. Ahora solo podemos luchar por derogar contrarreformas, sí, pero para alcanzar nuevas metas y reconquistar, conquistando nuevos derechos. No metamos pues a nuestros compañeros y compañeras en un callejón sin salida de protestas, que sin una concreción política, no nos llevarán a ninguna parte.

Para construir el actor político nuevo y transformador, necesitamos de todas y todos, a saber, los socialistas que lo son. Las fuerzas procedentes de la tradición comunista y eurocomunista. Los anticapitalistas, los ecologistas sociales, los movimientos ciudadanos comprometidos con el antineoliberalismo y la democracia participativa y decisoria, las centrales sindicales, todas, todas las que estén dispuestas a ser actor político en beneficio de las clases trabajadoras y su empoderamiento y por supuesto las y los demócratas hartos de paños calientes, corrupción y deterioro democrático.

Se trataría de hacer la autentica transición y acabar de una vez con la sombra del franquismo, los restos de las instituciones franquistas y las oligarquías horadadas que siguen detentando el poder económico y condicionando hasta límites dictatoriales el político, haya gobernado quien haya gobernado hasta ahora.

Se trata de conseguir al menos el 35% de los votos. Colaborar e incluir si es posible a las izquierdas nacionales en este estado plurinacional y respetando los derechos de los pueblos.

Se trata de recuperar la soberanía popular burlada y de recuperar la soberanía nacional, perdida. Se trata de explorar y buscar nuevos tratados internacionales y propiciar nuevas formas de gobierno económico de Europa y del Mundo, contribuyendo a un nuevo sistema mundo, pasando por reclamar la construcción de otra Europa, la Europa de los pueblos y no la de los mercados.

Las crisis, dicen son una oportunidad. Esta crisis sistémica, esta siendo la oportunidad de los bancos, los fondos financieros, las grandes empresas y fortunas. Los injustos, especuladores y defraudadores son los vencedores. En el Reino de España, las injusticias son tan graves que vivimos un autentico golpe de estado. La doctrina del terror se impone contra las personas paradas, vulnerables y trabajadoras. Los jóvenes son expulsados ya no solo del sistema de protección social, sino del estado español ¿Cuánto tiempo más lo vamos a consentir?

Solo juntándonos lograremos cambiar el rumbo al menos. Ningún partido, ni fuerza sola poseen la capacidad suficiente. Ningún liderazgo personal ha logrado captar el reconocimiento mayoritario. Ninguna alianza social es mayoritaria y exclusiva. La Cumbre Social, debe concretar y profundizar sus demandas y acciones de lucha social continua. Este mes de septiembre de convocatorias y movilizaciones debe ser aprovechado para reunirnos también y comenzar a tejer lo imprescindible.

PRESUPUESTOS 2013, UN ENGAÑO MÁS

(Ganas de escribir, 29/09/2012)


Juan Torres López

Como se recordará, el Gobierno de Rajoy retrasó la presentación de los Presupuestos de 2012 hasta después de celebradas las elecciones andaluzas para ocultar a los electores sus incumplimientos y los recortes tan duros que les imponía, en contra de lo prometido en su programa electoral.

Este año vuelve a haber citas electorales pero no puede hacer lo mismo. En lugar de ello, ha optado por presentar unos presupuestos para 2013 falseados, evitando producir un impacto muy negativo en la opinión pública (por ejemplo, sin hacer referencia a lo que hará con la obligada revalorización de las pensiones, que debería constar en estos Presupuestos) y a sabiendas de que en los próximos meses, o incluso semanas, tendrá que ir corrigiendo lo dicho ahora porque será imposible que, con los números presentados, se cumplan los objetivos que va a exigir Europa y que el propio Partido Popular dice haber asumido.

Sin perjuicio de que haya que analizar con más detalle el documento presupuestario, las claves principales del que nos acaban de presentar son las siguientes.

