LA LLAMADA DEL ABISMO: CRISIS FINANCIERA, UNIÓN EUROPEA Y DEUDA

(Mientras tanto, 29/06/2012)

Albert Recio Andreu – Consejo Científico de ATTAC España

I
De nuevo volvemos a estar en el precipicio. Más bien, agarrándonos a los últimos salientes para evitar la caída definitiva. Y de nuevo es el sector financiero el principal origen de las mayores preocupaciones. Desde el crash de Lehman Brothers hemos asistido al hundimiento sucesivo de economías nacionales y a la intervención pública masiva en los mercados financieros. Ni las economías más afectadas esgrimen síntomas de mejoría, ni los problemas del sector financiero han desaparecido. Las tensiones en los mercados financieros han sido continuas y a estas alturas resulta evidente que lo de salvar a los bancos para dar liquidez a la economía real era un cuento bastante parecido al de la lechera. A pesar de las masivas inyecciones de capital que en muchos países se realizaron a los grandes bancos los problemas del sistema bancario no se han solucionado. Sólo se ha podido retornar un 20% de las ayudas recibidas (nada que ver con el rescate de los bancos suecos a principios de los noventa) y el rosario de bancos que han vuelto a presentar problemas graves (Dexia, JP Morgan, Barclays…) va creciendo cada semana. El fracaso de las sucesivas evaluaciones y tests de estrés practicados a la banca europea es una buena muestra de la capacidad de las instituciones financieras para eludir controles serios, o de la dificultad de realizar una evaluación sensata de riesgos en el enmarañado mundo de las finanzas.

El caso de la banca española es paradigmático. Considerada al principio de la crisis como una de las más sólidas del mundo (porque en la anterior crisis bancaria —la de los setenta— se habían introducido una serie de medidas cautelares), en poco tiempo ha derretido su prestigio y ha pasado a convertirse en conjunto en una "banca-basura". Alguien debería explicar por qué han fracasado estrepitosamente los controles del Banco de España, las sucesivas evaluaciones de riesgos, las variadas reformas bancarias. Una sarta de intervenciones que al poco tiempo se han mostrado ineficaces o erróneas. No hay ninguna garantía que la última evaluación que sitúa el agujero de la banca española en 62.000 millones de euros vaya a ser la definitiva, puesto que los bien pagados evaluadores se han limitado a realizar un informe a partir de los datos previos que les ha suministrado el propio Banco de España. Sin contar la poca credibilidad que puede tener una consultora como Oliver Wyman, que anteriormente había calificado al irlandés Allied Irish Bank como el mejor banco del mundo, pocos meses antes de conocerse su situación de verdadera ruina.

El sistema financiero se ha convertido en un verdadero sumidero de recursos y un atractor fatal para las cuentas públicas y el endeudamiento de muchos gobiernos. Y se ha convertido en un verdadero peligro sistémico para la economía mundial. Un sumidero que es el producto de la extrema libertad de acción que las políticas neoliberales han permitido a las entidades financieras, a la ingente capacidad de creación de activos financieros que posibilitan la opacidad, la especulación, la dificultad de control de los movimientos fiscales. Unas políticas legitimadas por cientos de economistas empleados en la academia y las grandes instituciones que han contribuido a crear el marco analítico que las ha permitido y que han servido también como parachoques frente a los que han defendido la necesidad de una regulación en serio. Destaca la rapidez con la que los gobiernos se han aplicado a llevar a cabo reformas laborales, recortes de derechos sociales o ayudas masivas a los bancos, frente a la lentitud —por decirlo suavement— de la reforma en profundidad del sistema financiero. Ahí sólo se han aplicado reformas marginales. Ni siquiera se ha sido eficaz en controlar los disparatados emolumentos autoadjudicados por los grandes directivos del sector. Una reforma radical del sistema financiero no es la panacea a todos los problemas de la economía mundial, pero sí una de las cuestiones básicas a abordar para evitar que el sector siga devorando recursos generando riesgos masivos. Podemos empezar exigiendo que la banca nacionalizada e inevitablemente "rescatada" a cuenta del erario público sea reformada como una verdadera banca pública y por tanto sirva, cuanto menos, para generar un contrapunto en espera de una reforma radical de todo el sistema financiero.

II
La Unión Europea ya se ha ganado a pulso pasar a los futuros libros de historia económica como el peor ejemplo de gestión de la crisis. Estaba claro, y se denunció en su día, que el actual diseño del Banco Central Europeo y el Euro iban a pasar un serio examen cuando se produjera una recesión. No sólo se han consumado aquellos temores sino que la inconsciencia con la que se ha actuado ha superado todos los niveles esperados.

El origen del problema es la existencia de un espacio económico donde persisten enormes desigualdades de estructura productiva. Desigualdades que la propia integración ha agravado al propiciar una reestructuración de las actividades productivas y al contar con un euro sobrevalorado que ha empeorado las condiciones en que deben operar los sectores exportadores de las economías más débiles. En este contexto los territorios más desfavorecidos tienden a experimentar déficits comerciales, y por tanto endeudamiento a medio y largo plazo. La única posibilidad de hacer viable una economía de este tipo es generando mecanismos de redistribución de la renta entre territorios que permitan financiar su exceso de importaciones frente al resto. Esto es lo que ocurre en el interior de muchos estados: las regiones empobrecidas cuentan con las transferencias de las más ricas. Al no existir este mecanismo en la Unión Europea es inevitable que algunos países acaben con un elevado endeudamiento, como es el caso de Grecia.

Esta situación estructural está agravada por el diseño de la política monetaria. Donde al Banco Central Europeo se le encomendó la única tarea de mantener a raya la inflación, no en cambio actuar de prestamista de los Gobiernos, con lo que éstos no pueden acudir a un mecanismo relativamente barato de financiación cuando surgen los problemas. Vale la pena considerar que el endeudamiento público de los países europeos tiene orígenes diversos. En unos casos es un mero producto de la caída de ingresos provocada por la caída de la actividad, en otros es debido a las ayudas que han tenido que realizar a la banca, en ciertos casos ambas cosas. Sólo en pocos casos se explica por el exceso persistente del gasto público sobre los ingresos, como en Grecia, y aun aquí se ha llegado en parte a esta situación por la propia de la economía local dentro del contexto europeo. La negativa a utilizar el Banco Central Europeo como financiador de los estados en dificultades y emisor de deuda europea ha agravado la situación de las economías más débiles, pues éstas acuden a los mercados financieros sin apoyo del sus "socios" y marcadas con el sambenito de su endeudamiento.

Esta insostenible arquitectura europea es en gran parte el resultado del desigual equilibrio de poderes existente en Europa, y sobre todo del predominio alemán. Tantos años de hablar de globalización, mercados etc., nos ha hecho olvidar un viejo concepto del análisis económico crítico, el de imperialismo. Éste —como explicó hace años Bob Sutcliffe en nuestra revista— nació del intento de los marxistas de segunda generación de conciliar su base teórica con el análisis de la realidad. Para el primer marxismo —y alguna de sus variantes más dogmáticas siguen en ello— lo único que contaba era el enfrentamiento mundial entre clases sociales. Pero la realidad mostraba que los estados cuentan y que la acumulación de capital tiene también una matriz nacional. La tendencia de unas naciones a imponer sus intereses al resto es innegable: de ello pueden extraer ventajas para sus clases capitalistas y, en menor medida, extenderlas a gran parte de su población (en forma de intercambio desigual, acaparamiento de materias primas, rentas financieras). Aunque la liberalización de los mercados, y la atroz experiencia de las grandes guerras inter-imperialistas han cambiado la forma de plantearse la cuestión, estos intereses imperialistas persisten y explican parte de las enormes y crecientes desigualdades económicas existentes entre estados. La construcción europea reciente es, en parte, otra forma de configurar un espacio económico en torno a los intereses de la potencia hegemónica en el área. Intereses reales y también configuración del modelo acorde con la visión del mundo que tienen las elites dominantes, por descabellada que sea (la magna obra de Josep Fontana Por el bien del imperio iliustra con profusión de ejemplos cuántas veces estas elites imperiales han adoptado decisiones basadas en visiones paranoicas de la realidad). Y cuenta también la visión que estas mismas elites transmiten a su población con objeto de legitimar su propia hegemonía nacional. La construcción europea está lastrada por las ideas de las elites alemanas (euro revaluado, inflación cero, presupuesto equilibrado, etc.) y también por el miedo que han generado en gran parte de su población del coste social que les acarrearía aceptar una cierta redistribución de ingresos a escala europea. De ahí su negativa a avanzar hacia un modelo fiscal y monetario integrado y su determinación a obligar a cada país a pagar hasta las últimas consecuencias sus deudas y sus déficits.

El resultado de este "diktat" es palpable: situar a muchos países al borde del derrumbe, generar unos costes sociales insoportables, deprimir la economía europea, crear niveles de desempleo y pobreza persistente, bloquear cualquier oportunidad de avance hacia un modelo sostenible.

III
La tercera parte de esta situación es la de la deuda y la forma de abordarla. Si algo debería haberse aprendido de la desregulación financiera es que los bancos tienen una enorme capacidad de generar grandes burbujas de deuda que acaban generando un enorme problema de digestión. Desde el inicio del período neoliberal se han generado sucesivas oleadas de deuda, empezando por la de los países latinoamericanos, siguiendo por la crisis japonesa y, tras sucesivos y numerosos episodios, llegando a la situación actual. Cuando se analiza el caso español, el papel jugado por el sector financiero resulta claro. La brutal inyección de crédito a este sector sirvió primero para generar una enorme subida del precio del suelo (los promotores competían entre sí ofreciendo precios crecientes porque estaban respaldados por los generosos préstamos bancarios) que se transmitía a los precios de las viviendas que a su vez se podían comprar por el fácil acceso al crédito. Por su parte, los bancos españoles podían desarrollar esta insensata política por el fácil acceso al crédito internacional. Una oleada de dinero que hinchó la burbuja y alimentó una descerebrada inversión en suelo. La oleada crediticia condujo a una desaforada sobrevaloración de la vivienda y a un endeudamiento difícil de sostener. Y ahora que está clara la burbuja, se obliga a la gente a devolver préstamos desaforados. Los creadores de la burbuja no hacen más que comportarse como Shylocks contemporáneos y exigen su libra, o su tonelada, de carne (incluyendo su contenido en sangre).

