OTRO AJUSTE ES POSIBLE

(Vozpopuli, 03/01/2012)

Juan Laborda 

Para poder exigir sacrificios a la ciudadanía lo primero que hay que hacer es un buen diagnóstico de la actual crisis económica. La economía como ciencia social admite distintas interpretaciones, muy condicionadas por prejuicios ideológicos. Ni el anterior gobierno del PSOE ni el actual del PP, desde mi análisis, han entendido la naturaleza sistémica de la actual deriva económica. Por lo tanto sus recetas al final acaban fracasando y agudizando el problema, es decir, intensificando la recesión económica.

Está dinámica no es específica de España, afecta a la mayoría de economías desarrolladas. Refleja en última instancia un vacio intelectual porque en realidad lo que ha quebrado es el soporte ideológico que alimentaba la dinámica económica, política y social de la clase dominante. Estos procesos se suelen dar en períodos históricos que coinciden con una ruptura del sistema dominante.

Bajo este análisis, la crisis actual no puede ser superada mediante reformas, ajustes, o un mayor control de las operaciones financieras. Los vínculos entre economía y sociedad han saltado por los aires, y, al final, será necesario recomponer las instituciones sociales para que de nuevo estén al servicio de los ciudadanos.

Fin del actual modelo económico
El modelo económico dominante se ha agotado. En España las rentas del factor trabajo se encuentran en mínimos históricos en relación a las del capital, y, lo peor de todo, hoy en día trabajar no garantiza abandonar la pobreza y la exclusión social. Las familias y las empresas no financieras presentan unos niveles de deuda que en muchos casos no podrán devolver. El sistema financiero está zombi, presenta problemas de liquidez, solvencia, y financiación.

La primera condición necesaria, aunque no suficiente, para que la economía española pueda en el medio plazo volver a crecer y generar empleo es que el poder público tome el control de la mayoría del sistema bancario, reduciendo de manera notoria el tamaño de sus balances. La banca se ha convertido en un verdadero agujero negro que succiona la liquidez global sin garantizar en última instancia su solvencia. Se podría hacer mediante la nacionalización u otros métodos. Además será necesaria, de manera paralela, una reestructuración de la deuda privada.

Imposición fiscal: ¿sociedades, grandes patrimonios?
Las reformas tributarias de gobiernos populares y socialistas en el período 2003-2008 implicaron una pérdida potencial de recaudación por valor de 18.000 millones de euros, aproximadamente un 1,6% del PIB. Estas bajadas impositivas no generaron crecimiento económico, sino que incentivaron aún más las operaciones inmobiliarias, que cebaron el consumo e inversión vía endeudamientos privados descomunales. España, consecuencia de esas reformas tributarias se desarmó fiscalmente; recauda poco y mal y ello, en los tiempos que corren es gravísimo. Si se dispusiera de ingresos fiscales más acordes a los de nuestro entorno europeo, no sería necesario semejante proceso de contracción del gasto público, que además de reducir más el crecimiento económico, impide cualquier cambio o salto a otro modelo de crecimiento más equilibrado.

Los aumentos de impuestos que se aprobaron en Consejo de Ministros de este viernes, y que no serán temporales, sólo se han centrado en el IRPF, tanto en los rendimientos del trabajo como del capital. Al no ir acompañados de un aumento del tipo efectivo de las grandes corporaciones, o de un gravamen a los grandes patrimonios, como en Francia, la cacareada progresividad no es tal. Afecta básicamente a la clase media, a la cual a su vez se le pide recortes salariales. La renta disponible de las familias, vía salarios e impuestos, caerá fuertemente, y por lo tanto no podrán reducir deuda. Blanco y en botella: el consumo privado se hundirá en 2012.

Además de hacer frente al brutal fraude fiscal, que se aproxima a los 100.000 millones, se debería abordar una clara reforma en el impuesto de sociedades, donde las continuas exenciones y deducciones que los distintos lobbies conseguían de los diferentes gobiernos de turno se establecían para quedarse. Es necesario eliminar todas y cada una de esas deducciones, especialmente cuando las grandes empresas de este país apenas aportan un millón de trabajadores, y sus tipos impositivos reales en muchos casos no llegan ni al 10%.

Salario mínimo, inversión en educación y bienestar
A principios de 2010 tuve la oportunidad de escuchar a Mogens Lykketoft, ex Ministro de Finanzas y de Asuntos Exteriores de Dinamarca, un tipo cercano, campechano, de fiar. Explicaba en España el modelo danés de reforma laboral, quizás el más exitoso de todos. Lykketoft recalcó hasta la saciedad la importancia de en toda reforma laboral compensar a aquellos que más van a perder, los trabajadores, especialmente a los grupos de renta baja. ¿Cómo? Mediante un salario mínimo alto, 1500 euros, y una fuerte inversión pública en educación y bienestar.

En el país nórdico el Estado juega un papel muy activo vía inversión en educación y bienestar. También en protección social: se otorgan ayudas públicas a las familias para promover las guarderías y las residencias de ancianos. En la España de Mariano Rajoy, como en la de Zapatero previamente, ni un atisbo de ello, ni están y ni se les espera.

Contracción del gasto público y recesión económica
Para completar el panorama tanto el gobierno actual como el anterior implementan un duro recorte de gastos. Ya no sólo son meros recortes salariales a funcionarios, o un nuevo frenazo en la inversión pública, sino que afectan a partidas tan sensibles como la investigación y desarrollo. La contracción del gasto público acelera la recesión.

La reducción del déficit público se puede hacer cuando el sector privado está bien y tiene acceso al crédito. Pero el sector privado está mal, el dinero no corre y, si la cosa sigue igual, la crisis se resolverá como la japonesa de finales de los años ochenta: con una depresión de aúpa que se prolongará más de lo necesario. Ya no es descabellado, el PIB de nuestro país perfectamente podría caer en 2012 más de un 2%.

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