¿PARA ESTO SIRVEN MIS IMPUESTOS?

(3500 Millones, 30/09/2012)


Rajoy

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La pasada semana el Conseller de Justicia y Bienestar Social de la Generalitat Valenciana, Jorge Cabré, convocó a los medios de comunicación para anunciar la eliminación de los programas de cooperación internacional de su departamento (14 millones de euros en 2012), y se escudó para ello en el incremento de la pobreza local: la Comunitat no puede "seguir exportando tanta solidaridad. (…) Estamos como estamos y gobernar es tomar decisiones, y a veces complicadas".

Lamentablemente, el Conseller no tuvo oportunidad de explicarnos en detalle la "complicación" de esas decisiones. Quizás podría aclarar, por ejemplo, por qué su Gobierno prevé ampliar el palacio de Congresos de Valencia por un coste de más de 20 millones de euros, cuando la ciudad tiene ya 200.000 m2 dedicados a esta actividad, para los que no existe demanda suficiente. Tampoco tuvo tiempo para referirse a los 15 millones de euros que han pagado al arquitecto Calatrava por los planos de unas torres que nunca se construirán. Ni a los 150 millones que ya se han gastado en el nuevo Estadio de Mestalla, en una operación que ahora está paralizada. Ni al Open de Tenis, ni a la vela, ni al rosario de despropósitos que explican por qué "estamos como estamos".

Lo que ha ocurrido en Valencia ilustra a la perfección la impudicia que rodea la gestión de la crisis y la trampa de los presupuestos que fueron presentados al Congreso el pasado sábado: atajar el déficit destruyendo la solidaridad nacional e internacional es muy doloroso, dicen, pero no tenemos alternativa. Y eso, sencillamente, no es cierto. Mientras la Agencia Española de Cooperación es condenada a la irrelevancia (270 millones de euros, una caída del 70% en dos años) y los recursos municipales contra la pobreza son reducidos nada menos que un 40% (de 50 a 30 millones), el Gobierno aprobaba hace pocos días un crédito extraordinario de 1.728 millones de euros para la compra de armamento. (Ver aquí la espléndida carta de Jaime Atienza al respecto, publicada ayer en este periódico.)

Por supuesto que el incremento de los gastos de defensa corresponden a compromisos adquiridos. Solo faltaba que el Estado asumiese nuevas deudas para comprar artilugios de guerra. La pregunta es por qué son honrados los compromisos con las empresas de armamento y no los que el Estado ha establecido con las poblaciones más pobres dentro y fuera de España. ¿Por qué debemos aceptar la palabra del Ministro Morenés cuando nos dice que estos millones contribuirá a "la creación de riqueza y seguridad para España"? ¿Qué hay de la "seguridad" del millón largo de personas que, según Cáritas, pasa hambre en nuestro país? ¿Y la de los 150.000 inmigrantes que se quedan sin sanidad? ¿Por qué debemos permitir que cientos de ONG desaparezcan o queden exhaustas precisamente cuando las cifras de exclusión social se disparan? ¿Por qué se niega el Gobierno a desarrollar alternativas reales de ingreso como la Tasa a las Transacciones Financieras o los impuestos a las grandes fortunas? 

Y se extrañan de que la gente proteste ante un Congreso que se niega a contestar cualquiera de estas preguntas… Lo extraño es que no estemos presenciando un verdadero estallido social, porque estos presupuestos –como esta democracia- traicionan a la moral y a la inteligencia. No solo son los presupuestos de una economía más pobre, sino que reflejan una sociedad peor: aquella que en los momentos difíciles elige dar la espalda a quienes más sufren. Yo no me identifico con esa sociedad y estoy seguro de que ustedes tampoco.

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