El tamaño de la deuda es tan grande que no parece posible una devolución en el corto plazo. O la economía del país deudor es simplemente saqueada por los acreedores —quedándose sus activos a bajo precio o imponiendo algún tipo de servidumbre financiera—, o hay que hacer que los acreedores renuncien a una parte sustancial de sus derechos. Al fin y al cabo lo único que hicieron fue hinchar un globo que ha explotado. Esto es lo que ocurre a menudo en el mundo económico empresarial: los acreedores se tienen que conformar con recobrar solo parte de sus créditos (en el mundo empresarial en el que trabajé de joven, cuando una empresa suspendía pagos las empresas afectadas solían comentar "me han pillado en una suspensión", lo que equivalía a reconocer que daban por perdidos parte de sus ingresos potenciales). Pero en el mundo de las finanzas modernas (el del FMI y el BCE) se ha cerrado esta posibilidad de repartir el coste de la burbuja y de sanear las economías endeudadas. Detrás están no sólo los grandes grupos financieros internacionales, sino también la presión de los potentes gestores de fondos de pensiones que representan a la franja de asalariados más opulentos de la economía mundial.

La situación se agrava porque al transmitirse la deuda financiera del sector privado al público y transformarse de algún modo en deuda pública se rompe la posibilidad de usar las políticas públicas como potentes instrumentos para recomponer la situación. En el paquete de medidas para atajar la deuda va incluido el dogma del presupuesto equilibrado y la jibarización de lo público. Lo que acaba por tener el doble efecto de descargar gran parte del ajuste sobre los sectores sociales más empobrecidos e impedir una reorganización productiva y social. Enfocar la economía y el empleo hacia otras actividades supone alterar la distribución de la renta, expandir servicios básicos. Pero el combinado de presupuesto equilibrado y carga de la deuda lo va a impedir por mucho tiempo. Sin un reparto más equitativo de las pérdidas generadas por la burbuja, sin un plantemiento diferente del endeudamiento y las políticas públicas, las clases trabajadoras de muchos países están condenadas a un enorme retroceso social. En lugar de una transición ordenada hacia una economía sostenible y una austeridad racional lo que se nos propone es una marcha espasmódica hacia el imperio de la desigualdad.

La izquierda, la institucional y la de los movimientos, se muestra impotente para imponer otra agenda socio-política y hacer avanzar reformas necesarias. Debe comenzar a pensar, al menos, en como organizar a la gente para paliar la debacle social, en cómo generar una red solidaria que sirva a la vez para generar tejido social.

Postscriptum: Fin de semana ítalo-español
Aparentemente, el resultado de la cumbre de esta semana en Bruselas ha repetido los éxitos futbolísticos de los países del sur. Alemania acepta que los préstamos a las entidades con problemas (la banca italiana posiblemente está a la cabeza de los nuevos candidatos al rescate) sean financiados directamente por el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, en lugar de hacerse a través de los estados. También se recoge la posibilidad de que las instituciones financieras europeas puedan comprar deuda soberana y que los créditos europeos dejen de tener el carácter de preferentes (esto es, los primeros en ser cobrados en caso de dificultades). Es sin duda un cambio, muestra de que todo el mundo es consciente de que se está en una situación insostenible y que un crash de España o Italia podría generar una debacle de inconmensurables consecuencias. Sin duda el cambio político en Francia ha ayudado a introducir una pequeña cuota de sensatez.

Pero el que se haya dado un pequeño avance no implica un cambio radical en la situación general ni despeja casi ninguna incógnita. En primer lugar, aunque los créditos se den a los bancos, como la mayoría de los más afectados son de titularidad pública si las cosas van mal persisitrá el problema del endeudamiento público. En segundo lugar, no está claro que el tamaño de fondos que van a tener las autoridades europeas vaya a ser suficiente para lavar un volumen tan elevado de deuda. Sin reformas estructurales en la financiación y un cambio en la carga que soportan países y grupos sociales, la espada de Damocles seguirá ahí. En tercer lugar, se van a exigir contrapartidas sobre las políticas públicas. Y ya sabemos lo que piensan las elites europeas sobre reformas estructurales como para esperar que sean capaces de encauzar la economía europea hacia un modelo social y ecológimente sostenible. En cuarto lugar, porque el impulso al desarrollo que se ha aprobado —aparte su insuficiencia cuantitativa— sigue basado en las mismas ideas que nos han conducido hasta aquí: grandes infraestructuras para impulsar el crecimiento. Puede que sea una buena noticia para el poderoso lobby de la construcción y los grandes equipamientos, pero dificílmente generará el reequilibrio de estructuras productivas.

Después de cada cumbre es difícil discernir lo que hay de teatro político de lo que representa un impulso real. Uno sigue sospechando que en este envite los grandes poderes simplemente han sacrificado algún peón, pero han sido incapaces de repensar el juego entero.

De autopistas y hospitales: la eficacia de la colaboración público-privada
Llevamos años bajo el paradigma de la poca eficiencia de lo público y la necesidad de ceder su gestión a las empresas privadas. Ellas sí dominadas por la racionalidad económica, preocupadas en reducir el despilfarro puesto que ello pone en peligro sus propios recursos.

Una idea que no por repetida nos convence. Y no sólo en cuanto usuarios de servicios privatizados. Sino como meros evaluadores de la pretendida eficiencia económica de esa gestión. Cada poco tiempo tenemos muestras de lo discutible del dogma neoliberal.

Las noticias del mes van en una doble dirección. De una parte se anuncia la enésima ayuda del Estado a la red de autopistas ruinosas que el Gobierno de Aznar impulso alrededor de Madrid y en el área Alacant-Murcia. Unos proyectos que se han desvelado ruinosos e innecesarios. Los costes aumentarion cuando los jueces decretaron que se debían subir sustancialmente las indemnizaciones a los propietarios expropiados —en el proyecto inicial se podía hablar de un mero saqueo—. Y los coches siguen sin pasar por unas vías que tienen alternativas gratuitas. Parte del negocio ya está hecho, pues los promotores del proyecto son en su mayor parte las constructoras que los realizaron y cobraron por ello. Cuando fue evidente que el negocio era ruinoso, el Gobierno —el anterior y el actual— acudió al rescate, aumentando los plazos de la concesión y adelantando dinero por el lucro perdido. Una muestra de qué va esto de la cooperación: el Estado hace el proyecto para generar negocios a las constructoras y después aporta recursos para cubrirles unas pérdidas desde el principio previsibles.

El otro foco de información reciente es el de la sanidad catalana. Llevamos meses en que se van destapando chanchullos millonarios en diversos hospitales, casi todos gestionados por consorcios semiprivados característicos del "modelo sanitario catalán" impulsado por CiU —y que el anterior gobierno tripartito fue incapaz de transformar—. Las formas de saqueo del dinero público son diversas: sobrecostes en las inversiones, monopolios en la prestación de servicios auxiliares, pagos por servicios inexistentes, sobresueldos a directivos… En muchos casos, los beneficiarios son grupos económicos claramente relacionados con CiU, pero las corruptelas también salpican a alguna persona próxima al PSC. En todo caso resulta evidente que en la pérdida de control que supone una gestión por conciertos económicos y profusión de subcontratas se crean fugas financieras. Con tamaño saqueo, no sorprende que la sanidad tenga problemas de financiación.
Podemos temblar con la que nos espera tras la anunciada gestión de las políticas públicas de empleo por parte de las ETTs. Los partidarios de este modelo de cooperación o son simples saqueadores, o dogmáticos ideólogos incapaces de ver la distancia que media entre sus ideas y la realidad. O simplemente confunden la eficiencia con el lucro privado.

Gobiernos de cipayos
En una nota anterior ya me dediqué a comentar lo vergonzo del proyecto de Eurovegas. Esta semana la indignación ha subido un peldaño más con la visita de un delegado de Sheldon Anderson a Barcelona y Madrid: se manda a un delegado a negociar con contrapartes de segundo orden, que es lo que son esos políticos que —con la complicidad de parte de sus fuerzas vivas, siempre agradecidas por las subvenciones o los negocios que les facilitan— se pliegan ante un proyecto que por sí solo fuerza a una regresión de regulaciones y derechos. Un proyecto que se enmarca en el mismo modelo de especulación urbana, turismo y ladrillo, que ha llevado a la economía española a una situación de difícil salida. Que, en el caso catalán, se carga una de las áreas agrícolas más fértiles, una economía que produce bienestar y apropiada para desarrollar un nuevo modelo de alimentación sana y ecológica. Pero lo peor de todo ello no es la irracionalidad del proyecto, sino el espectáculo de unos gobernantes que aceptan alegremente cambiar leyes cuando se lo pide un individuo con suficiente dinero. O ni eso, porque si lo hemos entendido bien —ya se sabe que cuando la negociación no es pública nunca se sabe de qué se está hablando realmente— a lo que han venido los de Nevada es a pedirnos financiación. O sea, que acabaremos corriendo con todos los costes y riesgos por cuenta ajena. Lo más terrible es constatar que en lugar de unos representantes políticos de una democracia desarrollada lo que tenemos son meros delegados de republica (o reino) bananera(o).

