(Sistema digital, 14/2/2013)
José Félix Tezanos
En dos artículos anteriores he intentado analizar las consecuencias del espectacular declive e incluso del riesgo de colapso del PP y en paralelo las posibilidades que se le abren nuevamente al PSOE para organizar y vertebrar la esperanza –la salida que ahora se necesita- en la sociedad española. En cierta medida, ahora es como si todos los focos apuntaran al PSOE y se estuviera a la expectativa para ver si este partido puede dar la talla y desempeñar nuevamente el papel protagonista que podría y debería cumplir. Pero que no es seguro que pueda desempeñar de inmediato, debido al desgaste sufrido en los dos últimos años del Gobierno de Zapatero y a la exacerbación de las corrientes de la antipolítica.
Los
más nerviosos, fatalistas y agoreros no debieran perder de vista, no
obstante, que el PSOE aún tiene potencialidades importantes; y, por lo
tanto, no debe desaprovechar la demanda que existe para que alguien con
posibilidades y competencias lidere el cambio que millones de españoles
consideran acuciante.
En las circunstancias actuales, y ante el
estado de opinión desconfiado y distante que se ha ido extendiendo, ¿qué
tipo de liderazgo le convendría más al PSOE para recuperar la confianza
y organizar la esperanza?
Los más frívolos y superficiales
podrían decirnos –a veces dicen- que sería bueno contar con un líder
joven y agraciado, con una sonrisa cautivadora y una gran capacidad de
comunicación y empatía. Es decir, algo así como un galán de televisión. Y
si además es mujer –añaden algunos- miel sobre hojuelas. A lo cual se
une, en ocasiones, un nerviosismo extremo y casi obsesivo en la
reclamación permanente de nuevos líderes.
Más allá del riesgo de
transmitir una imagen de inestabilidad y de poca seriedad en un
cuestionamiento permanente de los líderes elegidos, si nos atenemos al
fondo de la cuestión, la verdad es que en circunstancias de crisis de
credibilidad, de graves incertidumbres económicas y de notable erosión
moral, cuesta trabajo saber si algunos hablan realmente en serio, o si
aún viven sumergidos en una burbuja de champán. Las cosas han cambiado
radicalmente y aún van a cambiar mucho más, y los que crean que todo se
puede arreglar con un poco de ‘glamour’ y una sonrisa ‘profidén’, o bien
están en las nubes, o bien son unos mercenarios al servicio de poderes e
intereses que lo que realmente quieren son partidos débiles, anodinos,
desprestigiados, inestables e intercambiables; hasta que el modelo
establecido ya no aguante más.
Lo que se necesita ahora
básicamente es generar confianza y seguridad en un proyecto alternativo,
bien trabado y estudiado. Cuando las cosas van mal y arrecia el
temporal, los ciudadanos quieren personas competentes, experimentadas y
fiables al timón. Por lo tanto, si quisiéramos dibujar la imagen ideal
de un liderazgo para el PSOE en estos momentos lo primero que habría que
pensar es en un perfil de alta competencia, inteligencia, fiabilidad y
rigor. A lo cual habría que unir una buena capacidad explicativa y
pedagógica, porque los ciudadanos ahora no se fían a priori, sino que
quieren entender y que se les explique bien lo que sucede y lo que se
puede o no se puede hacer.
En conexión con lo anterior, el
liderazgo que el PSOE necesita proyectar en estos momentos ha de
caracterizarse por su capacidad de empatía con los sectores sociales que
están sufriendo en mayor grado los afectos de la crisis, y por una
voluntad resuelta de ser veraces y defender netamente los intereses y
necesidades de estos sectores sociales. Lo cual supone un liderazgo con
autonomía de los grandes grupos de interés económico y comunicacional.
De ahí que el comportamiento de algunos de estos poderes pueda acabar
siendo un buen test para comprobar –y anticipar- si este requisito se da
o no se da.
Otro componente importante en la valoración del
liderazgo que actualmente se necesita es la capacidad para formar e
impulsar equipos competentes, lo más competentes y eficaces que resulte
factible sin poner en riesgo el requisito imprescindible de la cohesión y
la coherencia política. Algunos experimentos y ocurrencias del pasado
han dejado a muchos electores bastante escaldados. Por eso va a ser
necesario enfatizar debidamente este aspecto.
Finalmente –y aún
sin agotar el tema- en las circunstancias actuales de desprestigio de la
política y de alta sensibilización ante los problemas de corrupción, un
partido que aspire a recuperar la confianza perdida y aglutinar a
amplios sectores de opinión tiene que tener un líder de una honradez
totalmente probada y contrastada, sin que existan dudas ni sombras sobre
su verdadero propósito de realizar un servicio público, con altura de
miras, con voluntad integradora y con suficiente autoridad (también a
nivel interno del PSOE), en base a un proyecto de interés general.
Todo
esto nos remite a un liderazgo político de primera división, a personas
con verdadero fondo político, que no se pongan nerviosos, que no den
bandazos ni se dejen llevar por la improvisación ni el espíritu de
ocurrencia y que sean capaces de anteponer a sus filias y sus fobias el
interés general y la necesidad de unir voluntades. Es decir, lo que se
necesita ahora es ese tipo de liderazgo que se requiere para los
momentos difíciles. Un liderazgo que tarde o temprano pueda acabar
convenciendo y sumando voluntades. Y esto hoy en día no se hace con una
sonrisa ‘profidén’, sino con un trabajo sereno, constante y metódico. Y,
por supuesto, inteligente.
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