Escenario irreal

En primer lugar, los Presupuestos 2013 están basados en un escenario macroeconómico completamente irreal. Es materialmente imposible que, con las políticas que se están aplicando y con las previstas, así como con la evolución presente de nuestra economía se pueda conseguir que la caída del PIB sea solo del 0,5% en 2013. Como también lo es que el consumo privado disminuya tan escasamente como se prevé (-1,4%), que la inversión solo descienda un 2,1%, frente a la caída de quizá más del 10% que va a tener en 2012, que las importaciones disminuyan tan poco (-1,5%), cuando lo más seguro es que el precio del petróleo suba bastante, o que las exportaciones crezcan un 6% (frente a un 1,6% estimado para 2012) cuando sabemos que nuestra producción de automóviles, por ejemplo, está cayendo un 22%, que las pernoctaciones turísticas disminuyeron un 10% en este verano, o que la economía europea se va a resentir cada vez más por el efecto de las políticas de austeridad.

Lo que hace el gobierno es recurrir a un viejo truco: se infla la proyección de crecimiento y así las cifras presupuestadas de ingresos son mayores, pudiendo presentar entonces mejores registros de saldo presupuestario.

El tiempo dirá quién lleva razón. De momento, como se puede demostrar leyendo el libro Lo que España se necesita, quien está equivocándose y mintiendo es el gobierno y por mi parte me permito asegurar que con estos Presupuestos y con los recortes que conllevan incluso será imposible que se alcance el objetivo de déficit de 3,8% del PIB de la Administración Central y la Seguridad Social previsto para 2013. El gobierno de Rajoy está engañando una vez a los españoles.

Maniatados por la deuda

La segunda característica de los Presupuestos de 2013 a mi juicio es que ya muestra que la carga de la deuda y de los intereses es materialmente insoportable. Uno de cada cuatro euros de gasto público irá destinado a pagar intereses (38.590 millones euros, y eso en una previsión igualmente optimista), de modo que el recorte conjunto que deberán hacer los diversos ministerios (3.883 millones de euros) apenas sirve para cubrir la mitad de los que van a aumentar respecto a 2012 (9.742 millones de euros, como he dicho, en estimación optimista).

Si a los intereses se añade el principal de la deuda que España va acumulando, es fácil deducir que estos Presupuestos no resuelven nada porque dejan a nuestra economía y a la sociedad en su conjunto con las manos atadas: una deuda artificialmente alimentada y encarecida nos consume sin remedio.

Recortes profundamente antisociales
El Ministro de Hacienda miente también ante los españoles cuando afirma que "el ajuste no se está haciendo sobre el gasto social". La afirmación es tan falsa y demagógica que avergüenza, máxime cuando son sus propios compañeros de gobierno y de partido los que difunden a los cuatro vientos que el Estado de Bienestar es una carga insoportables y que hay que reducirlo drásticamente.

Los Presupuestos de 2013 hacen recaer el ajuste en los derechos sociales y van a suponer una nueva rebaja del gasto social en España por varias razones:
  • Siguen suponiendo una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores tanto por la congelación de salarios directos (empleados públicos), como por la reducción de salarios indirectos (educación, sanidad, servicios de dependencia) o salarios diferidos (pensiones).
  • Los recortes que se vienen realizando y que profundizan los Presupuestos de 2013 son también muy antisociales porque debilitan, por no decir que destrozan, las fuentes de creación del capital social (formación, investigación, transferencia del conocimiento, redes sociales, infraestructuras…) que son mucho más necesarias para la población de menos renta de cara a generar por su cuenta nuevas fuentes de ingresos y bienestar.
  • El gobierno del Partido Popular sigue renunciando a realizar un ajuste fiscal progresivo, equitativo y que equilibre el sacrificio de los diferentes grupos sociales. En lugar de afrontar una lucha efectiva contra el fraude y una reforma impositiva que permita aumentar la recaudación sin deprimir el consumo y el empleo, se ha limitado a realizar cambios mínimos que más bien pueden ocultar nuevas facilidades a especuladores, poseedores de dinero negro y promotores.
  • Miente también el Ministro en este aspecto si se tiene en cuenta que las transferencias a las comunidades autónomas (que principalmente se dedican luego a gasto social) disminuirán en 2013 en 1.175 millones de euros (o en más si, como en 2012 hay recortes adicionales).
Nuevas leyes para concentrar privilegios y poder en los mercados
Como en otras ocasiones, la presentación de los Presupuestos se aprovecha para anunciar una batería muy amplia de normas orientada a reforzar la libertad de las grandes corporaciones en perjuicio de los intereses generales o incluso de los principios básicos de los estados democráticos.