DECLARACIÓN FINAL DE LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS EN RÍO+20

(ATTAC España, 28/06/2012)

El documento final de la Cumbre de los Pueblos sintetiza los principales ejes discutidos durante las plenarias y asambleas, y expresa también las intensas movilizaciones ocurridas durante ese período –del 15 al 22 de junio–, las cuales señalan las convergencias en torno de las causas estructurales y las falsas soluciones, de las soluciones de los pueblos frente a las crisis, así como los principales ejes de lucha para el próximo período.
Las síntesis aprobadas en las plenarias integran y complementan este documento político para que los pueblos, movimientos y organizaciones puedan continuar convergiendo y profundizando sus luchas y la construcción de alternativas en sus territorios, regiones y países en todos los rincones del mundo.
DECLARACIÓN FINAL

Cumbre de los Pueblos en la Río+20 por Justicia Social y Ambiental
En defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida

Movimientos sociales y populares, sindicatos, pueblos, organizaciones de la sociedad civil y ambientalistas de todo el mundo presentes en la Cumbre de los Pueblos en la Río+20 por Justicia Social y Ambiental, vivenciaron en los campamentos, en las movilizaciones masivas, en los debates, la construcción de convergencias y alternativas, conscientes de que somos sujetos de otra relación entre humanos y humanas y entre la humanidad y la naturaleza, asumiendo el desafío urgente de frenar la nueva fase de recomposición del capitalismo y de construir, a través de nuestras luchas, nuevos paradigmas de sociedad.

La Cumbre de los Pueblos es el momento simbólico de un nuevo ciclo en la trayectoria de luchas globales, que produce nuevas convergencias entre movimientos de mujeres, indígenas, negros, juventudes, agricultores/as familiares y campesinos, trabajadores/as, pueblos y comunidades tradicionales, quilombolas, luchadores por el derecho a la ciudad, y religiones de todo el mundo. Las asambleas, movilizaciones y la gran Marcha de los Pueblos fueron los momentos de expresión máxima de estas convergencias.

Las instituciones financieras multilaterales, las coaliciones al servicio del sistema financiero, como elG8/G20, la captura corporativa de la ONU y la mayoría de los gobiernos demostraron irresponsabilidad para con el futuro de la humanidad y del planeta y promovieron los intereses de las corporaciones en la conferencia oficial. En contraste con esto, la vitalidad y la fuerza de las movilizaciones y de los debates en la Cumbre de los Pueblos fortalecieron nuestra convicción de que sólo el pueblo organizado y movilizado puede liberar al mundo del control de las corporaciones y del capital financiero.

Hace veinte años el Forum Global, también realizado en el Aterro do Flamengo, denunció los riesgos que corrían la humanidad y la naturaleza con la privatización y el neoliberalismo. Hoy afirmamos que, además de confirmar nuestro análisis, ocurrieron retrocesos significativos en relación con los derechos humanos ya reconocidos. La Río+20 repite el fallido itinerario de falsas soluciones defendidas por los mismos actores que provocaron la crisis global. A medida que esa crisis se profundiza, más avanzan las corporaciones contra los derechos de los pueblos, la democracia y la naturaleza, secuestrando los bienes comunes de la humanidad para salvar al sistema económico-financiero.

Las múltiples voces y fuerzas que convergen en torno de la Cumbre de los Pueblos denuncian la verdadera causa estructural de la crisis global: el sistema capitalista patriarcal, racista y homofóbico.

Las corporaciones transnacionales continúan cometiendo delitos con la sistemática violación de los derechos de los pueblos y de la naturaleza con total impunidad. De la misma forma, avanzan sus intereses a través de la militarización, de la criminalización de los modos de vida de los pueblos y de los movimientos sociales promoviendo la desterritorialización en el campo y en la ciudad.

De la misma manera, denunciamos la deuda ambiental histórica que afecta mayormente a los pueblos oprimidos del mundo, y que debe ser asumida por los países altamente industrializados, los cuales, al fin y al cabo, fueron los que provocaron las múltiples crisis que vivimos en la actualidad.

El capitalismo también lleva a la pérdida del control social, democrático y comunitario sobre los recursos naturales y servicios estratégicos, que continúan siendo privatizados, convirtiendo derechos en mercaderías y limitando el acceso de los pueblos a los bienes y servicios necesarios para la supervivencia.

La llamada "economía verde" es una de las expresiones de la actual fase financiera del capitalismo que también utiliza viejos y nuevos mecanismos, tales como la profundización del endeudamiento público-privado, el estímulo excesivo al consumo, la apropiación y concentración de las nuevas tecnologías, los mercados de carbono y la biodiversidad, la apropiación ilegal y la extranjerización de tierras y las asociaciones público-privadas, entre otros.

Las alternativas están en nuestros pueblos, nuestra historia, nuestras costumbres, conocimientos, prácticas y sistemas productivos, que debemos mantener, revalorizar y ganar en escala como proyecto contrahegemónico y transformador.

La defensa de los espacios públicos en las ciudades, con gestión democrática y participación popular, la economía cooperativa y solidaria, la soberanía alimentaria, un nuevo paradigma de producción, distribución y consumo, el cambio de la matriz energética, son ejemplos de alternativas reales frente al actual sistema agro-urbano-industrial.

La defensa de los bienes comunes pasa por la garantía de una serie de derechos humanos y de la naturaleza, por la solidaridad y respeto a las cosmovisiones y creencias de los diferentes pueblos, como, por ejemplo, la defensa del "Buen Vivir" como forma de existir en armonía con la naturaleza, lo que presupone una transición justa, a ser construida con los/las trabajadores/as y los pueblos.

Exigimos una transición justa que supone la ampliación del concepto de trabajo, el reconocimiento del trabajo de las mujeres y un equilibrio entre la producción y reproducción, para que ésta no sea una atribución exclusiva de las mujeres. Esta transición pasa además por la libertad de organización y el derecho a la contratación colectiva, así como por el establecimiento de una amplia red de seguridad y protección social, entendida como un derecho humano, así como de políticas públicas que garanticen formas de trabajo decentes.

Afirmamos el feminismo como instrumento de la construcción de la igualdad, la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos y sexualidad y el derecho a una vida libre de violencia. De la misma forma reafirmamos la urgencia de la distribución de la riqueza y del ingreso, del combate al racismo y al etnocidio, de la garantía del derecho a la tierra y al territorio, del derecho a la ciudad, al medio ambiente y al agua, a la educación, la cultura, la libertad de expresión y la democratización de los medios de comunicación.

El fortalecimiento de diversas economías locales y de los derechos territoriales garantiza la construcción comunitaria de economías más vibrantes. Estas economías locales proporcionan medios de vida sustentables locales, la solidaridad comunitaria, componentes vitales de la resiliencia de los ecosistemas. La diversidad de la naturaleza y su diversidad cultural asociada es fundamento para un nuevo paradigma de sociedad.

Los pueblos quieren determinar para qué y para quiénes se destinan los bienes comunes y energéticos, además de asumir el control popular y democrático de su producción. Un nuevo modelo enérgico que esté basado en energías renovables descentralizadas y que garantice energía a la población y no para las corporaciones.

La transformación social exige convergencias de acciones, articulaciones y agendas a partir de las resistencias y alternativas contrahegemónicas al sistema capitalista que están en curso en todos los rincones del planeta. Los procesos sociales acumulados por las organizaciones y movimientos sociales que convergieron en la Cumbre de los Pueblos indicaron los siguientes ejes de lucha:
·Contra la militarización de los Estados y territorios;
·Contra la criminalización de las organizaciones y movimientos sociales;
·Contra la violencia contra las mujeres;
·Contra la violencia a lésbicas, gays, bisexuales, transexuales y transgéneros;
·Contra las grandes corporaciones;
·Contra la imposición del pago de deudas económicas injustas y por auditorías populares de las mismas;
·Por la garantía del derecho de los pueblos a la tierra y al territorio urbano y rural;
·Por la consulta y consentimiento libre, previo e informado, basado en los principios de la buena fe y del efecto vinculante, según la Convención 169 de la OIT;
·Por la soberanía alimentaria y alimentos saludables, contra agrotóxicos y transgénicos;
·Por la garantía y conquista de derechos;
·Por la solidaridad con los pueblos y países, principalmente los amenazados por golpes militares o institucionales, como está ocurriendo ahora en Paraguay;
·Por la soberanía de los pueblos en el control de los bienes comunes, contra las tentativas de mercantilización;
·Por el cambio de la matriz y el modelo energético vigentes;
·Por la democratización de los medios de comunicación;
·Por el reconocimiento de la deuda histórica social y ecológica;
·Por la construcción del DÍA MUNDIAL DE HUELGA GENERAL.

Volvamos a nuestros territorios, regiones y países estimulados para construir las convergencias necesarias para seguir en lucha, resistiendo y avanzando contra el sistema capitalista y sus viejas y renovadas formas de reproducción.

¡De pié, continuamos en lucha!

Río de Janeiro, 15 al 22 de junio de 2012.

Cumbre de los Pueblos por Justicia Social y ambiental en defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida

OTRO SISTEMA BANCARIO ES POSIBLE

(VNavarro.org, 27/06/2012)

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Estoy escribiendo este prólogo en un momento de gran tensión en España, resultado de las políticas públicas impuestas por el gobierno del Partido Popular que suponen el ataque más frontal a las clases populares que se haya producido en España durante el periodo democrático (1978-2012). Y utilizo deliberadamente la expresión impuestas porque ninguna de estas medidas fue anunciada en el programa electoral del Partido Popular durante la reciente contienda electoral a las Cortes Españolas. Es importante, desde el punto de vista de la legitimidad del sistema democrático, subrayar y denunciar que el gobierno dirigido por el Sr. Rajoy no tiene un mandato popular para realizar tales políticas. Tales políticas son legales, pero no son legítimas, ni siguen la ética que debiera seguirse en una cultura democrática, como bien dijo el Arzobispo de Canterbury, Dr. Rowan Williams, en su denuncia de los recortes de gasto público realizados por el gobierno conservador liberal dirigido por David Cameron en Gran Bretaña, recortes que hizo casi al día siguiente de salir elegido, sin que en su programa electoral hubiera ningún indicador de que llevaría a cabo tales recortes. Una situación semejante ha estado ocurriendo en España con el gobierno Rajoy. Casi al día siguiente de ser elegido, el gobierno Rajoy se ha embarcado en la realización de las políticas más radicales y agresivas (tal como las definió recientemente el Ministro de Economía, Luis de Guindos) en contra de la clase trabajadora y amplios sectores de las clases medias, centrando sus políticas públicas en reducir los salarios y la protección social.

