EL TRATADO DE LISBOA, LA REFORMA GOLPISTA Y EL REFERÉMDUM NECESARIO

(Punts de Vista, 23/08/11)


En Octubre del 2010 el Consejo Europeo, (formado por los jefes de Estado y Gobierno de los 27 países que forman la UE) aprobó una reforma descafeinada del Tratado de Lisboa que significaba de hecho los principios generales de una importante reforma fiscal y económica desde la llegada del euro, en 1999. El Consejo defraudó las expectativas de la Comisión y el BCE que querían un mecanismo de sanciones automáticas para los países que incumplieran el Pacto de Estabilidad. Lo que la Comisión y el BCE pretendían era establecer un mecanismo de sanciones Estado por Estado, endureciendo los procedimientos y propuestas para los desequilibrios que se consideran "excesivos" para los talibanes del neoliberalismo.

El año pasado se habló incluso de que los 27 debían establecer sanciones para los países que mostrasen una deriva presupuestaria "poco saludable" aunque no hubieran superado los límites de déficit y deuda (establecidos en el 3% y el 60% del PIB, respectivamente). Lo que entonces no dijeron todavía (aunque al parecer Rajoy ya se había adelantado) es que figurara en las respectivas Constituciones de cada país las normas draconianas que entronizan una arbitraria relación de la DEUDA con el PIB, o la utilización del déficit presupuestario (que no es más que un instrumento más de política económica) a TOTEM intocable del comportamiento económico, en lugar de atender a la población, y satisfacer sus nececidades y sus derechos (como el empleo, la educación, la salud, la vivienda, etc.) como objetivos fundamentales de las políticas económicas.

Por tanto, la propuesta de hoy de Zapatero al Parlamento no es el traslado de un empecinamiento repentino de Merkel y Sarkozy. Forma parte del núcleo duro de la política neoliberal de la U.E. que ya intentaron imponer de manera constitucional con el primer Tratado de Lisboa y que –por desgracia, sólo temporalmente– tanto el pueblo francés como el irlandés mandaron a la basura de la historia con la victoria del NO en sus respectivos referéndums, mientras la mayoría del Parlamento español bendecía el texto propuesto por Bruselas con ratificaciones entusiastas, el voto negativo de ERC, el BNG e Izquierda Unida y la abstención, que nunca entenderé de ICV y Nafarroa Bai. Aquel NO tan minoritario cuando se estaba decidiendo vivir en una Europa amurallada, en conflicto constante por el incremento de las desigualdades, o una UE más democrática y social, fue demasiado débil para que pasado poco tiempo no decidieran empeorar todavía más las cosas (Y que CiU no silbe y disimule, que es co-partícipe de la primera votación y comparte las políticas antisociales que representa el Tratado de Lisboa). 

Y hoy –porque las debilidades ideológicas y de unión de las izquierdas siempre se pagan– Rodríguez Zapatero ha planteado –de nuevo sin referéndum– inscribir los dogmas sacros del fundamentalismo neoliberal en nuestra Constitución.

Naturalmente, no estoy de acuerdo con la propuesta de reformar la Constitución e introducir un límite al déficit público, pero recuerdo que la propuesta no parte de cero, y que el Parlamento español ya abrió la puerta a estas políticas al votar el Tratado de Lisboa. Por tanto, lo que se ha hecho es una continuación del golpe de estado económico que supuso en su momento la firma del Tratado de Lisboa que tampoco se quiso someter ni a discusión pública, ni a referéndum.

Pero quisiera establecer una señal de alarma adicional: he creído advertir, en más de un autor, una relación mecánica que me preocupa todavía más. Como ya expresé en otra entrada, quisiera alertar sobre la relación mecánica que se establece entre la reducción del déficit y el laminado de los estados del bienestar. No creo que debamos abonar, en manera alguna, la "obligación" mecánica de desmantelarlos ni para reducir el déficit ni para asumir el servicio de la deuda. Como expresé hace días, la reducción del Estado del Bienestar forma parte de la gran rapiña, del gran Saqueo del que nos habla Naomi Klein, y los Gobiernos que incurren en déficit o han visto crecer su Deuda Pública (obligados por el saqueo de las instituciones financieras) podrían aumentar sus ingresos con impuestos progresivos o reducir otros gastos antes que destruir los servicios sociales, de enseñanza o de salud. También Susan George nos alertó contra las políticas de austeridad… ¡imaginen el desastre si nosotros mismos nos las creemos y las tenemos impuestas por vía Constitucional!

A lo que estamos asistiendo es a otro acto más de avaricia especuladora, de desviación de las políticas al servicio de la mayoría de la población, para ponerlas a los pies de unas minorías cada vez más escandalosamente ricas y poderosas. Conviene una urgente movilización en contra de este segundo acto del golpe neoliberal. Por ello, todas las iniciativas sirven, y también (con las salvedades que he indicado anteriormente) la recogida de firmas iniciada por Vicenç Navarro exigiendo un referéndum antes de cualquier reforma de la Constitución.

Han hablado también del tema Rosa Maria Artal, Viramundeando, El observador sarcástico, Agua Va! y Miguel A. Peña. Precisamente en uno de ellos he encontrado la viñeta del margen.

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