(El País, 7/02/201)
ROSA MONTERO
Ya saben que, según la teoría del caos, el aleteo de una mariposa en Pekín
puede llegar a producir un huracán al otro lado del mundo. De igual modo, la
crisis económica puede generar una carambola de consecuencias fatales. Y así,
en un hospital español está ingresada una joven marroquí, sola, analfabeta y
con una vida muy dura, que ahora además padece una enfermedad gravísima. Su
única posibilidad es un trasplante de médula; tras meses de peripecias, los
médicos consiguieron analizar a un hermano adolescente que vive en un
pueblecito del Magreb y descubrieron que era compatible como donante.
Mil
gestiones más tarde se logró que pudiera venir en avión desde una ciudad
marroquí. Tenía que llegar a España el 30 de enero, pero su vuelo no salió
porque dos horas antes cerró Spanair. Y allí quedó tirado el muchacho, sin
dinero, sin otra opción de viaje, porque Spanair era la única compañía aérea de
la ciudad, y sin más expectativas que el frenético esfuerzo de los médicos para
intentar traerlo a tiempo (al parecer hay ciertas esperanzas). Siempre terminan
pagando los más débiles y la desgracia rebota hasta muy lejos.
Pero quizá podamos rebotar otras cosas. Veo en Madrid las colas ante los
puntos de reparto de alimentos y recuerdo que, tras las pasadas elecciones, el
dueño de un caro restaurante madrileño me contó que los políticos salientes se
estaban dando un sinfín de comilonas de despedida a cargo del Estado.
No quiero ser demagógica: solo pretendo señalar,
una vez más, la falta de respeto a la cosa pública que padecemos los españoles,
la precariedad de nuestra conciencia civil y colectiva. Si fuéramos capaces de
ser corresponsables y austeros de verdad, tal vez pudiéramos generar un aleteo
que acabara por sacarnos volando del agujero.
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