El argumento constante que se transmite en los centros donde se reproduce la sabiduría convencional es que la recesión en España la originó la falta de disciplina fiscal. Tal aseveración se hace con toda contundencia, ignorando un hecho que muestra la falsedad de tal supuesto: cuando la crisis se inició en España, el Estado estaba en superávit (siendo España el "modelo de comportamiento fiscal" el estudiante avanzado y predilecto del establishment europeo neoliberal). Otro argumento que se utiliza para explicar la recesión es la supuesta "exuberancia salarial", desconociendo y/o ocultando los datos que muestran que los salarios horarios están entre los más bajos de la UE-15, y ello a pesar de que el crecimiento de la productividad en los últimos diez años ha sido comparable al crecimiento de la productividad alemana.

La escasa diversidad ideológica permitida y existente en los mayores medios de información españoles explica que tales argumentos, por muy débiles que sean, se promuevan con plena inmunidad, ajenos a la crítica, habiendo alcanzado dimensiones de dogma en los círculos financieros, económicos, mediáticos y políticos del país.

La intensidad del mensaje tiene como objeto convencer a la ciudadanía que no hay otras alternativas a las que se están imponiendo: bajar salarios y recortar la protección social. Como parte de esta estrategia, se está también ocultando la causa real de las crisis actuales, que son tres, la crisis económica, la crisis financiera y la crisis democrática, crisis que tienen un elemento en común, el enorme poder que el capital financiero y el mundo de las grandes empresas tienen sobre el Estado español y sobre las instituciones europeas que dominan la vida económica, mediática y política de la Unión Europea (el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo). En realidad, la causa real de las tres crisis es el enorme descenso de las rentas del trabajo que ha estado ocurriendo en toda la Unión Europea (y, muy en particular, en España), causa del enorme endeudamiento de las poblaciones. El crecimiento desbordado del capital financiero está basado en el empobrecimiento de las familias que han tenido que endeudarse más y más para poder mantener su demanda, demanda que ha ido disminuyendo como resultado también de la enorme crisis del crédito, consecuencia del colapso de la banca. Ha sido este descenso de la demanda, consecuencia del descenso de las rentas del trabajo, la mayor causa de la crisis económica y de la recesión.

Pero fue el crecimiento de las rentas del capital y su concentración lo que creó las bases para la crisis financiera. La falta de rentabilidad de la economía productiva (causada por el descenso de la demanda) explica la enorme inversión especulativa que disparó el tamaño del sector financiero (previamente desregulado) y su colapso final, salvado por una intervención pública que, mostrando el enorme poder que la banca tiene, se hizo con el único objetivo de garantizar su pervivencia y rentabilidad, sin ningún cambio o requisito de cambio en su comportamiento especulativo como condición de esta ayuda pública. Tal gasto público en la banca, sin conseguir nada a cambio, indignó a la población. Esta desfachatez, que ha mostrado la instrumentalización del poder político por parte de la banca, es la causa de la enorme pérdida de legitimidad de los sistemas democráticos, particularmente acentuado en España donde, resultado de una transición inmodélica de la dictadura a la democracia, existe  hoy una democracia ya en sí muy limitada. El Estado español siempre –durante la dictadura y durante el periodo democrático- ha estado al servicio del capital financiero. La evidencia de ello es robusta y contundente. La banca es el centro del poder financiero y económico y su peso en los medios de información y en la vida política del país es enorme, mermando espectacularmente la calidad de nuestra democracia.

De ahí la enorme utilidad de este libro. Patrocinado por Attac (una de las organizaciones que sistemáticamente presenta estudios rigurosos que analizan críticamente la sabiduría convencional de claro corte neoliberal), este volumen describe la situación del capital financiero presentando, además, alternativas. El libro es de gran utilidad para  España, pues el texto analiza, punto por punto, la realidad de la banca, y desmonta el tinglado ideológico que el sistema financiero ha ido construyendo, mostrando el error y/o falsedad de sus supuestos. Y presenta clara evidencia de que la salud de la economía española y la calidad y bienestar de la población requieren un sistema financiero distinto al actual y al servicio de la ciudadanía, en lugar de la situación actual, basada en el beneficio y la especulación. Ello requerirá, como bien demuestran los autores, una intervención pública, incluyendo el establecimiento de bancas públicas que, como ha ocurrido en nuestro país en el pasado, y así ocurre en otros países, puedan ofrecer mayores garantías a los ciudadanos y medianas y pequeñas empresas, erradicando la especulación en el sistema existente hoy. Este libro será la pesadilla de la banca, pues muestra con toda claridad que otro sistema bancario es posible, denunciando el sistema actual por ser un sistema que beneficia a muy pocos a costa de la mayoría de la población.

Prólogo de Vicenç Navarro del libro "¡Banca Pública! Rescatemos nuestro futuro" publicado por la editorial Icaria.
 

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RÍO+20: SUMISIÓN AL PODER FINANCIERO

(ATTAC España, 27/06/2012)

Alejandro Nadal – Consejo Científico de ATTAC España

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (CNSD), mejor conocida como Río+20, vino y se fue. Pudo haber sido un acto importante. En lugar de ello, estableció un nuevo estándar en cómo hacerse irrelevante. La receta es sencilla: pretenda usted que nunca ha oído hablar de la crisis global.

El documento final de la UNCSD no menciona ni una sola vez la crisis económica y financiera global. Poco importa que la crisis ya se ha convertido en la Segunda Gran Depresión. De alguna manera, los funcionarios del Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA) consideraron que ese tema no era relevante en una conferencia sobre sustentabilidad.

El PNUMA buscó sacar adelante su iniciativa sobre la economía verde. En el informe presentado en Río se le define como una economía en la que aumenta el bienestar, disminuye la pobreza y mejora el medio ambiente. Se trataría de una economía socialmente incluyente, con bajas emisiones de gases invernadero y gran eficiencia en el uso y manejo de recursos.

Para transitar hacia una economía verde se necesita invertir el 2 por ciento del PIB mundial (anualmente entre 2010-2050) en 10 sectores clave. Es una cantidad importante. ¿Dónde se pueden encontrar esos recursos? El PNUMA responde sin rubor: en el sector financiero. Según esta agencia el sector financiero tiene a su disposición una montaña de recursos y cada vez está más interesado en una cartera de inversiones que minimiza el costo ambiental y social, al mismo tiempo que capitaliza con tecnologías verdes.

La amistad del PNUMA con el sector financiero se confirma cuando se mencionan los mercados e instrumentos que ahora estarían del lado de la justicia y la salud ambiental: bonos verdes, bonos de carbono, REDD+, y activos de propiedad verde, etc. Ahí está: la financiarización de la naturaleza. Nunca se le ocurrió a los funcionarios del PNUMA que el desarrollo de estos mercados novedosos proviene de la búsqueda de espacios de rentabilidad en un mundo en el que la economía real permanece estancada.

El PNUMA en Río ha buscado tapar el sol con un dedo. Ha querido ignorar el hecho de que el sector financiero es el epicentro de la crisis global. El colapso de la economía mundial se mantiene en buena porque la opacidad de las operaciones financieras aceleró el contagio al principio y ahora impide reactivar el mercado interbancario.

Tiene razón el PNUMA: el sector financiero ha crecido mucho en los últimos veinte años. Pero ¿no se les ocurre que eso es precisamente un signo de la patología de la economía global? El estancamiento de los salarios desde hace tres décadas explica el creciente endeudamiento de las familias. La demanda agregada estuvo impulsada por el endeudamiento y eso, a su vez, explica cómo se llevó a cabo un proceso de redistribución de la riqueza de los más pobres a los más ricos. Instrumentos como las tarjetas de crédito, los préstamos para estudiantes o para automóviles fueron verdaderas aspiradoras para succionar recursos de los hogares y llevarlos a los bancos.

Uno de los factores que explica la expansión del sector financiero es su inclinación a introducir innovaciones que hicieron las operaciones del sector más opacas, disfrazaron riesgos, aumentaron la propensión a la volatilidad e incrementaron los niveles de apalancamiento. La bursatilización convirtió a muchas operaciones en zona vedada para los reguladores y agencias de supervisión. La autorregulación sólo proporcionó la ilusión de que se estaba haciendo algo para frenar abusos.

Un punto fundamental que el PNUMA no puede entender: una proporción significativa de la montaña de recursos en manos del sector financiero es riqueza contable. Proviene de un típico proceso de inflación de activos, o si se prefiere, de una burbuja. La crisis es la forma en la que se destruye ese patrimonio que sólo existe en la contabilidad. Para analistas como Nouriel Roubini o Dean Baker, al proceso deflacionario aún le falta mucho para completar su tarea.

Es más, una parte de esos recursos financieros proviene de las operaciones de creación monetaria de los bancos. Por ejemplo, con sus préstamos los bancos de la Unión Europea han creado billones (castellanos) de euros de la nada, o como dicen, ex nihilo. Y sólo una fracción minúscula de esos créditos estuvo respaldada por depósitos. El globo gigante todavía está desinflándose.

