¿EXISTEN MERCADOS CON CONCIENCIA?

(3500 Millones, 20/02/2012)

DANIEL JIMÉNEZ - Redacción de Noticias Positivas

Captura de pantalla completa 20022012 170505
Foto de REAS Aragón durante la celebración de unas jornadas dedicadas a la economía solidaria y el mercado social

Todos los días nos desayunamos con algún tipo de noticia sobre los llamados "mercados", curioso eufemismo con el que en realidad nos estamos refiriendo a ese temible conglomerado de bancos, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos capaz de poner en jaque a la economía de cualquier país, o incluso a toda una Eurozona.

Tanto se habla de esos "mercados" que parece que no haya otra noción de mercado mejor pensada que la que nos ofrece este bendito sistema del capitalismo financiero, tan perfecto que siempre favorece a sus partidarios, incluso cuando está en crisis. Cierto es que en estos "mercados" no se compra ni se vende nada tangible, y que lo único que se hace allí es jugar con el dinero, esa cosa ficticia que al principio de los tiempos servía como instrumento para el intercambio de bienes y servicios, y que ahora se ha convertido en la piedra angular de una economía igualmente ficticia.

Sin embargo, aún existen románticos que consideran que el mercado debe parecerse menos al casino y más a la antigua plaza del pueblo. A ese viejo zoco donde se intercambiaban productos reales y tangibles y se encontraban las personas, esos seres vivos que a menudo no cuadran con los beneficios de los "mercados".

La Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) defiende con su proyecto del mercado social la recuperación del mercado como lugar de intercambio y encuentro. Esencialmente, el mercado social es una red de producción, distribución y consumo que funciona con criterios ecológicos, democráticos y solidarios, y que está constituida por empresas sociales, consumidores individuales y colectivos.

Su objetivo es crear circuitos alternativos al comercio tradicional desde la perspectiva del consumo responsable y la economía solidaria. Dicho ámbito de la economía solidaria se diferencia de la economía convencional en que sus empresas, que suelen ser cooperativas, consideran que la viabilidad económica de un proyecto determinado debe ir acompañada obligatoriamente de su viabilidad social y medioambiental.

Al mismo tiempo, el beneficio económico de estas empresas siempre repercute directamente en el bienestar de las comunidades donde realizan sus actividades, en lugar de perderse en lejanos paraísos fiscales del otro lado del mundo.

Este interesante movimiento de la economía solidaria está claramente en aumento. Si entre los años 2000 y 2001, formaban parte de REAS unas veinte entidades, ahora hay alrededor de 260, repartidas en redes sectoriales y territoriales.

Además, hay empresas solidarias en la mayor parte de los sectores de la actividad económica. Tenemos productoras y distribuidoras de alimentos, constructoras, aseguradoras, librerías, empresas de limpieza e incluso, bancos y cooperativas de crédito, como el Proyecto Fiare y Coop57.

Todo este mundo de la economía solidaria, así como el del consumo responsable, es lo que el mercado social quiere unir para conformar un nuevo entramado de relaciones económicas y sociales más justo, donde los precios sean decididos libremente por quienes forman parte del mismo, y no por esos lejanos "mercados", que convierten hasta las cosas más necesarias para la vida, como los propios alimentos, en objeto de su constante especulación.

0 comentarios:

Publicar un comentario