(Globedia, 26/10/2012)
Hay días en las que uno siente que su vaso ya rebosa y no aguanta una gota más. Hay días en las que uno repasa los periódicos digitales y, además de comprobar cómo están viciados por la noticia-espectáculo (en su forman o en su fondo) para atraer visitantes, también ve la cantidad de canallas que masacran este mundo.
Hay días en los que un hombre que se suicida en Granada o una patera llena de cadáveres son sólo la punta del iceberg. Por debajo, la corrupción política, el récord de paro en España avalado por una infame reforma laboral, las risas de unos ministros mientras toda la oposición rechaza los presupuestos que el Gobierno impone sin corregir un ápice... y mucho más.
Por debajo de esa punta del iceberg, el mercado como figura hegemónica con la aprobación de la derecha y de la supuesta izquierda, que en su etapa como Gobierno desde los 80 ha sentado las bases para ello. Asistimos, gracias a ellos (la derecha lo hace abiertamente, la izquierda enmascarada), a una mayor concentración de la riqueza en pocas manos y una mayor distribución de la pobreza. Y para sostenerlo, el poder cambia la política por la policía y criminaliza a quien denuncia los hechos.
Por todo eso, el 15-M es importante y, de hecho, el Gobierno debería estarle agradecido. Este movimiento social, basado en principios de solidaridad, se ha marcado el objetivo de revertir la situación por la vía pacífica, a través de las palabras, de la información a la ciudadanía. Esa ciudadanía que nuestros gobernantes tan sólo ve como clientes o mano de obra y, una vez cada cuatro años, como votantes. El 15-M, en cambio, la ve como personas, como seres humanos que tienen derecho a pensar y a reaccionar cuando conocen la realidad de las cosas, no lo que nos cuentan los de arriba con sus mentiras y sus eufemismos, capaces de justificar una guerra preventiva o la sobreexplotación de personas y recursos naturales.
El 15-M y el resto de movimientos sociales que orbitan en torno suyo han logrado unificar a todos aquellos que se sienten anti-sistema, esto es, que no están dispuestos a seguir con este modelo de mundo. Y ha tenido este poder aglutinador porque ha creado una corriente y eso, tras un año y medio de vida, sólo es posible si sus palabras resultan profundamente creíbles. Y lo son. Y rechazan la violencia -y por ésto el Gobierno debería estarle agradecido- y su uso contra la propia violencia del poder.
En España no hay una verdadera democracia: quien
gobierna llegó al poder con mentiras, legisla imponiendo, sin consenso y
ningunea al Congreso que ha perdido toda utilidad porque, con su
mayoría absoluta, el PP ni siquiera escucha al resto de partidos
políticos. Quien gobierna cambia leyes para hacer al pueblo menos
participativo, para extender el miedo, el terror en la población y
convierte a la televisión pública en la televisión del régimen. Y ante
todo eso, el 15-M sigue pacífico y extendiendo su espíritu de cambio
pacífico.
Si no fuera por el 15-M, el activismo de
guerrilla, ese que este Gobierno -incluso la Corona- están provocando
con sus necedades, sería ya una realidad. La violencia se habría
instalado en las calles, no sólo por parte de la policía oficialista,
sino también por la ciudadanía. Pero no ha sido así, porque aún hay
esperanzas de recuperar el espacio del que se ha apropiado esa élite
económica que usa a políticos como marionetas, esos millonarios y grupos
de poder que pretenden seducirnos con limosnas millonarias a
organizaciones benéficas con dinero sucio, obtenido de la explotación y
la precariedad.
Afortunadamente,
el 15-M aún tiene ese efecto pacificador. No sé por cuánto tiempo más
podrá calmar los ánimos, puesto que los poderosos, lejos de retroceder
ni un milímetro en sus planteamientos, avanzan a golpe de porra y
decreto ley. En realidad, si la violencia llegara a las calles, no
serían los insurgentes los culpables, sino el propio Gobierno, que no
está a la altura de las circunstancias y ha provocado la situación. Hay
que revertir esta realidad, no es un cambio de hoy para mañana, pero
los primeros signos de cambio han de verse inmediatamente o ya ni el
15-M podrá contener los ánimos, la desesperación de los que ya no tienen
nada que perder.
El David de Miguel Ángel fue una realidad
cambiada. Ese prodigio de la escultura fue creado a partir de un pedazo
de mármol que otro artista había empezado a trabajar y Miguel Ángel,
aunque condicionado por la forma, fue capaz de crear la figura. Algo así
es lo que trata de hacer el 15-M porque, como decía el Subcomandante
Insurgente Marcos, "la idea también es un cincel... ¿alguien tiene a mano un martillo?" .
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