El PNUMA debería estudiar con seriedad la relación entre los sectores financiero y real de la economía. Los canales de transmisión entre estos sectores son críticos para el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica. En nuestros tiempos las operaciones en el sector financiero han propagado y amplificado la turbulencia y han puesto de rodillas a la economía real. Caray, hasta una organización tan conservadora como el Comité de supervisión de bancos de Basilea (dependiente del Banco de pagos internacionales) se preocupa por estos temas. ¿Por qué los funcionarios del PNUMA no pueden hacer lo mismo?

Artículo publicado en La Jornada

COSAS DE NUEVO POBRE

(Zona Crítica, 27/06/2012)

Isaac Rosa
 
Es ya un lugar común ese de que España se había convertido en un país de nuevos ricos. No tanto que abundasen los ricos sobrevenidos, sino que el país entero, como Estado y como sociedad, se comportaba con las odiosas maneras con que solemos caricaturizar al nuevo rico: despilfarro, exhibición hortera de riqueza, gasto suntuoso, adquisición de atributos identitarios para ser aceptado entre los ricos de toda la vida, hedonismo, despreocupación por el futuro, champán con fresas para desayunar, clases rápidas de golf, que da distinción, y pídete lo que quieras que esta ronda la pago yo, que el dinero está para gastarlo.

Sí, de esos nuevos ricos caricaturescos ha habido muchos en los años de la burbuja, aunque no tantos como para que aceptemos la trampa de generalizar la mala conciencia ("hemos vivido por encima de nuestras posibilidades"). Y como ellos, también el país, sus gobernantes y administradores, se comportaron durante años como nuevos ricos, usando la riqueza sobrevenida para fardar de trenes, aeropuertos y edificios emblemáticos con que quitarse los complejos y espantar la imagen histórica de pobretones, en vez de usar esa riqueza para garantizar el futuro, crecer equilibradamente y protegerse ante una crisis como la actual. Venga a pagar rondas a los amigotes, y vengan despampanantes ciudades de la ciencia y de la cultura, circuitos de Fórmula 1, grandes eventos y AVE hasta el último pueblo, y ponme otra ronda, que el dinero está para gastarlo.

Pero hay algo todavía peor que un nuevo rico: un nuevo pobre. O para ser más exactos: un nuevo rico que de repente se convierte en nuevo pobre. No hablo por tanto de los trabajadores que, sin haber sido nunca ricos, ni mucho menos nuevos ricos, han sido arrojados hoy a la pobreza, precarizados, excluidos, desahuciados. Me refiero a quienes levantaron una fortuna súbita al calor de la burbuja, y con las mismas vieron cómo su fortuna se desinflaba a la misma velocidad que la burbuja.

El nuevo pobre, entendido por tal el ex nuevo rico cuya suerte cambia de golpe, no sabe llevar su nueva pobreza con dignidad, sino al contrario, la intenta disimular, se preocupa por las apariencias ante los vecinos, y se muestra insolente si alguien duda de su solvencia. El nuevo pobre se quita de comer antes que dejar de abonar la cuota del club o el colegio privado de los niños, sigue pagando rondas en el bar para que nadie sospeche, tira del crédito de la tarjeta aunque a la larga le salga más caro, y es capaz de ampliar la hipoteca y ahogarse más todavía con tal de que no se le note que no tiene para las vacaciones. Tampoco encuentra quien le compre la casa de la playa que acabará perdiendo, la televisión gigante o los muebles caros y horteras con que llenó su casa y que no ha terminado de pagar, ni por supuesto la escobilla del baño que le costó una pasta.

Su estupefacción por haber sufrido una ruina para la que no estaba preparado le incapacita para tomar decisiones que le saquen del agujero, y se limita a esperar que el viento vuelva a soplar a favor, mientras consume sus últimos ahorros. En su orgullo de pobre renegado es continuador de aquellos veraneantes que se quedaban en casa con las persianas bajadas para que los vecinos creyesen que estaban en la playa, o más lejano aún, los hidalgos miserables que se echaban migas en la pechera para que pareciera que habían comido.

Así se están comportando también nuestros gobernantes, con maneras de ex nuevo rico devenido en nuevo pobre. Incapaces de llevar con dignidad la pobreza repentina, lo mismo reaccionan con chulería con los débiles que se bajan los pantalones ante los poderosos, alineándose con los peces gordos de Europa para que les dejen sentarse un ratito más a su mesa, en vez de hacer frente común con los otros países castigados; o arrojándose a los pies del primer Adelson que entra haciendo sonar el bolsillo. Como orgullosos ex nuevos ricos, van de sobrados por la vida, rechazan que la crisis sea una crisis, que el rescate sea un rescate, presumen de presionar a los socios europeos, fanfarronean de conseguir gangas en Bruselas y de torear a esos europeos a los que, como a Juncker, "de vez en cuando hay que explicarles las cosas" (De Guindos dixit).

Nuestro Gobierno de nuevos pobres también se quita de comer (o nos quita, más bien) antes que renunciar a otros gastos o meter mano a la fiscalidad, recortando gasto social, rebajando salarios y abaratando el mercado de trabajo; y sin embargo sigue pagando rondas en el bar a lo grande, una para la banca, otra para las autopistas de peaje, otra para organizar los Juegos Olímpicos si nos tocan, venga, alegría. Con tal de que no se le note que lleva los bolsillos vueltos hacia fuera es capaz de endeudarse más todavía, al precio de ahogarse un poco más: ¿que la banca quiere pedirse otra ronda? Pues venga, hasta 100.000 millones con cargo al FROB, y apúntamelo, que ya echaremos cuentas. Tampoco tiene quien le compre el equivalente al piso de la playa y los muebles horteras: las ruinosas infraestructuras que ahora no puede ni mantener, los aeropuertos sin aviones, los edificios emblemáticos sin contenido, las autovías que ya ni se parchean, los tramos a medio construir de ese AVE que iba a unir todas las capitales de provincia, los terrenos urbanizados sobre los que nadie pone un ladrillo.

Como aquel nuevo pobre que retratábamos, tampoco el Gobierno es capaz de tomar decisiones para salir del agujero, incrédulo de su propia ruina, así que consume lo poco que le queda, mientras espera el milagro que le salve en el último minuto, el cambio de aires en Europa, la cumbre decisiva, la quiebra del euro para salvarnos todos o morir todos a la vez.

Si les fastidiaba vivir en un país con maneras de nuevo rico, bienvenidos a la casa del nuevo pobre. Pídanse lo que quieran, que esta ronda está invitada.

EL ÉXITO DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

(3500 Millones, 26/06/2012)

Escrita por el Dr. Pablo Guerra Profesor e Investigador en economías solidarias. Universidad de la República (Uruguay). Autor de la nueva publicación de SETEM 'Miradas globales para otra economía'
Miles de prácticas de economía solidaria ya operan en todo el mundo

Desde hace algunos años el movimiento de la economía solidaria viene insistiendo en la idea de que "otro mundo es posible" (lema del Foro Social Mundial desde 2001) poniendo el acento en la necesidad de superar los efectos socioeconómicos, culturales y ambientales gestados por los principales modelos de desarrollo practicados hasta el momento. 

La crisis sistémica que en mayor o menor medida todos sufrimos, viene movilizando a miles de experiencias y organizaciones en todo el mundo, animadas por mostrar cómo otra economía es posible, es decir, cómo podemos producir, consumir, comercializar o ahorrar con criterios alternativos y solidarios. En definitiva, mostrando cómo la economía solidaria no es solo un bello sueño, sino una realidad concreta de nuestras economías. Realidad que satisface las necesidades colectivas de numerosas personas a lo largo y ancho de todo el mundo y que se presenta como lucecita de esperanza en un contexto que pide a gritos soluciones inclusivas e inspiradas en valores (ya no en la menoscabada valorización especulativa).

La propia ciencia económica deberá re-comprenderse y actualizarse para dar cuenta de estas experiencias y comportamientos solidarios. Guiada por mucho tiempo bajo el paradigma del mal llamado "homo oeconomicus", se nos ha hecho creer que solo somos racionales si nos comportamos de manera fría, calculadora y maximizadora en todos nuestros actos (incluidos aquellos más emotivos y relacionales, como es el caso del matrimonio, como esgrime el neoliberalismo de Becker). Tal disparate y aberración ideológica, ha terminado por legitimar un modelo de negocios esquivo a toda referencia ética. Ciertas Escuelas de Negocios y Universidades se sumarían a este bochornoso espectáculo de pragmatismo liberal, incluida la "progresista" Harvard en los 80, renuente entonces a incluir un módulo de ética en su malla curricular, como nos lo recuerda Etzioni, quien luego creará su Communitarian Network para hacer frente a ese individualismo radical.

Sin embargo, la realidad suele ser terca para algunos analistas. Y resulta que la solidaridad puede tener tanta cabida como el egoísmo en la economía. Es así que la propiedad colectiva, cooperativa y asociativa reúne a cientos de millones de socios en todo el mundo. Que los negocios basados en marcos éticos atraen cada día a más personas. Que las experiencias económicas alternativas no han sufrido la quiebra como los otrora gigantes del capitalismo mundial. Que los pobres también pueden organizarse.Nuevas culturas económicas se han abierto paso y han propuesto alternativas viables. Demostrando cómo la empresa también puede ser una organización democrática, puede estar basada en el trabajo, puede perseguir un bien social, y puede mostrarse exitosa en el marco de ciertos principios y valores.

Allí están los ejemplos del comercio justo, las finanzas éticas, la producción biológica y orgánica, las empresas recuperadas y autogestionadas, el turismo responsable, la organización cooperativa y asociativa, el trabajo en red de la economía popular, el consumo responsable, esto es, un sinfín de experiencias dispuestas a retomar viejas banderas como las de justicia social y participación democrática, o nuevas banderas como equidad de género y protección del ecosistema. La publicación de SETEM que lleva por título "Miradas Globales para Otra Economía" busca reflexionar sobre la necesidad de cambiar nuestros modelos de desarrollo económico, proponiendo caminos alternativos como los recorridos por 15 experiencias analizadas. Sin ortodoxias. Sin pensamientos únicos. Sin discursos autocomplacientes. Las necesidades del mundo hoy obligan a una lectura compleja y al mismo tiempo sin complejos.
 