Esto último es lo que implica en mi opinión la creación de una autoridad fiscal independiente que solo se puede interpretar como el dar un paso más para vaciar de contenido a los parlamentos a la hora de hacer que se ejecuten las preferencias que los ciudadanos expresan cuando votan.

Y junto a esta propuesta, otras encaminadas, según dice el gobierno, a liberalizar los mercados, pero que en realidad solo se destinan a proteger aún más a los grupos económicos y financieros más poderosos. Su resultado será el mismo que el alcanzado en otras ocasiones cuando, defendiendo la libertad de mercado con grandes proclamas, se han eliminado normas regulatorias y protección de los consumidores: mercados más concentrados, precios más elevados, ingresos más altos para los grandes propietarios.

En definitiva, estos Presupuestos son un engaño más del gobierno de Mariano Rajoy: no se van a cumplir, pero contienen nuevos recortes y medidas depresivas que van a empeorar aún más la situación. Los empresarios pequeños y medianos, los que se dedican a crear riqueza y precisan de financiación y demanda, no van a obtener lo que precisan y estarán en peores condiciones para crear empleo o simplemente para mantener abiertos sus establecimientos; los trabajadores y los pensionistas van a ganar menos; España va a seguir perdiendo capital social e intangible… Eso sí. El Partido Popular habrá sorteado mintiendo una dificultad más procurando perder los menos votos posibles, que es lo único que parece interesarle.

La complicidad de Bruselas
Una última consideración. Podría sorprender, que a pesar de que sea evidente que parten de estimaciones inasumibles y nada realistas, Bruselas haya dado enseguida su visto bueno a estos Presupuestos, diciendo que incluso van más lejos de lo esperado. A mi juicio es normal: no les preocupa que España se recupere o no, ni siquiera que llegue a cumplir sus propias exigencias de déficits (ellos saben mejor que nadie que con más austeridad es imposible lograrlo porque los ingresos caen mucho más que los gastos: usan la exigencia como excusa no como objetivo posibilista). Lo que buscan es simplemente que los bancos españoles paguen sus deudas a los centroeuropeos y preparar el definitivo asalto a nuestra economía que se producirá en la ya inmediata oleada de privatizaciones que van a darse en España, unas preparados en bandeja directamente por el gobierno, y otras como inevitable consecuencia del deterioro de los servicios públicos mal financiados.

Hay que romper la soga

Los Presupuestos 2013 tensan aún más la soga que nos tiene atrapados y no hay más remedio que cortarla cuanto antes.

Pero el problema ya no es solo económico o financiero sino político y social.

El PSOE primero y ahora el PP han descoyuntado a España. Ahora no hay otra solución a nuestros problemas que poner sobre la mesa la imperiosa necesidad de lograr un nuevo acuerdo de salvación social y nacional (que dada la realidad de nuestro Estado debería ser en realidad, de unidad plurinacional, federal). A estas alturas me temo que no hay más que dos alternativas: mantener una confianza suicida en que la misma Europa que nos hundió va a rescatarnos, o confiar en nosotros mismos y, por primera vez, hacer frente a lo que nos está condenando inútilmente al desastre y decir ¡Basta!, naturalmente, sin que eso signifique que no debamos mirarnos al mismo tiempo hacia dentro y afrontar también nuestras propias debilidades con transparencia.

Sin poner sobre la mesa un NO radical a seguir aplicando políticas que nos arruinan, sin proponer una quita de nuestra deuda, repudiando la ilegítima, y sin una renegociación con Europa de la política económica y de las condiciones generales de consolidación del euro no tenemos solución. Si los españoles quisiéramos, podríamos conseguir darle la vuelta a la situación.