La presentación internacional de "Miradas Globales para Otra Economía" tendrá lugar en 5 ciudades de España y América Latina: Barcelona. (4 de julio), Vitoria-Gasteiz (7 de julio), Madrid (18 de julio), Pigüé-Argentina (26 de julio), Montevideo-Uruguai (2 de agosto). Más información aquí.

EL MAYOR PROBLEMA DE ESPAÑA NO ES NI EL DÉFICIT PÚBLICO NI LA DEUDA PÚBLICA

(El Plural.com, 24/06/2012)

Vicenç NavarroCatedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Este artículo cuestiona la sabiduría convencional en los círculos del establishment español que asume que un problema mayor de la economía española es su elevado déficit público y la gran deuda pública. El artículo cuestiona tal tesis, señalando que los recortes de gasto público, incluyendo gasto público social, son innecesarios y contraproducentes pues contribuyen a la recesión de la economía española.
En sus continuas reuniones con la canciller alemana Angela Merkel, el Presidente Rajoy ha acentuado que el objetivo principal de su gobierno es el de reducir el déficit público, y supeditará todas sus políticas públicas a conseguir tal objetivo. Tal postura asume que el mayor problema de la economía española es el endeudamiento del Estado español (sea éste central, autonómico o municipal), postura que fue también compartida anteriormente por el gobierno Zapatero. Ambos gobiernos han interpretado tal endeudamiento como la causa de que el país esté en recesión y que ahora esté estancado, dificultando su recuperación. De ahí su constante referencia a que "España no puede gastarse más de lo que tiene", frase que, con distintas variaciones, ha ido repitiendo.

Los datos, sin embargo, no avalan tales tesis. Veámoslos. Si el déficit y la deuda pública hubieran sido la causa de la crisis financiera y económica que España padece (tal como muchos economistas neoliberales, incluyendo los financiados y/o próximos a Fedea), el Estado en este país habría tenido un enorme déficit público y una elevada deuda pública cuando comenzó la crisis, en 2007. Los datos, sin embargo, muestran que, en contra de tal tesis, cuando la crisis empezó, España tenía superávit en sus cuentas del Estado. España ingresaba al Estado 2.23% del PIB más de lo que gastaba. Y su deuda pública era equivalente a un 36,2% del PIB, una de las más bajas de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de riqueza que España), y muy por debajo de lo establecido por el Tratado de Maastricht (60% del PIB). En realidad, la deuda pública neta (que es la que debería utilizarse aunque nunca se utilice tal indicador) era sólo un 26,7% del PIB (la deuda neta es la deuda bruta menos los intereses que el Estado se debe a si mismo al incluir deuda pública poseída por diferentes ramas del Estado). No es cierto, por lo tanto, que la crisis se debiera a que el Estado se estaba gastando más de lo que tenía. El gasto público no era el problema, pues ni el déficit ni la deuda pública eran elevados. De ahí que las políticas de recortes de gasto público (incluyendo el gasto público social) no pudieran justificarse bajo el argumento de que nos gastábamos más de lo que teníamos. En realidad, el gasto público español (incluyendo el social) por habitante era y continúa siendo de los más bajos de la UE-15.

El crecimiento notable del déficit no se debió al aumento del gasto público, sino a la bajada de los ingresos al Estado resultado de la recesión y elevado desempleo, a lo cual contribuyeron los recortes de aquel gasto público. Fue el elevado crecimiento de desempleo (España ha tenido durante la crisis la tasa de crecimiento de desempleo más elevada de la OCDE después de EEUU e Irlanda) y consecuente descenso del nivel de ocupación y de la masa salarial lo que disparó el déficit público del Estado, alcanzando en 2009, sólo dos años después del inicio de la crisis, la cifra de -11,2% del PIB, y ello como consecuencia de que los ingresos al Estado, incluyendo el IRPF (los impuestos sobre la renta), proceden en su gran mayoría de las rentas del trabajo, y muy poco de las rentas del capital. Las políticas de recortes contribuyeron a la recesión. Si España hubiera crecido un 1,5% del PIB, el déficit habría disminuido más rápidamente que de la manera en que se ha intentado conseguir, es decir, a base de recortes. Resultado de tales políticas de austeridad (y devaluación doméstica conseguida a base de disminuir salarios), la economía no se ha recuperado y el déficit alcanzó en 2011 el 8,5% (es probable que, resultado de la ingeniería contable, fuera mayor) y la deuda pública el 68,5% del PIB (el 56,4% del PIB en su deuda neta).

Pero incluso estas cifras desfavorables en el caso del déficit público (aunque no inquietantes en el caso de deuda pública), son menos alarmantes de lo que se presentan y no deberían ser motivo de tanta preocupación. Según las proyecciones del FMI, la deuda pública en el 2017 será de un 80% del PIB, que es una cifra asumible, aunque existe el peligro que, resultado del rescate financiero, los 100.000 millones de euros aumenten esta deuda pública diez puntos más del PIB (90% del PIB).

Un tanto semejante ocurre en cuanto a los intereses de la deuda. De nuevo, según el FMI, España en 2011 pasará de pagar en intereses un 1,9% del PIB a un 3,9% en el 2017, cifra que no está fuera de lo común entre los países de la UE-15. Ni el déficit ni la deuda pública son un mayor problema. El que sí es un problema (que crea grandes incertidumbres entre los mercados financieros) es el escaso crecimiento económico y elevado desempleo. Éste es el mayor problema que tiene la economía española y que requiere una serie de intervenciones públicas que el gobierno Rajoy no está ni siquiera considerando. El gobierno debería estimular la economía y facilitar la creación de empleo, lo cual puede hacer sin que aumente el déficit público. En realidad, la reducción de éste debería conseguirse a base de aumentar el crecimiento económico y el descenso del desempleo. Y para ello deberían aumentarse los ingresos al Estado mediante reformas fiscales que permitieran ingresar más fondos al Estado para estimular la creación de empleo. Y ahí el espacio es enorme.

España tiene los recursos para crear empleo. Lo que ocurre es que no los recoge. Y no me refiero sólo al fraude fiscal (90.000 millones de euros), sino a las reducciones de impuestos que han estado ocurriendo en los últimos quince años y, muy en especial, en las rentas de capital y en las rentas superiores, reducciones que, como ha señalado el Fondo Monetario Internacional han sido responsables de más de la mitad del déficit estructural existente en España. El estado (tanto central como autonómico) podría hacer obtenido 2.100 millones de euros manteniendo el impuesto sobre el patrimonio, y 2.552 millones anulando la bajada del impuesto de sucesiones, y 2.500 millones revirtiendo la bajada de impuesto que se aprobó para las personas que ingresan más de 150.000 euros al año, y 5.300 millones eliminando la reducción de los impuestos de las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan sólo el 0.12% de todas las empresas) y/o 44.000 millones de euros anulando el fraude fiscal de las grandes fortunas y de las granes empresas citadas en la frase anterior y/o 6.900 millones de euros aplicando un impuesto finalista en Sanidad (como ha hecho Canadá) y/o 3.000 millones de euros gravando los beneficios bancarios (como ha aconsejado el FMI), y/o 1.000 millones haciendo pagar 5 euros más por cada pasajero que saliera de un aeropuerto español y(o casi 1.000 millones de euros pagando las multas de tráfico según el nivel de renta del infractor (como en Finlandia) y así un largo etcétera. Con estos fondos podría haberse creado empleo y con ello estimular el crecimiento del empleo, disminuyendo así el déficit. El que estas medidas no sean las que se tomen y en su lugar otras (recortes y más recortes) se impongan se debe a la creencia errónea de que el gasto público es el problema, y así estamos.

COMUNICADO DE ATTAC ESPAÑA

(ATTAC España, 24/06/2012)

ATTAC España ante la emergencia nacional:

Desde su mismo inicio ATTAC España ha denunciado el proceso de construcción de una Europa neoliberal a espaldas y contra los ciudadanos, gobernada con mano de hierro por los intereses de los ricos bajo la dirección impersonal de los llamados "mercados".

El catálogo de problemas que enfrentamos es intimidatorio.

1– Este próximo julio entra en funcionamiento el más perverso mecanismo de dictadura económica en Europa que garantice la irreversibilidad de las políticas antisociales, el conocido como MEDE y que asegura que las perdidas se socialicen mientras el casino especulativo sigue su juego perverso.

2– Por otro lado la UEM sigue siendo incapaz de garantizar en el area económica más poderosa del planeta derechos humanos como son la sanidad, la educación e incluso la alimentación.

3– Esta misma UE es uno de los mayores contribuyentes a la destrucción de las condiciones planetarias que  permiten la supervivencia de la especie y sigue estando entre los mayores productores y exportadores de instrumentos de destrucción que alimentan las guerras de rapiña en los países más pobres del planeta.

4– Los mismos autores de este desastre siguen dirigiendo a las sociedades pretendiendo que no existe otra forma de solucionar estos problemas que reincidir en las políticas  que nos han llevado al estado actual de emergencia en un ejercicio de desmemoria e incluso demencia que ralla en el comportamiento suicida.

Por ello desde ATTAC ESPAÑA nos negamos a aceptar como inevitable este estado actual de cosas y apelamos a los ciudadanos a enfrentar esta intolerable situación poniendo los valores humanos de la igualdad la solidaridad y la democracia por encima del lucro y el ansia de poder que nos llevan a un desastre de proporciones planetarias.

Otro mundo no solo es posible sino que es deseable y completamente necesario, trabajemos juntos por llevarlo a cabo.

EL PROBLEMA NO SON LOS MERCADOS FINANCIEROS

(Publico.es, 11/06/2012)

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Este artículo critica la concepción generalizada que sostienen amplios sectores de los círculos tanto conservadores como progresistas, que asumen que la causa de la permanencia de la crisis en España se debe a la falta de confianza que España genera en los mercados financieros. El artículo señala que no son los mercados financieros sino la estructura institucional del sistema de gobierno del euro la que lleva inevitablemente a la situación en la que se encuentra España.

Una de las conceptualizaciones de la realidad económica que está más generalizada en la cultura mediática y política del país, incluyendo en amplios sectores de las izquierdas, es la de dividir el panorama político existente hoy en el mundo entre las derechas, a las cuales se les asume estar a favor de los mercados y en contra de las intervenciones de los Estados, y las izquierdas, que están más a favor del Estado y de su intervencionismo que a favor de los mercados. Según tal interpretación, el punto divisorio del espectro político es cómo las fuerzas políticas perciben al Estado. Las derechas ven al Estado, como decía el presidente Reagan, el gurú político de los neoliberales, como "el problema", mientras que las izquierdas lo ven como "la solución".

Este análisis de la realidad aparece ahora en la versión de la crisis percibida por amplios sectores de las izquierdas, que la ven causada por los mercados financieros. Así, autor tras autor subrayan la centralidad de los mercados financieros como los responsables de la situación actual. En realidad, existe casi un consenso entre autores de derecha y autores de izquierda, que tales mercados financieros son los que configuran el orden internacional. La única diferencia entre ellos es que mientras los primeros, las derechas, lo celebran (atribuyéndoles haber traído un gran progreso al mundo en los últimos quince años), los segundos, las izquierdas, lo lamentan (considerándoles responsables de la crisis). Pero por lo demás, los dos espectros políticos –derechas e izquierdas- parecen coincidir: los nuevos amos del mundo son los mercados financieros. En esta interpretación, los Estados casi han desaparecido. Y el intento de las izquierdas es ahora recuperarlo.

El problema con tal consenso es que es profundamente erróneo. Y es fácil de demostrarlo. Comencemos por lo que pasó durante el gobierno Reagan de EEUU, supuestamente el gobierno más neoliberal que aquel Estado haya tenido, aunque los datos muestran una situación muy diferente. En realidad, la Administración Reagan fue una de las más intervencionistas que EEUU haya tenido. El gasto público del gobierno federal aumentó considerablemente (a través, predominantemente, del gasto militar) y los impuestos (aunque bajaron para el 10% de renta superior del país) subieron para la gran mayoría de la población, siendo tal gobierno el que subió los impuestos de manera más acentuada en tiempos de paz en aquel país. Tales datos hablan por sí mismos. La Administración Reagan fue claramente intervencionista, aumentando considerablemente su sector público. Disminuyó el gasto público social, pero aumentó muy espectacularmente el gasto militar (como bien dijo el Secretario de Defensa, Caspar W. Weinberger, EEUU desarrolló la política industrial más avanzada de los países de la OCDE, a través de la inversión militar). Además bajó los impuestos de los ricos y de los súper ricos, pero los subió a todos los demás.

Las instituciones públicas del establishment europeo
Otro ejemplo es la crisis actual. Los Estados han gastado como nunca antes lo habían hecho a fin de salvar a la banca, tanto en EEUU como en la UE. Desde diciembre, el Banco Central Europeo, el BCE, se ha gastado la friolera cantidad de un billón de euros públicos ayudando a la banca (la mitad de ello a los bancos españoles e italianos). El BCE es Estado, es decir, es una autoridad pública, que es a la vez la que determina los intereses de la deuda pública. Estos intereses no los determinan los mercados financieros (repito, no los determinan los mercados financieros), sino el BCE. Cuando no compra la deuda pública, los intereses suben y cuando la compra, bajan. El BCE tiene el poder de controlar los intereses de la deuda pública. El hecho de que los intereses de tal deuda se hayan disparado no tiene nada que ver (repito, nada que ver) ni con el tamaño del déficit ni con el de la deuda pública, sino con el hecho de que el BCE no ha comprado desde hace ya tres meses deuda pública, y no la ha comprado a fin de forzar al gobierno español a "hacer los deberes" que son, según el BCE, la reducción de la protección social y de los salarios, siguiendo el proceso que mi amigo Noam Chomsky ha definido correctamente como la guerra de clases unidireccional del capital (hegemonizado por el capital financiero) contra el mundo del trabajo.

Hoy, el sistema financiero europeo está centrado en el capital financiero alemán, que se está beneficiando enormemente de la situación actual. Estamos viendo un flujo de capitales de la periferia (de los países llamados en los círculos anglosajones como GIPSI -Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia-) hacia el centro, que está descapitalizando la economía de estos últimos. Sólo en los últimos tres meses, 98.000 millones de euros han dejado España (equivalente a un 9% del PIB español), buscando lugares mas seguros (Financial Times – 06.01.12). Entre ellos está Alemania, cuyos bonos públicos del Estado se consideran segurísimos (con lo cual los bonos a diez años pagan unos intereses bajísimos de 1,56%). Existe una acumulación de capital en Alemania a costa de la descapitalización de los países GIPSI. Y todo ello se realiza a través de las políticas que la troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) está imponiendo a los Estados, sin que haya existido ningún mandato popular para ello. (No es sorprendente, pues, que en la última encuesta Pew Global Attitudes sobre como la población de varios países de la UE valora la creación de la Eurozona, sólo en Alemania la mayoría de la población aprueba tal integración económica. En los países GIPSI la desaprobación es generalizada. Financial Times. 06.01.12).

Las políticas públicas del establishment europeo
Esta situación está contribuyendo también a una grave crisis del sistema bancario periférico (estimulado en España por el colapso de Bankia). De ahí que la troika esté ahora presionando para que se transfieran fondos del European Stability Mechanism –ESM- (que, por cierto, no ha sido todavía aprobado por los 17 países de la Eurozona, destinados en principio a apoyar a los Estados en situación difícil) a fin de ayudar a la banca, añadiéndose así más fondos de ayuda pública a estas instituciones bancarias. (En España, hasta este momento, la ayuda pública a la banca alcanza una cantidad equivalente al 10% del PIB español, ayuda que no ha significado el mejoramiento en la disponibilidad del crédito, una de las razones sociales de su existencia). Y aunque las izquierdas gobernantes en la UE han contribuido a esta situación (los gobiernos del canciller Schröder y el Primer Ministro Blair jugaron un papel clave en desarrollar este sistema de intervención pública para ayudar a la banca), han sido las derechas (Merkel-Sarkozy-Rajoy) las que han acentuado todavía más el intervencionismo público para favorecer intereses financieros particulares.

Todos estos datos muestran que el debate no debería ser sobre si Estado o no Estado, sino sobre el tipo de intervención del Estado y para el beneficio de quienes son estas intervenciones del Estado.

Hay que entender que hoy los Estados continúan jugando el papel clave en la configuración de la crisis. El Estado alemán, instrumento del capital financiero, está configurando, con la ayuda de los Estados periféricos (instrumentalizados por intereses financieros locales) cambios orientados hacia transformar la Europa Social en la Europa Neoliberal. Hablar de los mercados es un escapismo que pone el centro de la atención en los síntomas en lugar de las causas de la crisis actual, la guerra de clases unilateral. No es sólo la burguesía en contra de la clases trabajadora (aunque este conflicto continúa existiendo) sino el dominio por parte de una minoría (el capital, centrado en el capital financiero, en contra de la gran mayoría de la población). Y las minorías están entrelazadas en lo que Jeff Faux, el fundador del Economic Policy Institute de Washington, llamó en su día la alianza de las clases dominantes a nivel internacional. El problema es que tal alianza existe entre las élites gobernantes, pero no entre las clases populares.

Artículo publicado en el diario digital El Plural

Río+20: LA ESPERANZA EN LA SOCIEDAD CIVIL Y NO EN LA CLASE POLÍTICA

(3500 Millones, 23/06/2012)

Este es el último artículo de la sere que ha firmado nuestra corresponsal en la cumbre de RIO+20, Isabel Ortigosa, de www.inspiraction.org
Future

Río de Janeiro tiene hoy sabor a decepción. Aunque los esfuerzos diplomáticos de unos y de otros tratan de vender el acuerdo final como el único posible, afirmando que un acuerdo de mínimos es mejor que ningún acuerdo, pocos parecen creerlo. 

Se estima que unas 50.000 personas, entre ellas más de 100 jefes de Estado y de gobierno, han participado en Río+20. Una ciudad paralizada para la cumbre, con las reservas hoteleras bloqueadas desde hace semanas. En Riocentro, sede de la Conferencia oficial, más de 100.000 metros cuadrados alojaron 17 restaurantes, 14 salas de conferencias y un salón para las plenarias con capacidad para 2.500 personas. 350 autobuses transladaron diariamente a delegados y observadores hasta la Cumbre. Decenas de notas de prensa, reuniones hasta la madrugada, un ir y venir de rumores, casi 300 párrafos en el texto. Y al final, muy poco de lo que esperábamos .

Connie Hedegaard, comisaria de Acción por el Clima, lo dejó claro : . "a nadie le hace feliz la declaración final. El texto es débil, y todo el mundo lo sabe". Los líderes reunidos en Río han mostrado una vez más su incapacidad para tomar las decisiones ambiciosas que los pueblos del mundo reclamaban y que el planeta necesita con urgencia.

Conscientes de ello, los representantes de la sociedad civil invitados a participar en los debates anunciaron en una nota que no apoyan la declaración final bautizada de "El Futuro que Queremos". « Hacemos un llamado a la equidad entre generaciones, y la equidad entre los seres humanos y la naturaleza. Para ello tenemos que volver a la toma de decisiones individuales y sociales basadas en la equidad y en los factores ecológicos y no simplemente en factores monetarios. El Futuro que Queremos implica la urgencia necesaria para revertir las crisis social, ambiental y económica, y no su postergación. Implica cooperación y sintonía con la sociedad y sus anhelos, y no sólo con las cómodas posiciones de los gobiernos", afirma el texto.

Sin embargo, no todo está perdido. Río+20 ha supuesto también una magnífica oportunidad para la sociedad civil, que durante una semana ha podido debatir, acercar posturas y fortalecer el movimiento de resistencia frente a la instrumentalización de conceptos como la economía verde. Nos vamos de Río decepcionados con nuestros políticos, que una vez más no han estado a la altura, pero esperanzados por la fuerza y la unión demostrada por los movimientos sociales reunidos en la Cumbre de los Pueblos.

EL DOCTORADO DE SOCIOLOGÍA PARA EL SR. MINISTRO DEL INTERIOR

(ATTAC España, 21/06/2012)

Enric Pastor – ATTAC País Valenciá

El Sr. Ministro del Interior ha desgranado, en una conferencia celebrada en Barcelona(1), sus ideas sobre la paz ciudadana en una alocución de título sugerente: "Violencia urbana: la intolerancia como expresión".

Falta hacía que el sr. ministro se explicara. En los últimos tiempos los únicos que lo hacían -y de forma contundente- eran sus subordinados, enzarzados en una terrible guerra contra enemigos emboscados entre la ciudadanía bienpensante que hacían que sus contundentes argumentos fueran explicados democráticamente, vamos, que no miraban a quien le tocaba recibir esos argumentos.

Seguramente el sr. ministro conocerá la anécdota de aquel obispo francés que, en la guerra contra los hugonotes, fue preguntado por el jefe del ejército sobre cómo distinguirían entre aquellos y los buenos cristianos que pudieran haber en esa población, para matarlos o no. La respuesta del obispo fue clarificadora: "Matadlos a todos, que el señor ya los sabrá reconocer cuando toquen a la puerta del cielo".

La profunda enjundia y el fino análisis sociológico que en esas escasas cuatro páginas se encierran, hacen innecesario una mayor glosa. Es suficiente con leer las palabras del propio ministro para comprender perfectamente lo ajustado de sus razonamientos y la justeza de las actuaciones de sus subordinados.

Glosemos algunos de sus párrafos:

- "Quiero hablar de la actualidad de la violencia pero desde un otro ángulo yendo a sus raíces culturales, antropológicas y sociológicas."

La entrada es prometedora y sugerente.

- "Juan Bosco animaba con estas palabras a la burguesía catalana a prevenir la violencia juvenil construyendo escuelas: <<Piense usted que el dinero que ahora no invertimos en educación nos lo reclamará luego el joven con un arma en la mano>>."

Sugerimos al ministro del Interior que le pase el texto a su colega de Educación

- [Sobre la violencia] "Hay cierto consenso sobre  el hecho de que nos encontramos delante de una cuestión básicamente cultural [...] en la pirámide de necesidades fisiológicas de Maslow, la seguridad ocupa un lugar preferente. El ser humano necesita de un contexto de relaciones humanas pacíficas en el que construir su personalidad."

¡Vaya!, aquí estoy de acuerdo con el tal Maslow(2) y, claro, con el sr. ministro, en que -como dice Maslow- la seguridad "del cuerpo, el trabajo, los recursos, la moralidad, la familia, la salud y la propiedad" son importantes. Comuníqueselo al sr. ministro de trabajo y recuérdele los millones de parados.

- "…La preocupación por la seguridad en todo el mundo se ha convertido en una obsesión por ese mismo tema. Calles privadas, casas acorazadas, vehículos blindados, escoltas personales o armas por doquier, incluso instrumentos represivos máximos como la pena capital, no lograr detener la espiral de la violencia porque sus causas no son instrumentales sino personales y sociales."

¡Bien, bien!, veo que el sr. ministro va entendiendo el tema

- [En algunos medios de comunicación] "Un grito, un puñetazo, un disparo o una guerra son presentadas como maneras naturales de resolver las diferencias entre las personas, que aparecen como naturalmente violentas. Tal es la antropología que subyace bajo muchas películas, series de televisión, vídeo juegos e, incluso, dibujos animados."

Ya decía alguien que en Caperucita Roja subyacía una apología de la violencia. Por cierto, éste es el procedimiento usado por sus subordinados para "resolver las diferencias", ¿no?

- "A esa perversa concepción de la persona cabe añadir la base social que aportan las situaciones de injusticia social, basadas en la falta de oportunidades o en la poca distribución de la riqueza."

¡Ejem!,¿decía usted?…

- "Cabe añadir la difusión de un modelo cultural basado en la confusión entre tolerancia y permisividad, así como en la maximización de los derechos y la ocultación de las responsabilidades [...] desde los hechos de mayo del 68, donde se ha optado por ser tolerante con los intolerantes, queriendo extrapolar el concepto de igualdad legal a una eventual igualdad en los roles."

¡Ya vamos llegando al meollo de la cuestión!

- "Un grafiti, por ejemplo, representa una forma elemental de violencia, pues intenta imponer mensajes en el espacio público."

¡Ya era hora!. Pongamos en cintura a la Coca-Cola, El Corte Inglés, Iberdrola, etc., por "imponer mensajes en el espacio público". Bien, sr. ministro, me convence usted.

- "El incivismo, como actitud social, aparece como expresión habitual de lo expuesto: incendios forestales provocados, ruptura de material urbano, verter suciedad en las calles, fumar en espacios no permitidos, las campañas de impagos en peajes, agredir verbalmente a las personas, romper bancos o coches, quemar símbolos políticos, profanar símbolos religiosos…"

Su claridad de ideas es proverbial. ¡Qué fino análisis!. Cómo sabe separar "las churras de las merinas" poniendo a algunos grupos antisociales, como los fumadores, junto con los publicistas y los graffitteros, los que no pagan los peajes, queman banderas o bosques, etc.

- "Existe un sistema educativo alternativo y aplicado al desorden público, en el que se intenta presentar como violentos e incívicos precisamente a los agentes del orden público."

¡Diga usted que sí! Yo he visto como una señora, aparentemente pacífica y de edad impropia para esas cosas, agredir con su vientre a la bota de un pacífico policía antidisturbios. ¡Dónde iremos a parar!

- "En este mismo contexto deberían situarse algunos de los piquetes sindicales, cuyo papel informativo parece innecesario en la actual cultura de la sobreinformación."

Es más, digo yo, si saben que "no van a sacar ná en limpio", ¿a santo de qué hacen huelgas?. Es lo que se decía en tiempos de Franco y Fraga de ministro: "Más ver la tele y menos viajar"
Es el mundo al revés, donde los anti-sistema que viven del sistema se apoderan del espacio público. Estamos frente a una real y constante apropiación indebida, que provoca una pérdida de confianza del ciudadano normal en las instituciones que costea para garantizarle una calidad de vida digna.

¡Claro!, es por culpa de esos anti-sistema que se gasta más de lo que se debiera en policía y ejército y menos en maestros y médicos. Si ya decía yo…

- "Debemos revisar el sistema de penas [...] Se han destinado y se destinan grandes recursos a prevención y rehabilitación. Deberemos evaluar sus ratios de efectividad y replantearnos en base a sus resultados…"

Lo que decía yo antes. Si es que tiene más razón que un santo, sr. ministro. ¡Mano dura!

- "Una sociedad segura es aquella en la que el miedo a la violencia ha desaparecido, porque las personas y los colectivos han encontrado otras formas de expresar su descontento o, aún más, porque ha desaparecido ese descontento. Sólo en un contexto de verdadera justicia, como aseguraba el papa Juan XXIII en su encíclica 'Pacem in terris', podrá surgir la auténtica paz."

A que va a ser que las cosas pasan porque la gente no tiene "otras formas de expresar su descontento". O sea, ¿que usted entiende que no hay "otras formas" ahora y aquí?. Yo creía -ingenuo de mi- que la democracia era eso y que estábamos en un régimen democrático, ahora que, si usted entiende que lo que pasa es que no hay seguridad por la falta de canales para expresar el descontento, ¿para qué existe la política, los políticos, los parlamentos, los sindicatos y toda la retahila? Porque la policía ya sabemos para lo que sirve, según usted: para cuando fallan esas otras formas. ¡Pues estoy hecho un lío!.  Y al Juan XIII ese ni me lo miente. ¡Menudo rojeras de Papa!

- "La violencia es pues una disfunción social, algo anómalo a nuestra sociedad y algo ajeno a nuestra cultura. Promover una nueva cultura de la seguridad, basada en la prevención y en la responsabilidad, es hoy en día un reto fundamental."

Pues me deja usted tranquilo. Haga una tesis doctoral con estos mimbres y rebata a indocumentados como el Sr. Luís Rojas Marcos. Incluya entre esos disfuncionales sociales a los militares, los dictadores rabiosos(aquí tuvimos uno hace no mucho, ¿sabe?), algunos policías (no tooodos, claaaro) y a algunos ministros del interior y sus mandos que ven en los ciudadanos expresando su opinión por uno de los medios democráticos -el derecho de manifestación- como enemigos.

Por cierto, sr. ministro, ¿le suenan de algo los derechos democráticos que hay en SU constitución (reformada "bajo mano")?
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Notas:(1) http://www.interior.gob.es/press/jorge-fernandez-diaz-ha-pronunciado-en-el-foro-tribuna-barcelona-la-conferencia-violencia-urbana-la-intolerancia-como-expresion-13934 (2) http://en.wikipedia.org/wiki/File:Maslow%27s_Hierarchy_of_Needs.svg